El engaño
Emma se encontraba en su oficina, la chica tenía un puesto importante en la empresa de su familia, su abuelo había puesto demasiadas responsabilidades sobre sus hombros desde muy chica, ese día deseaba terminar su trabajo lo antes posible para así regresar a su casa y poder descansar.
Se apresuró a terminar de revisar los contratos pendientes, se alegró al ver que por fin había revisado el último, podría llegar a casa un par de horas antes de lo acostumbrado, salió del corporativo para dirigirse al estacionamiento subterráneo, poco después llegaba a su casa, el lugar era lujoso, pero pequeño, había decidido vivir aparte de su familia, al entrar escucho ruidos extraños dentro de su recámara, sintió temor, quizás un ladrón había entrado, inhalo profundamente para darse valor, se acercó a la chimenea para tomar el atizador.
Caminó lentamente hacia la recámara, abrió la puerta con mucho cuidado, al encender la luz se encontró con una escena que jamás pensó ver, su cuerpo se tensó, una mezcla de furia y desconsuelo invadió su mente, las dos personas que se encontraban en la cama frente a ella tomaron la manta para cubrir sus cuerpos rápidamente.
—Emma, mi amor, lo siento, no es lo que tú crees.
Ella solo lo miraba con profundo odio, volteó a ver a la mujer a la que llegó a querer como a una hermana, notó un dejo de burla en su cara.
—Si tan solo hubieras accedido a mis caricias, esto no hubiera pasado, durante dos años te rogué que te entregaras a mí.
—Así que yo soy la culpable, ¡Con un demonio! Íbamos a casarnos.
—¿Íbamos? No Emma por favor, dime que aún nos casaremos como lo teníamos planeado.
—No puedo creer tu descaro, lárgate de aquí inmediatamente, y tú ¿Qué esperas para largarte?
—Lo siento primita, no es mi culpa que tu novio me deseara desde hace tiempo.
Aquello fue más de lo que Emma pudo soportar, se acercó a la chica que aun permanecía sobre su cama, la tomó por el cabello para sacarla de ahí, después de recibir un par de bofetadas, la mujer tomó su ropa y salió rápidamente.
—Emma por favor mi amor.
El hombre se acercó e intentó abrazarla, Emma lo abofeteo al igual que lo había hecho con la chica, él iba a suplicar de nuevo, pero vio que en sus hermosos ojos azules solo había desprecio, tomó su ropa y salió lentamente, esperaba que ella se arrepintiera de pedirle que se marchara, pero ese momento nunca llegó.
Emma se dejó caer sobre la alfombra después de escuchar que la puerta se cerraba, ese día por la mañana le había dado las llaves a su novio para que la ayudara a mover algunos muebles, lloró desconsoladamente, de sus ojos las lágrimas salían sin parar, después de un rato, se levantó, secó su rostro con sus manos, estaba decidida, no se dejaría vencer por aquello, saldría adelante a pesar de que sentía que su corazón se rompía en mil pedazos.
Entró en su vestidor, tomó un sexy y corto vestido en color rojo, dejó su larga cabellera castaña suelta en ondas, quería salir y olvidar, así que se dirigió a un bar cercano, conocía al barman del lugar, por lo que se sentó frente a la barra.
—Vaya, mira como vienes amiga, ¿Qué ha pasado?
—No tiene caso hablar de eso, he venido a olvidar, así que dame por favor un tequila doble.
El barman negó con la cabeza lentamente, reconocía un mal de amores inmediatamente.
Poco después un elegante y guapo hombre se sentó a su lado.
—Me da un tequila doble. —Emma sintió la necesidad de voltear para ver quien había pedido de tomar lo mismo que ella, pero no lo hizo.
El barman volvió a negar con la cabeza, el hombre que se acababa de sentar, tenía el mismo mal que su amiga, los dos deseaban ahogar sus penas, además de que no era común que los clientes pidieran ese tipo de bebida porque consideraban que era muy fuerte.
—Hola, preciosa. —Dijo el atractivo hombre mientras arrastraba las palabras después de haber tomado unas cuantas copas.
