El acarició con su dedo entre los labios vaginales y al sentir lo humedecida que estaba, en un tono de “vulgar excitación” preguntó “¿Ya le urge un “empujón de tripas” a la niña?” Karen jadeante respondió “De tripas, de recto, de útero y de semen caliente mojando mis ovarios” Santiago sonrió al verla “ardiendo” y respondió “¡Te lo voy a dar, hasta que grites de placer!” Le separó las piernas y al acercar su pene a la entrada de la v****a, ella dijo “¡Métemela toda!” “Te la voy a dejar ir hasta los huevos mamita” Le respondió Santiago empujando con fuerza todo su pene dentro del cuerpo de su novia, ella mezclando sus palabras con un grito de placer expresó “¡Que delicia! ¡Siento que me quema!… ¡Muévete, muévete!”
Santiago lo hizo cambiando varias veces de postura y lugar, hasta terminar en la posición del misionero sobre la alfombra de la sala, las piernas de Karen comenzaron a temblar y tuvo un orgasmo tan intenso que él al verla exclamó “¡Que bárbara!, Que increíble te vienes chiquita, ¡Me encanta verte gozar!” Cuando ella se relajó de su intenso orgasmo, Santiago le metió las manos debajo de las nalgas, apoyó su frente sobre la alfombra y aceleró sus movimientos
Cuando sintió la inminencia de su orgasmo, Santiago disminuyó la intensidad de sus movimientos, le sacó las manos de debajo de las nalgas, se enderezó apoyándose con sus manos en la alfombra, arqueó su cuerpo para empujarle el pene hasta lo más profundo de sus entrañas y quedó inmóvil unos segundos. Al verlo sobre de ella con los ojos cerrados, Karen lo sujetó por las nalgas para mantener sus pubis “pegados” y en ese momento sintió las contracciones del pene dentro de su v****a, lo escuchó “exhalar” rítmicamente con fuerza al tiempo que su vientre se “hundía” por el placer y “dulcemente” cerró los ojos para disfrutar del cálido semen dentro de su v****a.
Al terminar su orgasmo, Santiago abrió los ojos y se encontró con la mirada de Karen, ella le sonrió complacida por el placer que le había dado y con coquetería preguntó
— ¿Estuvo rico?
Santiago la miró fijamente y cautivado por la belleza de su rostro y el placer de su gran orgasmo balbuceo
— Que bonita eres Karen y que rico coges ¡Eres increíble! — Ella sonrió y le respondió
— Me encanta que me disfrutes y que termines dentro de mí… Sentir el semen en mi v****a, es como “la cereza del pastel” … Yo no volvería a coger con condón
Él no dijo nada, solo se recostó encima de Karen, ella le acarició la espalda, le besó el hombro y después de unos segundos soportando su peso, le pidió que se “bajara” pretextando “No es lo mismo el colchón de la cama, que el piso de la sala”. Cuando él se “bajo” ella cubrió su sexo con los calzones de Santiago, se sentó sobre la alfombra y al verlo acostado boca arriba con el pene aún erecto, se “armó de valor” y lo metió a su boca para limpiar los rastros de semen que en él había
Santiago admirado, no fue capaz de decir nada, solamente la vio ponerse de pie y caminar hacia el baño de la planta baja.
Cuando salió del baño, vio que Santiago permanecía recostado boca arriba en la alfombra de la sala, caminó hasta él para quedar de pie junto a su cabeza y bajando la vista le dijo
— No te vistas, voy a preparar algo de cenar
Desde su postura, Santiago la volteó a ver, la recorrió de abajo hacia arriba con la mirada, le acarició las pantorrillas, volteó la cara para besarle los empeines, y al volver a recorrerla con la mirarla, con gran admiración por el cuerpo de Karen expresó
— ¡Que cuerpazo tienes!... ¿De verdad cogí contigo o estoy soñando?
