¡Delicia de mujer!

2209 Words
Karen se levantó de la cama y al ponerse de pie sintió como el semen que escurría de su v****a humedecía sus bragas, miró a Santiago acostado boca arriba cubriendo sus ojos con su antebrazo, vestía la camisa del pijama y estaba desnudo de la cintura hacia abajo con el pene aún en erección; Movió su cabeza en señal de decepción mientras se quitaba el camisón y el sostén, los puso sobre la silla del tocador y se metió al baño a ducharse. Salió del baño desnuda, caminó hacia el armario, se puso unas bragas limpias y de pie frente al espejo del tocador, se puso el brasier y el camisón. Santiago, quien la había estado observando desde su salida del baño, exclamó - ¡Que buena estás mujer! Ella lo volteó a ver acostado sobre la cama con el pene, ya flácido, apoyado sobre uno de sus muslos y haciendo caso omiso a su comentario le preguntó - ¿Vas a cenar lo mismo de anoche? — El al notar molestia en su tono de voz preguntó - ¿No te dejé terminar? — Karen respondió con ironía - Yo no importo … ¡Ponte unos calzones y vamos a cenar! Santiago se sentó en la orilla de la cama y golpeando con la palma de su mano el colchón le respondió - Ven, siéntate y dime que pasa — Ella se sentó a su lado y en un tono de reproche comenzó diciendo - Llevamos tres meses viviendo juntos y … — Interrumpió su reproche, levantó su cara hacia el plafón y con voz triste agregó —_ Te aburriste muy pronto de mi Santiago - ¿Por qué lo dices? Karen se puso de pie “dándole la espalda” a Santiago y con resignación respondió - Porque ya no me deseas … Ya no sientes pasión por mí, ya no te interesa encender “el fuego” que como mujer llevo dentro, ni siquiera te molestas en desnudarme…. Solo date cuenta en como lo acabamos de hacer - Como siempre — Comentó Santiago con calma Karen se giró para verlo de frente y exagerando sus ademanes respondió - ¡Exacto! ¡Como siempre! … Y yo te voy a decir lo que significa “como siempre”; Regresas de trabajar, te pones un pijama, yo un camisón, de preferencia corto para facilitarte el trabajo, y como antes de bajar a cenar, ¡Hay que coger! Nos acostamos de lado, te quitas el pantalón, haces a un lado mis bragas, me la metes y “Pum, pum, pum” hasta eyacular dentro de mí, la sacas, acomodas mis bragas y “tan, tan” se acabó. - ¿Y te quedas a medias? — Karen desconcertada por la pregunta, en tono tranquilo respondió - A veces… Pero eso no importa, el problema es que siempre es lo mismo — Y en un tono de nostalgia agregó — La primera vez que lo hicimos y otras veces más, mientras regresábamos del hotel a mi casa, tú me pedias que viviéramos juntos, que compartiéramos nuestras vidas, que querías hacerme el amor sin necesidad de escondernos de nadie y yo me ilusioné con tu propuesta Bajó sus brazos tocando con las palmas de sus manos los costados de sus muslos, miró a Santiago a los ojos y con tristeza agregó - Me faltó experiencia y tal vez malicia para no ilusionarme con tu propuesta… Pero era lógico que me ilusionara; Una adolescente inexperta que hace el amor con el hombre del que está enamorada, es presa fácil ¿o no? — En tono molesto Santiago respondió - Acabas de cumplir 20 años, así que si quieres irte para “ganar experiencia” ¡Adelante!