Al final la sesión se terminó extendiendo al querer hacer algunas grabaciones de ellos en el exterior, quise quedarme más tiempo a acompañar a Cata, pero Lucho me recordó la cita que teníamos para un evento que se celebraría en un bar el fin de semana, así que le pedí a uno de los chicos que le avisara a Cata por mí e igual le dejé un mensaje en su celular y salimos para reunirnos con el dueño.
Cuando se trata de mi trabajo, me gusta acompañar a Lucho en las negociaciones, no porque no confíe en él, sino porque me gustaba aprender y era así como me daba a conocer a la gente, a él a veces le molestaba cuando me ponía con ciertas exigencias, pero esto no era con todos, tan solo con los que consideraba traerían problemas a futuro y más de una vez me libré de estos por seguir mi instinto, así como también tuvimos nuestros desagradables encuentros que dejaron valiosas lecciones, aunque esta no sería una de esas veces.
—Por un instante creí que se negaría a la oferta que le hiciste, pero me alegra que aceptara, esa noche la sacarás del estadio —comentó Lucho con orgullo ya que en esta ocasión el bar cobraría un cover especial.
—Dale las gracias a la banda Del 89’, hablé con el guitarrista y me contó cómo fue la negociación con este sujeto, es difícil que suelte el dinero, pero demostrarle miedo no es una opción.
—Lo tendré en consideración para próximos eventos.
—Lucho, he estado pensando y me gustaría que subiéramos la apuesta, hay restaurantes y bares mejores a los que podemos ir.
—Te recuerdo que vamos solo a los de rock porque el señorito se sentía más cómodo en estos.
—Lo sé y lo reconozco, pero creo que ahora estoy preparado para ir más allá.
—Adivinaré, esa entrevista te motivó. ¿No es así?
—Sí, no te lo negaré, es una oportunidad increíble y quisiera tener buen material para presentar, ahora más que nunca quiero darlo todo.
—Déjame adivinar otra vez, quieres darle a Cata la boda de sus sueños.
—Y por eso eres uno de mis mejores amigos y mi manager —rio negando con su cabeza.
—De acuerdo, Romeo, desempolvaré la lista de rechazados y te conseguiré tanto trabajo como sea posible.
—¡Excelente! ¿Y qué pasará con el disco?
—Tranquilo, tú encárgate de terminar las canciones que hasta donde tengo entendido vas por la mitad, yo haré lo demás.
—Gracias, no sé qué haría sin ti, ni siquiera sé en dónde estaría no de haberme insistido en seguir el camino de la música.
—De seguro en algún aburrido trabajo lamentándote de no haberme escuchado y sin una chica para llevar al altar.
—Sí… también te debo una por arrastrarme a esa fiesta cuando no quería.
—Sí… Creo que me debes bastante, Andrés Escalante, así que ponte a trabajar de inmediato que quiero mis próximas vacaciones en Ibiza.
—¿No es pronto para pedir vacaciones?
—Mejor apresúrate con ese disco, quizás la mujer de mi vida esté allá y tú haciéndome perder el tiempo al otro lado del mundo —con amigos como él, no necesito a cien—. Andrés, no es por sembrar cizaña ni nada parecido y sé que dejaste en claro lo de la confianza, ¿pero en verdad no sientes siquiera celos por lo que vimos en el set?
—Vamos, ¿otra vez con ese tema?
—No quiero discordias entre nosotros, pero entiéndeme, es extraño que alguien no sienta al menos celos de ver a su novia en unas poses tan comprometedoras con otro hombre así sea por trabajo.
—Sí, comprendo tu punto, pero tú mismo lo dijiste, es trabajo y Cata no lo haría, mucho menos Carlos se atrevería a meterse con mi novia.
—¿Ni un poco de celos? —ya me estaba cansando esto.
—Si te respondo, ¿quedarás más tranquilo?
—Quizás.
—Sí, sentí algo cuando él besó su cuello. Quizás sean celos porque nunca la vi hacer algo similar con otro modelo, pero vuelvo y digo, confío en ambos y sé que no lo harían.
—¿Confianza o ceguera? —cuestionó dejándome con un sin sabor—. Dicen que hay quienes no quieren aceptar los hechos y no digo que pase algo entre ellos, pero te recuerdo que estás en tu derecho de poner límites si algo no te gusta.
—Lo sé, igual no te preocupes que si llega a ocurrir lo haré.
—Espera, de pronto es mi tiquete a Ibiza —comentó en broma al sonar su celular, a lo que el mío le siguió siendo Cata.
Al menos esto nos ayudará a dejar el tema que ya comenzaba a martillarme por tanta insistencia.
—Hola, flaca, ¿cómo te terminó de ir?
—¡Increíble! No imaginas lo que pasó. Llegaron cientos, no qué digo cientos, ¡miles de fanáticos! Claro que muchos eran de Carlos, pero al ver la sesión fuera de la empresa quisieron autógrafos y fotografías conmigo.
—¡¿De verdad?! ¡Eso es increíble, te dije que te iría muy bien!
