Hace dos semanas que no he visto a Catalina, me desligué por completo de ella y para colmo, tampoco me había encontrado con mi hechicera, frecuenté los lugares a donde habíamos ido e incluso fui al bar en el que estuvimos la última vez, quería contarle lo ocurrido y que me ayudara con algún consejo, un hechizo o lo que fuera, pero me dijeron que desde esa noche ella tampoco había vuelto.
Lo peor en medio del caos que cayó en mi vida, fue cuando Lucho llegó al estudio furioso la semana pasada con una revista donde estaban las fotografías que me habían tomado con Catalina y en toda la portada estábamos los dos besándonos, pero justo escogieron una donde yo la había sujetado queriendo separarla, solo que en vez de parecer así, se notaba más como si quiera atraerla a mí, como si disfrutara del beso.
Esto trajo consigo una retahíla peor a la anterior porque ahora era de dominio público y la gente estaba desesperada por saber si yo tenía un romance o una relación formal con Catalina Barrera, lo que disparó inevitablemente mi fama y sí, la ventaja fue que nos abrió más puertas, pero también me traía grandes consecuencias a nivel personal porque no tenía nada con ella y aun así ninguno de los dos salió tampoco a desmentirlo, eso, hasta que Lucho me exigió que lo hiciera en una entrevista de radio y así hice, pues aun cuando en el fondo seguía pensando en mi conversación con ella, no quería dar pie a nada sin estar seguro de lo que quería.
Ahora, y para poner la cereza sobre el pastel, hoy que se suponía debía terminar de grabar el disco, no pude hacerlo al sentir que la avalancha había acabado conmigo consiguiendo que las canciones que había compuesto no me encajaban con el propósito inicial y esto me frustraba más porque implicaría hacer todo desde el comienzo y es justo lo que no quería.
—No puedes seguir así, Andrés, esto solo retrasará los planes y sabes cuánto nos ha costado llegar aquí.
—Lo sé y lo lamento, pero no me siento cómodo con este resultado —Lucho estaba igual o más frustrado que yo.
—Está bien, haremos lo siguiente, te tomarás unos días para reorganizar tus ideas, ya veremos después cómo hacer lo demás, pero por ahora pediré un plazo en lo que tú te acomodas y dado el caso, dejaremos estas canciones para un próximo álbum o yo qué sé, ya veremos.
—No, debemos terminar lo que nos propusimos, no podemos cambiar todo un disco a última hora.
La culpa me carcomía al causarle tantos problemas, pero como siempre, él era el polo positivo y yo el negativo cuando el estrés me ganaba.
—Escúchame bien, prefiero hacer una pausa para que tú puedas encontrar el punto que te haga sentir más cómodo y terminar con un material de calidad, a presionarte con algo que no terminará bien, sabes que soy exigente con mi trabajo y me gusta las cosas bien hechas, ¿no es así?
—Sí…
—Entonces así lo haremos. Anda, recoge tus cosas, llévate el material que tenemos y tómate una semana para organizarlo, después de eso nos reuniremos a hablar de cómo ejecutaremos lo que quieres hacer.
—¿Y el resto de las presentaciones?
—Seguirán como siempre, más tarde te enviaré la agenda de esta semana para que te organices bien e intentaré moverte de algunos compromisos para no sobrecargarte, por ahora ve a casa y despeja tu cabeza.
—Gracias, Lucho, disculpa ponerte en tantos aprietos.
—Tranquilo, habrá días grises, pero no siempre lloverá. Mejor esperemos a que tu hechicera aparezca pronto para que te regrese a la vida y te ponga algún embrujo que te inspire —soltó divertido haciendo movimientos con sus dedos que reforzaron una cómica escena que subió mi ánimo.
En lo que recogía mis cosas, no pude evitar pensar en mi hechicera y el comentario de Lucho, a veces creo que a él le gustaría hablar con ella, conocerla más y quizás sea lo mejor para quitarse tantas dudas o lo que sea que tenga contra Marla, pero eso debía esperar, aunque…
—¿Y si no ha aparecido por las fotos con Catalina…? —me cuestioné preocupado en un murmullo.
No pude evitar sentirme mal por la sola idea de que quizás sea así, que tal vez piense que solo quise jugar con ella cuando en realidad no fue mi intención, por el contrario, me encanta su compañía, el misterio de nuestros encuentros y el aura que emana tan enigmática… Ojalá pueda encontrármela pronto para explicarle lo ocurrido con esas fotografías y aclararle que nada de eso es verdad, pero lo más importante, que no volví con Catalina.
—¡Ahí está!
—¡Andrés!
Incesantes gritos me sacaron de mis pensamientos al salir del estudio y pronto una turba de gente me rodeó pidiéndome fotos, autógrafos, videos, era una locura, no entendía nada de lo que decían ni cómo llegaron aquí, pero me hizo feliz encontrarlas en el lugar esperando por mí. Intenté complacer tanto como pude hasta que llegó un punto en el que algunas mujeres ya se estaban sobrepasando con las manos y sentí el peligro acecharme, por suerte dos personas de seguridad en el estudio llegaron corriendo a auxiliarme en lo que yo intentaba retroceder buscando una salida.
—Sígueme —susurró una voz por detrás que se aferró a mi mano y salí corriendo con ella.
Mi corazón se aceleró al notar su corta cabellera y su sombrero, esta vez llevaba el pequeño y aunque desgraciadamente no podía ver su rostro al ir delante de mí, no me importaba, pues mi hechicera me había salvado una vez más. Al encontrarme embelesado por su presencia no me fijé hacia donde nos dirigíamos y menos porque las fanáticas que me habían abordado nos estaban siguiendo la pista, hasta que Marla se desvió por un callejón ocultándonos tras unas tablas de madera en lo que las personas pasaban corriendo a toda velocidad a unos metros de nosotros.
Mi corazón estaba a punto de estallar por la carrera y más por tenerla abrazada a mi cuerpo, pero se me hizo extraño que no me diera todavía la cara, así como también era raro que hoy usara zapatillas en vez de sus habituales tacones.
—Gracias, no sé cómo pagártelo.
—Yo sí.
Un escalofrío me recorrió al alzar su rostro y ser atrapado por sus brazos que se aferraron con todo a mi espalda, así mismo, el terror me invadió como hace muchísimo tiempo no ocurría al saber que era la fastidiosa disfrazada con un sombrero y una peluca negra que tenía el mismo corte de cabello que Marla.
—¡Estás loca, suéltame!
—¿Por qué? Todavía tienes que recompensarme por salvarte.
La lunática se abalanzaba sobre mí queriendo besarme en lo que yo intentaba zafarme de su agarre, no quería lastimarla, pero al no haber otra opción, apliqué un poco de fuerza extra consiguiendo soltarme y emprendí otra huida hacia el callejón con ella detrás de mí.
Parece imposible de creer que un momento tan increíble de mi vida se convierta en una pesadilla por culpa de esa lunática fastidiosa, pero como mi mala racha no podía terminar y mi nublada cabeza tampoco pudo trabajar correctamente, terminé nuevamente en la olla de San Cristóbal, con la diferencia de que esta vez ella ingresó conmigo al no tener sus tacones como limitante y por ende, ahora no solo tenía que lidiar con las amenazas de la zona, sino con esa lunática de la cual creí me había librado hace mucho tiempo.