… Yo te amo, pero no pienso obligarte a estar conmigo Ella “explotó”, se puso frente a él y dirigiendo sus manos hacia su cara respondió - ¡No digas estupideces, que no se trata de eso! - ¿Entonces? ¿De qué se trata todo esto? Karen levantó un hombro ladeando la cabeza y respondió - Lo que pasa es que … ¿Cómo te lo digo para que no te ofendas? - No me voy a ofender, así que dilo sin miedo Respondió Santiago, ella se sonrojó y forzando una sonrisa avergonzada dijo - Me siento sexualmente insatisfecha — Y con aplomó terminó preguntando— ¡¿OK?! Santiago se rio negando con la cabeza y preguntó - ¿Y cómo quieres que te satisfaga, si te niegas a todo? … Para ti el sexo debe hacerse en base a alguna especie de instructivo que existe en tu mente. Así que ni te quejes que es tu culpa Ella lo miró en silencio y con sarcasmo respondió - ¡Vaya, vaya! … De modo que el “señorito” se aburre de su novia y la culpa es de ella Santiago ya molesto respondió - ¿Y de quien más? — Y comenzó a dar sus razones diciendo— A los hombres, el deseo nos nace por la vista y tú no haces nada para estimularlo y ni qué decir de tus constantes negativas, “Así no”, “eso no”, “no me chupes las tetas” “no hagas eso que es una cochinada” “aléjamelo de la cara” … Dices que no me interesa encender tu fuego, y yo te pregunto ¿Qué fuego? — Karen lo miró con rabia y él mirándola agregó— ¡Sabes muy bien a lo que me refiero! - ¡¿Dime a qué te refieres?! — Le exigió molesta y él agregó - ¡Claro que te lo voy a decir! … Me gustas Karen, tienes un cuerpazo y te deseo como loco, al verte desnuda, no solo quiero encender tu fuego, ¡Quiero hacer de tu cuerpo un infierno de lujuria! … Quiero besarlo, lamerlo, sentir tu piel pegada a la mía, que nuestros cuerpos ardan de pasión, mientras son humedecidos por nuestras salivas, quiero estar dentro de ti mientras nuestras bocas y manos disfrutan del “banquete s****l” que les ofrece el cuerpo del otro y terminar disfrutando del “delicioso postre” que es el orgasmo, ¡Ese es el fuego que yo quiero encender en ti! ¿Y cuál es el que tú permites que encienda?... El de una mujer que negándose a todo lo que no sea penetración, desnuda su cuerpo y espera inmóvil en la cama a que todo suceda, mientras que yo ardo en deseos por sentir su pasión. Ella se sintió ofendida y lo miró con rabia, sin embargo, se controló y en un tono suave le respondió - Sin hacer nada de eso, solo con caricias tiernas y dulces besos, me robaste la virginidad - ¡Yo no te robé nada! Tú aceptaste ir conmigo al hotel, incluso ese día tú lo insinuaste y si te lo hice así, fue porqué me aseguraste ser virgen y …. — Ella lo interrumpió gritando con enojo - ¡Era virgen Santiago! — Y agregó— Y no te lo insinué, ¡Te lo pedí! … Así que no me vengas con que fuiste el irresistible “don Juan” de la novela, ya que la que programó todo para coger contigo fui yo. ¿Por qué crees que te lo pedí ese día? ¿Acaso pensabas que iba a coger contigo sin condón, así como así? No papito, me aseguré de que fuera un día seguro ya que no estaba dispuesta a perder mi virginidad con un condón … Por eso las otras veces te pedí que lo usaras - ¡Eso me lo has dicho hasta el cansancio!... A lo que me refiero es, a que ese día estabas muy nerviosa y mi intención fue hacerte sentir “más amada que deseada” … Yo creía que después de perder la virginidad surgiría en ti, la mujer ardiente dispuesta a gozar del sexo sin prejuicios, pero me equivoqué. Karen quien lo miraba de pie con los brazos cruzados sobre el pecho, tragó saliva y le dijo - Vamos a aclarar las cosas; — Santiago la miró en silencio y ella dijo— Se supone que hombre y mujer que viven juntos es porque se aman y si se aman, se desean ¿O no? — El afirmó y ella agregó — Eso quiere decir que sin importar si estoy desnuda, en minifalda, en bikini o en escafandra de buzo, al amarme, me deseas y no tengo necesidad de disfrazarme para seducirte…. Por otro lado, yo no me niego a que beses mis pechos, pero no me gusta que me los mames como si te estuviera amamantando y en lo que respecta a tener sexo oral, cosa en la cual insistes e insistes, para mí, es una cochinada ¿De acuerdo?