Emanuele
Aun cuando sé muy bien que debo respetar su opinión no me importa, yo no la quiero como un juego es precisamente para que se convierta en mi esposa, lo peor de todo es que lo estaba besando con un maldito gusto, ese idiota no va tener el gusto de quedarse con mi mujer, hasta la saliva que produce su boca no dudo que sea falsa.
—¡Señor! —Esa voz tan irritante de uno de mis hombres, termina por parar mis pensamientos lo cual es mejor para mi, no cometeré errores ya que para Helena soy un hombre diferente.
—¿Qué le pasa imbécil? —Mis cejas se van doblando, por culpa de Helena es que siento este dolor en mi pecho, alguien como yo no se puede ilusionar de una muchachita tan simple, porque soy tan estúpido si se supone que ya lo estoy, soy un simple bobo cuando la tengo cerca, por
