Aníbal ingresa a la mansión evidentemente perturbado, con la noticia que le acaba de dar Pierre, la posibilidad de que, éste sea su padre no le entra en la cabeza. Llega a la casa y mira, a su madre con aprensión, quién leía una revista muy cómodamente desde su sillón. —¡Mamá! —exclama Aníbal. Ella lo mira de reojos, sosteniendo el ejemplar en su mano. —¿Que ocurre ahora Aníbal? ¿Con qué nuevas quejas vienes? —arquea la ceja Mónica, en señal de hastió. —Con una, que llevas muchos años ocultado. Se levanta Mónica, lanzando su revista en el sillón. Y pregunta: —¿Se puede saber a qué te refieres? —Te suena el nombre de Pierre Pinott, lo sé todo ese hombre me confesó, que es tu amante y lo peor, que yo puedo ser su hijo. Explícame, ¿qué disparate es ese mamá? —grita Aníbal muy furioso.