Acomodado en su asiento de primera clase, Mauro observó con deleite como lo tonos naranjas y rosados pintaban el cielo sobre el Atlántico creando un espectáculo exclusivo desde las alturas; su asiento de cuero blanco era tan cómodo como lujoso, se encontraba con la cabeza sumergida en una suave almohada que la aerolínea le había proporcionado. Mauro, había culminado sus pendientes en Madrid dos días atrás y sin avisar sobre su regreso, había abordado aquel vuelo de más de 12 horas para regresar al fin a la ciudad de los Ángeles luego de tres meses. El hermano mayor de Serena había degustado cada bocado de la exquisita comida gourmet presentada con elegancia. Una copa de champagne finamente seleccionado fue el que añadió ese toque de celebración por su regreso. Mauro observó la vista pano