Capítulo 3. Secretos Revelados

706 Words
**Capítulo 3: Secretos Revelados** A medida que los días se deslizaban en semanas, la vida de Ana se volvía cada vez más compleja. Sus encuentros secretos con Daniel se habían convertido en el punto luminoso en medio de la oscuridad de sus obligaciones y responsabilidades. Cada vez que se veían, la pasión entre ellos ardía más intensamente, y Ana se sentía más viva que nunca. Sin embargo, la vida de Ana estaba llena de secretos, secretos que temía revelar a su familia. Había llegado a un punto en el que las mentiras y las excusas se habían vuelto parte de su vida cotidiana, y la carga de mantener su relación con Daniel en secreto se volvía cada vez más pesada. Una tarde, Ana regresó a casa después de pasar el día con Daniel en su estudio de pintura. La pasión había sido especialmente intensa ese día, y Ana se sentía extasiada pero agotada. Cuando entró en la casa familiar, su madre, Marta, la miró con una mirada inquisitiva. "¿Dónde has estado, Ana? Has llegado tarde", dijo Marta con una voz tranquila pero inquisitiva. Ana luchó por mantener la calma mientras pensaba en una respuesta adecuada. "Solo estaba trabajando en un proyecto importante en la oficina. Los plazos son muy ajustados últimamente", respondió con una sonrisa forzada. Marta la miró fijamente, como si pudiera ver a través de sus mentiras. "Ana, sé que algo está pasando. Has estado distante últimamente, y ahora llegas tarde sin previo aviso. ¿Hay algo que necesitas contarme?" Ana sintió un nudo en la garganta mientras luchaba por mantener su fachada. "No, mamá, todo está bien, de verdad. Solo he estado ocupada en el trabajo. No te preocupes". Marta asintió, pero su mirada seguía siendo penetrante. "Ana, siempre puedes confiar en nosotros. Sabes que estamos aquí para ti, ¿verdad?" Ana forzó una sonrisa y asintió, pero en su interior, el peso de sus secretos era abrumador. Sabía que no podía revelar su relación con Daniel, al menos no todavía. Las expectativas de su familia y la reputación de la firma de arquitectura eran demasiado importantes para ponerlas en riesgo. Esa noche, mientras se acostaba en su cama, Ana reflexionaba sobre su vida y los secretos que estaba guardando. Sabía que su relación con Daniel era una fuente de felicidad y pasión, pero también era un abismo de desafíos y dilemas morales. Se preguntaba cuánto tiempo podría mantener sus dos mundos separados antes de que todo se viniera abajo. Mientras tanto, en el estudio de Daniel, él también estaba lidiando con sus propios secretos. Había mantenido en secreto su relación con Ana de sus amigos y familiares. Si bien había encontrado en Ana una conexión que nunca había experimentado antes, sabía que el mundo en el que se movía no entendería su elección de estar con una arquitecta de éxito. Temía el juicio y la desaprobación de aquellos que lo rodeaban. Una tarde, después de un apasionado encuentro en el estudio, Ana miró a Daniel con una mirada llena de amor y preocupación. "Daniel, ¿alguna vez te has preguntado cuánto tiempo podemos mantener esto en secreto? Cada día que pasa, se vuelve más difícil". Daniel la miró con una expresión seria. "Lo sé, Ana. Sé que nuestros secretos están empezando a pesar sobre nosotros, pero no quiero perderte. No sé qué sería de mí si te perdiera". Ana asintió, entendiendo sus palabras. Ambos sabían que no podían seguir escondiendo su amor, pero tampoco podían arriesgarlo todo de un solo golpe. La tensión entre el deber y el deseo se intensificaba cada día que pasaba. Las semanas pasaron, y la relación de Ana con su familia comenzó a mostrar signos de tensión. Sus padres notaron su distanciamiento y sus ausencias inexplicables, y las preguntas persistentes de Marta se volvieron más frecuentes. Una tarde, mientras Ana estaba en la cocina de la casa familiar, su madre se acercó a ella con una expresión preocupada en el rostro. "Ana, necesitamos hablar", dijo con seriedad. Ana asintió y la siguió a la sala de estar, donde su padre, Alberto, también la esperaba. La atmósfera estaba cargada de tensión mientras se sentaba frente a ellos, sintiendo que el momento de la verdad había llegado.
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