… ¡Soy tu novia Santiago! ¡Así que respétame! — Hizo una pausa y agregó— Ahora bien, si lo que tú quieres es una puta que te complazca en tus desviaciones, búscate a otra, te juro que en el momento en que tú me lo pidas, yo tomo mis cosas y me largo de aquí Santiago la miro sorprendido por unos segundos, se puso de pie y antes de caminar hacia el baño le dijo - Eres contradictoria y estás llena de prejuicios, así que no pienso discutir … ¡Estás muy mal carajo! Karen salió enojada de la recámara y bajó a la cocina donde minutos después él la alcanzó y se sentaron a cenar en silencio. Temerosa de que lo dicho por Santiago fuera por estar arrepentido de vivir juntos en tono amable preguntó - ¿De verdad crees que estoy muy mal? El no respondió y ella suponiendo “lo peor” bajó la mirada hacia sus muslos cuya piel se mantenía bronceada, ya que la semana anterior Santiago la había llevado a la playa para festejar sus 20 años. Miró a su novio con la mirada fija en la pared de la cocina masticando el emparedado que cenaba y el temor pudo más que sus prejuicios; Sabía que a él le excitaba ver su piel bronceada por lo que decidió mover su silla y subirle los pies al regazo, él le miró las piernas y el sensual triangulo que en medio de ellas formaban sus bragas, segundos después, comenzó a acariciarle las pantorrillas y cuando le acariciaba dulcemente los pies, ella sintió en ellos “el bulto” que se levantaba bajo el calzón de Santiago. - ¿No me vas a hablar? Pregunto con voz muy suave convencida de que lo “había vencido”, sin embargo y para su decepción, Santiago le bajó los pies al piso, recogió la mesa y llevó los platos al fregadero. Al sentirse despreciada, Karen se aterró, se puso de pie, soltó un chasquido y con la voz entrecortada de quien va a soltar el llanto preguntó - ¿Me vas a dejar, sin importar que te ame? Santiago la levantó por la espalda y las corvas, la sentó en la mesa con las pantorrillas y pies colgando hacia el piso, en silencio le quitó el camisón y el brasier, por unos segundos observó con admiración su torso desnudo, sujetó con sus dos manos uno de sus pechos y sin tomar en cuenta las protestas de Karen, lo metió en su boca apretando con sus labios la pequeña aureola sorbiendo del pezón, el cual se endureció y las protestas se convirtieron en suspiros, al grado de que cuando Santiago le sujetó el otro pecho, ella apoyó sus manos sobre la mesa para “sacar el pecho” y entre jadeos disfrutó de “amamantar” a su novio. Saciados sus deseos, Santiago le acostó la espalda sobre la mesa, le quitó las bragas y permaneció de pie observándola desnuda; Sus hombros, su cuello, sus generosos y bien formados pechos de pequeñas aureolas color de rosa moviéndose al ritmo de su agitada respiración, su vientre, las curvas de su cintura abriéndose hacia unas sensuales caderas, la piel afeitada de su pubis hundida entre sus crestas iliacas y el monte de Venus y sus excitantes labios vaginales color de rosa. Con sus dedos recorrió el contorno de piel Karen que el bikini había dejado en sus pechos y su pubis al broncearse, con sus manos recorrió sus costados desde sus costillas, su delineada cintura y sus caderas hasta llegar a sus muslos donde contempló como, donde estos se juntaban, formaban con su sexo un pequeño y excitante triangulo invertido a través del cual se veía la madera de la mesa. - Me enloquece que me mires así Dijo Karen entre jadeos y él acariciándole la parte baja del pubis respondió - Y a mí me enloquece tu cuerpo, no tienes idea de lo que me calienta ver como resalta esta piel Karen con lo bronceado de tu cuerpo… ¡Eres una delicia de mujer! - Llévame más seguido a la playa y siempre me verás así Mirandola con gran lujuria, la cual se manifestó en su tono de voz él preguntó - ¿Por qué te niegas a disfrutar y a dejarme disfrutar tu cuerpo?
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