En las vacaciones, mis padres decidieron que viajaríamos a Ciudad Lambda. Era común que Jake y yo no nos viéramos en esa temporada, porque sus padres también salían de viaje. Regresamos tres semanas después y precisamente, para hacer todos los trámites para inscribirme en la Universidad, por lo que sólo mensajeaba con Jake, de sus vacaciones y cómo le estaba yendo con los trámites.
El lunes que iniciaba el semestre me levanté corriendo al baño a vomitar, tenía días con náuseas, producto de la tensión y ansiedad que sentía por la nueva etapa que estaba a punto de iniciar. Jake debía estar sumamente ocupado con los mismos trámites que yo había atravesado, ya que tardaba en responderme los mensajes y no habíamos podido coincidir en tiempo para vernos.
Pasé una semana en clases, adaptándome al nuevo horario, maestros y compañeros.
-¡Amy! -Gritó Peter en medio del pasillo. Me detuve, esperando a que llegara. -Habrá una fiesta en casa de Owen, de bienvenida, vendrás, ¿cierto? -Me preguntó con entusiasmo.
-No me han invitado - contesté honestamente.
-¡Vamos! Todos están invitados, te paso la dirección - sacó su celular y me envió la ubicación en un mensaje. -¡No tienes excusas! -Sin esperar respuesta, salió corriendo. -Tengo clase, ¡ahí te espero! –Terminó gritándome.
Le envié un mensaje a Jake, avisándole que esa noche tendría una fiesta, que podríamos vernos ahí para tener un rato de diversión, ya que hacía semanas que no nos veíamos y sería genial tener un tiempo juntos de nuevo; pero me apareció que no le había llegado el mensaje siquiera.
Llegué a la dirección que me habían dado, porque no había ninguna razón por la que no asistiera, era viernes por la noche y era una buena oportunidad para conocer a mis compañeros de clases.
-Gracias Greg, te llamo más tarde para que pases por mí - le dije al conductor que me llevó a la fiesta, aún era menor de edad y no conducía mi propio auto; además, mis padres no me dejaban conducir de noche y menos un viernes: "Hay borrachos manejando, aún no tienes la experiencia para conducir y darte cuenta de esas cosas." Esas eran las palabras exactas de mi padre.
-¡Diviértase señorita! -Me vio desde su lugar, con una sonrisa honesta y cerré la puerta para verlo alejarse.
Entre a la casa, ya había muchos de mis compañeros y otra gente que no conocía. Unos bailaban en la sala, con la música suficientemente alta para que llegara al resto de la casa. Otros estaban jugando en el comedor y por las puertas corredizas, se veían más personas en el exterior, en la piscina.
-¡Ey! ¡Amy! ¡Qué bueno que viniste! -Peter dijo emocionado, plantándome un beso en la mejilla y pasando un brazo por mis hombros; no me sentí cómoda con su saludo, por lo que solo sonreí y me zafé de su brazo de manera sutil.
-¡Hay mucha gente aquí! ¿Todos son de contabilidad? -Cuestioné con simpleza.
-¡No! Hay estudiantes de otras Licenciaturas. Ven, te presentaré a algunos cuantos -Peter me tomó de la mano, para guiarme a un grupo de estudiantes que estaban afuera. Me volví a sentir incómoda por su contacto, pero lo comprendí, ya que Peter nos abría el paso entre las personas.
Ahí estaba, mi novio sentado con una rubia en sus piernas, rodeándola por la cintura; quedé congelada al verlo y todo paso en cámara lenta. Peter se giró a verme, estaba hablándome, pero yo no entendía nada de lo que decía; la mirada de Jake viajó a mi mano, la que Peter tenía agarrada y entrecerró los ojos. Sé lo que están pensando, también lo pensé. Me solté del agarre de Peter, una lágrima traicionera rodó por mi mejilla y di un paso hacia atrás, para darme la vuelta y salir de aquel lugar. Aun cuando sabía que tenía que encarar a Jake porque, seamos honestos, él estaba en una posición mucho más comprometedora que yo; me dolía, no podría verlo a los ojos en ese momento y reclamarle por haber sido un idiota. Llamé a Greg para que me recogiera, y me encantaría contarles que Jake fue detrás de mí, pero no fue así.
Una semana más, con malestares físicos y deprimida. Jake ni siquiera había hecho el intento por hablar conmigo y aclararme la situación, ya de perdido hablarme para terminar, estaba comportándose como un cretino; y cuando lo analizo a la luz de toda la historia, nuestra historia, me pregunto cómo no me di cuenta de las señales que estaba dándome. Sí, tienen razón, el amor nos ciega.
-Amy, ¿podemos hablar un minuto? -Mi madre me detuvo justo cuando iba a subir las escaleras, cuando llegué de las clases.
-Claro mamá - caminé hacia la sala, para descubrir a mi padre de espaldas, sirviéndose un vaso de su licor.
-Necesito que sigas las instrucciones - estiró su mano y me dio una cajita rosa. Cuando la tomé y la leí, levanté la vista para ver a mi madre, quien me sonreía forzadamente, mientras mi corazón se disparó y mis ideas comenzaron a atropellarse en mi cerebro.
Solté la mochila y me dirigí al baño de visitas, que estaba en la primera planta, hice la prueba siguiendo las instrucciones como mi madre me había pedido, y esos fueron los cinco minutos más largos de mi vida. Cuando vi el resultado, me desplomé sobre la taza del baño, había dado positivo.
Mi vida estaba dando un giro de 180°. ¿Qué se suponía que haría? Mis sueños y planes, ¿dónde quedarían? ¿Qué había de Jake? Me tomé algunos minutos más para salir del baño y darles la noticia a mis padres. Salí llorando y le entregué la prueba a mi madre, que cuando la vio, supongo que confirme sus sospechas, porque me abrazó sin decir nada. En sus brazos escuché cómo el cristal se estrellaba contra la pared; me estremecí, sabía que papá estaba molesto y seguramente decepcionado de mí.