—Sí, pero es una lástima que te fueras tan temprano.
—Bueno, solo alcancé a ver hasta que dieron la orden de continuar en el exterior.
—¿Estabas en ese momento? —preguntó nerviosa—. Amor, lo que pasó con Carlos no es…
—Tranquila, no tienes que explicarme nada, sé que es trabajo y yo escuché las indicaciones que les daban, no te preocupes.
—¿No estás enojado? Es que eso fue…
—Tú tranquila, no tengo motivos para desconfiar de ustedes, es decir, eres mi novia y él mi mejor amigo.
—Gracias, amor, eres el mejor.
—Tú lo eres, flaca, ahora te dejo que tenemos una cita en la disquera.
—Está bien. También te llamaba porque, hablando con Carlos, creemos que sería una excelente idea salir a celebrar los cuatro nuestro compromiso, los trabajos y bueno, ¡TODO! —gritó feliz contagiándome.
—Me parece excelente, entonces ponte más hermosa de lo que ya eres y en cuanto tengan el lugar escogido nos avisan a Lucho o a mí que estaremos juntos.
—Sí, adiós, amor, hablamos después que mi jefe viene en camino.
—Adiós, flaca, te amo.
—Y yo a ti.
—Déjame adivinar por tercera vez —intervino Lucho al colgar igual que yo— ¿Bar y celebración?
—Bar y celebración. ¿No quieres una bola de cristal para navidad?
—No gracias, mejor mi tiquete a Ibiza.
(…)
En la disquera nos tomó más tiempo del estipulado al querer adelantar algunos traks que se nos ocurrieron, todavía no tenían letra, pero sonaban prometedoras y no quise desperdiciar la oportunidad de sacar la maqueta, así que una vez terminamos y fuimos a mi casa para dejarlas guardadas en mi computadora, nos cambiamos rápidamente y salimos a la discoteca donde ya se encontraban Cata y Carlos y esperando por nosotros. Sin embargo, se me hizo extraño que hubo una cercanía inusual en ellos y miré con disimulo a Lucho quien estaba tan perplejo como yo.
—¿Estás bien? —pregunté haciéndome el desentendido.
—S-Sí, es solo que olvidé algo en la disquera, pero mañana iré, no te preocupes —es raro que mintiera, pero quizás la sesión fotográfica lo dejó inquieto.
No es de extrañarse que Lucho actúe de esa manera, él tuvo un fuerte problema con una ex novia que lo engañó y jugó con él solo por dinero, su corazón se rompió en mil pedazos y le costó demasiado reponerse, pero entre Carlos y yo lo incentivamos a seguir luchando hasta que un día él decidió que no lloraría más por ella arrancándola para siempre de su corazón, pero tal vez el ver esta cercanía entre ellos le trajo malos recuerdos al ser lo mismo que ocurría con su ex, solo que ella lo hacía con un hombre diferente cada noche.
—¡Flaca! —grité alertando a los tres, ella se separó de Carlos y vino corriendo a mis brazos—. Estás preciosa. Felicidades por la sesión de hoy, lucías increíble —le entregué una rosa que le compré camino a la disco.
—Gracias, amor —ella completó mi felicidad al darme un apasionado beso que terminó en el pecaminoso mordisco que tanto nos encantaba—. Me encanta tus labios.
—No son tan apetecibles como los tuyos, pero son todos tuyos.
—Eso lo veremos más tarde.
—¡Andy!
—¡Carlos! —nos abrazamos palmeando fuerte las espaldas, pero como siempre no aguanté mucho—. Felicidades, supe de tu contrato y la sesión de fotos estuvo…
—Oye, no quise sobrepasarme con ella, intentamos mantener los límites y les dejamos claro a todos que ella…
—No te preocupes, alcancé a ver la primera parte con Lucho y, así como le dije a Cata, no tienes de qué preocuparte, confío en los dos —rodeé la cintura de ella dejando un beso en su mejilla—. Mejor vamos a celebrar que son demasiadas cosas buenas las que nos han pasado últimamente y todas ameritan ir por lo alto esta noche.
—Tranquilo, vaquero, te recuerdo que tú no toleras muy bien el alcohol —reprendió Lucho.
—Ya, pero no voy a descontrolarme y tampoco soy de los que arma un espectáculo cuando está tomado.
—No, eres de los que toca cargar hasta la casa como una princesa —bromeó Carlos y nos dirigimos a la mesa pidiendo una botella y una cerveza para mí.
—Muy bien, la primera ronda será por la pareja —dijo Lucho repartiendo los shots—. Porque están a un paso del felices para siempre y les deseo lo mejor de corazón en esta nueva etapa. Por los futuros esposos. Salud.
—¡Salud! —brindamos todos.
—Salud, flaca, por ti, por lo nuestro.
—Por nuestros sueños.
Es extraño, pero fue como si al besar a Cata y volver mi atención a los chicos, notase cierto disgusto por parte de Carlos y nerviosismo de Lucho, aunque era la actitud del primero lo que me dejó más intrigado.