Los gritos no paran por parte de el señor Ronald Myers en la mansión. Erik les había informado a sus padres, muy tranquilo esa mañana, mientras desayunaba, que Celeste había desaparecido. Katherine, la madre de Erik trataba de controlar a su esposo Ronald, quien parecía un loco. El señor Myers quería golpear a su hijo quien lo miraba retadoramente. Erik, en tensa calma, permanecía sentado en la silla alta de la enorme y elegante cocina con un tazón de cereal en la mano. "Tú tienes la culpa mujer, por haber consentido tanto a tu hijo!" Bramó con un toro furioso el patriarca de la familia Myers. Apuntando con su largo y gordo dedo a su vástago, el padre de Erik escupió con furia las siguientes sentencias. "No pararas de buscarla hasta que la encuentres, maldito muchacho!" "Harás has