—Ten —me entregó un sobre—. Felicidades, serás papá. Retrocedí un par de pasos estupefacto. ¿Qué acababa de decir? ¿Acaso había escuchado mal? Abrí el sobre que tenía en mis manos rápidamente para darme de cara con un positivo en letras grandes y negrillas. Mis manos empezaron a temblar de la impresión. —Imposible —dije, viendo el sobre y a ella una y otra vez. Sentí como un golpe seco aterrizaba nuevamente en mi vida—. Basta ¡Basta! ¡No lo soporto! ¡Es suficiente! —me agarré el cabello desesperado. Mi mundo había dado un giro de 180 grados de un momento a otro, todo se había venido abajo, no sabía qué hacer, estaba en un punto ciego y empezaba a tener muchísima ansiedad, me aterraba de mí mismo en este punto. —No tienes que decir nada —aclaró, desviando su mirada a un punto ci