Con la mayor delicadeza posible, Adela terminó de colocar la venda a Liam asegurándose de que quedara cómoda, pero firme, Sus manos inexpertas revelaban cierta ternura mezclada con brusquedad, cuando ajustaba los extremos con sumo cuidado. A pesar del momento compartido, la tensión entre ambos era evidente, tornando un eco vacío que inundaba por completo la habitación. —Está lista— avisó Adela mostrando una sonrisa al observar que no lo había hecho tan mal, estaba satisfecha con el resultado. Liam elevó su mirada para poder encontrarse con sus ojos. —Gracias— Soltó sincero. Colocando su mano sobre a venda y sonrió. «No está mal» pensó. Después Adela sin saber que más decir, simplemente guardó todo en el pequeño botiquín sobre la cómoda a los pies de la cama y se marchó a su habitación c