Liam sabía muy bien las perversiones a las que estaba acostumbrado su amigo, antes jamás se había preocupado por eso, era su gusto y el de las chicas con las que mantenía relaciones permisivas, pero ahora se preguntaba si Emma gustaba de las perversiones, a él en la intimidad siempre le pareció una chica apasionada, pero no hasta ese punto. El lunes por la mañana, Emma llegó temprano a la oficina, coincidió en la entrada del corporativo con Liam, él pasó a su lado sin decir una sola palabra, no quería que se diera cuenta la manera en la que la observaba, se veía preciosa con la ropa que traía. —Vaya educación, ni buenos días. —Dijo entre dientes la chica, para después subir detrás de él al elevador. —¿Dijiste algo? —Liam había escuchado perfectamente, pero prefirió preguntar para molest
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