Ella rio halagada, puso sus pies a los lados de la cabeza de Santiago con las piernas abiertas y su entrepierna arriba de sus ojos, separó sus labios vaginales y dijo
— No lo soñaste, estuviste aquí adentro… ¡Y muy adentro! …. Te espero en la cocina
Salió de la sala para ir a la cocina, Santiago la alcanzó y con los pies de Karen sobre su regazo, cenaron unos emparedados, recogieron la cocina y al pasar por la sala levantaron sus ropas, acomodaron el sofá y subieron a la recámara para ducharse entre besos y caricias; Al salir del baño, se subieron a la cama desnudos, Santiago recostó su cabeza sobre los muslos de Karen y acariciándole las piernas vieron la TV, al terminar el programa que veían se acostaron y se durmieron
Al día siguiente cuando Santiago se fue a trabajar, Karen se fue a la universidad, al salir se dirigió a comprar ropa sexy y cuando Santiago regresó del trabajo, la encontró en la recámara, vistiendo una micro falda de tubo a la cadera confeccionada en lycra y un top también de tubo de la misma tela.
El la recorrió con la mirada, sus pies descalzos, sus pantorrillas, sus sensuales muslos, la pequeña falda ceñida a la cadera resaltaba la perfección de sus nalgas y sobre el top de tubo se resaltaban sus erectos pezones. Al notar que no usaba ropa interior, sonrió y complacido por lo que veía preguntó
— ¿Tú eras la que se negaba a seducirme?
— Tú lo has dicho “Yo era” … Ahora soy una fanática de la seducción y del sexo
Se abrazaron, se besaron, él le quitó el top para disfrutar de sus pechos, después se desnudaron y se subieron a la cama donde siguieron besándose y acariciándose, ella le pidió que se acostara boca arriba, se arrodilló junto a él y dobló las rodillas para sentarse sobre sus pantorrillas, suavemente comenzó a acariciarle el pecho, el vientre y el pubis, se inclinó sobre de él para besarle el pecho y entre besos y suaves mordiscos en sus pezones le confesó
— Tenias razón amor, era yo una mojigata llena de prejuicios, pero cuando me subiste a la mesa de la cocina y muy a pesar de mis protestas, me cogiste como te dio la gana, conocí el placer de ser mujer. Me encantó que me mamaras mis tetas, que lamieras mi sexo, después cuando ví y sentí tu cuerpo desnudo se encendió en mí una enorme lujuria y mi v****a comenzó a “pedir a gritos” tu pene— Y rozando con sus dedos el pene agregó— ¡Me convertiste en una adicta al sexo! Solo con recordar nuestros cuerpos desnudos humedecidos por el sudor de la excitación, se despierta en mi la lujuria. Pero ya no me conformo con tenerte dentro de mí, ahora quiero que nos disfrutemos plenamente, que gocemos de nuestros cuerpos sin prejuicios.
Karen observó que sus caricias, sus besos y palabras lo tenían con el m*****o endurecido como “poste”, así que imitando los videos que había visto, le mordisqueó de nuevo las tetillas y bajó lentamente por su vientre hasta llegar al pubis, con sus dos manos, una arriba de la otra, le sujetó el endurecido pene y al ver que el glande sobresalía arriba de sus manos, le dio un pequeño beso en la punta y con voz sensual dijo “Es muy grande… ¿Te lo has medido?” Santiago negó sonriendo, metió su mano entre los muslos de Karen para meter la punta de su dedo entre sus labios vaginales y dijo
— Solo sé que esta delicia se lo come sin protestar
— La v****a se amolda a cualquier tamaño de pene — Y acariciándole los testículos agregó — Nos la pueden meter hasta que “estos” nos toquen el culo
— Como quien dice “Cualquier chile les embona”
— Más bien, nos encanta disfrutar lo que nos meten
Respondió riendo, para después volver a besar la punta del pene y al recorrer con su lengua el cinturón del glande, Santiago gimió diciendo
— ¡Oh por Dios! … Me enloquece que hagas eso
— Me encanta tu pene, además de grande y grueso, está bonito, por su culpa me he vuelto insaciable y solo pienso en disfrutarlo como sea posible —Y con voz ardiente preguntó — ¿Hacemos un 69?
Santiago afirmó abriendo sus ojos con asombro, Karen le sonrió y se montó sobre de él para hacerlo. Por varios minutos se disfrutaron los sexos con la boca hasta que ella apoyó sus manos a los lados de su novió, soltó el pene levantando su cabeza y llegó al orgasmo. Al terminar se “desmontó” de Santiago y jadeante de placer se acostó boca abajo a su lado, lo miró y avergonzada le dijo
— Perdón, pero no lo pude evitar … ¡Qué manera de “comerte” mi panochita!, ¡Me vine delicioso!
— Esa era la idea ¿O no?
Respondió Santiago quien, al mirarla tendida boca abajo, no se resistió y le acarició la tersa piel de las piernas, las nalgas y la espalda diciendo
— ¡Que figura tienes mujer!... Verte así, me pone muy cachondo
Se inclinó sobre Karen y conforme la iba recorriendo a besos le decía
— Tus pies, tus espectaculares piernas, tus nalgas redondas y levantadas, tus hoyuelos de Venus — Lamió donde se hundía su columna, antes del inicio de sus nalgas y dijo — Un día voy a poner aquí un poco de wiski y me lo voy a beber como si fuera un perrito
Karen se rio y con voz llena de sensual coquetería preguntó
— ¿Te excita verme desnuda?
— Tanto, que cuando te veo desnuda, solo pienso en meterte la v***a y venirme en tus entrañas.
— ¿Serías capaz de usar el cuerpo de una mujer para masturbarte? — Preguntó con seriedad
— ¡El tuyo si!
— Aquí lo tienes ¡Mastúrbate con mi cuerpo! — Respondió Karen
El quedó en silencio y ella con un tono lleno de sensualidad le pidió
— Hazlo Santiago… Quiero sentirme usada, quiero que uses mi cuerpo sin preocuparte por mí, úsame como depósito de tu semen — Y terminó diciendo — ¡Por favor amor!
Excitado por tal petición, la miró sin responder, se inclinó hacia ella y comenzó por recorrer a besos su pies y piernas, le besó y apretó con sus labios las nalgas, lamió la hendidura de su columna y sus sensuales hoyuelos, le separó las piernas para lamerle el sexo y arrodillado entre sus muslos, de un solo golpe le “clavó” el pene hasta que sus testículos tocaron la piel de su periné, Karen soltó un fuerte gemido de “incomodidad” y él en un tono de “vulgar lujuria” le preguntó
— ¿No decías que me la aguantabas completa? — Y en el mismo tono, ella respondió
— ¡Soy lo suficiente mujer como para aguantársela al que sea papito!
— Eso nunca lo he puesto en duda
Respondió Santiago y comenzó a entrar y salir de ella, le juntó las piernas y en ese momento Karen apretó su v****a haciéndolo exclamar “Que rico aprietas mujer”. Comenzó a moverse con fuerza y cada vez que la penetraba observando cómo le empujaba las nalgas, su excitación crecía
Karen en silencio y ahogando sus gemidos de placer sobre la almohada, lo sentía moverse dentro de ella mientras se sujetaba de sus nalgas, de pronto los movimientos de Santiago se comenzaron a hacer más lentos y cuando dejó de moverse, ella sintió en su v****a la extrema dureza del pene, levantó su cadera para conseguir una penetración muy profunda y con las fuertes contracciones del pene logró sentir los cálidos chorros de semen dentro de ella.
Cuando sintió que él había terminado de eyacular, sonrió satisfecha y bajó su cadera para apoyarla sobre la cama, Santiago se recostó sobre de ella humedeciéndole la espalda con el sudor de su pecho y en voz baja le dijo
— Que clase de venida me di — Karen sonrió satisfecha y le respondió
— La sentí amor … Hasta te hice sudar de placer
— Eres una delicia de mujer… Tú harías sudar de placer a cualquiera
— ¿Tú crees? — Preguntó con coquetería y él respondió
— Te aseguro que más de uno quisiera darte una buena cogida … ¿O acaso crees que alguien se resistiría al placer de meterse en tu carne y vaciar su semen dentro de ella?
— No lo creo — Respondió Karen sonriendo halagada y cambió el tema diciendo en voz baja
— Yo quería que me usaras, pero hiciste que me viniera dos veces
— ¿Eres multiorgásmica? — Preguntó emocionado y ella respondió
— Todas lo somos cuando nos saben llevar “al punto” indicado — Y le pidió— Gírate sin sacármela, me quiero dormir teniéndote dentro de mí
— ¿No quieres cenar?
— Y tú tampoco… Hoy fuimos nuestra cena
— Solo que tú cenaste con lechita — Respondió él bromeando y ella regresó la broma diciendo
— Tú dirás si quieres
— No gracias, soy intolerante a la lactosa, además prefiero dar que recibir
Se giraron para quedar acostados de lado y con sus cuerpos unidos se durmieron