Al escuchar la sexy y ronca voz, Emma lo volteó a ver, sus ojos se encontraron con una profunda mirada que provenía de unos penetrantes ojos verdes.
—Hola. —Contestó coqueta, el alcohol en su sistema le dio el valor para hacerlo.
El hombre se paró de su lugar, la tomó de la mano y la llevó hacia una de las mesas, tomaron, rieron y bailaron por el resto de la noche, por la madrugada salieron juntos del bar, el hombre pidió a su chófer que los llevara a un hotel, después de todo él también había sido engañado por su novia, así que decidieron pasar la noche juntos, era una manera de sentirse mejor ante lo que les habían hecho.
En cuanto cruzaron la puerta de la habitación, el hombre se abalanzó sobre Emma, la besó de manera desenfrenada, sus manos recorrían por completo el cuerpo de la chica, ella empezó a sentir que un terrible calor la invadía, respondió a cada una de las caricias de aquel hombre.
Poco después se encontraban sobre la cama, la ropa de ambos se encontraba tirada sobre la alfombra, el hombre disfrutó de su cuerpo hasta el cansancio, por un momento ella lanzó un leve grito, él se detuvo un instante, después continuó con movimientos cada vez más fuertes, minutos después de llegar a la cúspide, los dos se quedaron dormidos.
Por la mañana él se despertó, recordó lo sucedido, pensó que la chica se encontraba en el baño, después de esperar pacientemente durante un par de minutos decidió buscarla, al entrar al baño se dio cuenta que estaba vacío, buscó las pertenencias de la chica, al no encontrarlas se dio cuenta de que se había marchado, se sintió molesto, aquella chica solo lo había utilizado, al mover la manta, encontró una mancha de color marrón sobre la cama.
Mientras tanto en la mansión de la familia Taylor, Noah, el infiel novio de Emma, se encontraba frente a su padre.
—¿Qué demonios pasaba por tu mente? Eres un inútil, tu única tarea era enamorar y casarte con la heredera de la familia Harris y has fallado, cometiste la peor tontería justo cuando estabas a punto de lograrlo.
—Lo siento padre. —Noah bajó la cabeza mirando hacía el piso en señal de respeto.
Richard era un hombre de carácter fuerte, así que no dudó en soltar un fuerte golpe en la cara de su hijo.
—Padre, no tienes por qué golpearme —dijo mientras se tallaba la mejilla —amo a Emma y estoy decidido a recuperarla.
—Pues más vale que lo hagas, ahora sal de aquí y no regreses hasta que puedas decirme que esa boda se llevara a cabo, el futuro económico de nuestra familia está en tus manos.
Noah salió furioso, su padre había malgastado su fortuna y ahora ponía sobre sus hombros la responsabilidad de salvarlos.
Tenía que lograr que Emma lo perdonara, no tan solo por lo que su padre le estaba exigiendo, sino porque en realidad la amaba.
En su casa, Emma se sentía mal, no debió comportarse de esa manera, tantos años había soñado con casarse de blanco y lo había arruinado al pasar la noche con un completo desconocido, afortunadamente era sábado y no tenía que presentarse en la oficina, no soportaba el terrible dolor de cabeza que sentía, un poco más tarde su teléfono comenzó a sonar insistentemente, al ver de quién se trataba contestó inmediatamente.
—Abuelo.
—Hija, por la noche nos reuniremos en la mansión familiar, vendrán todos, así que te espero en un par de horas o enviare a alguien para que vaya a traerte.
Emma no estaba para reuniones familiares, pero cuando se trataba de su abuelo no podía negarse, era la cabeza de la familia y le debía absoluto respeto.
Más tarde llegó a casa del abuelo, toda la familia se encontraba reunida tal y como el abuelo le había dicho.
—Prima, que bien que has venido, ¿Dónde está Noah? Quiero apostar con él a que gana mi equipo.
Emma se sintió terrible, intentó evitar que las lágrimas la traicionaran, al ver que no las podía contener, se alejó corriendo para encerrarse en su recámara, sería difícil tener que explicar a su familia lo que había sucedido, sabía que llevaban una buena relación con Noah, pero eso acabaría en cuanto ella les dijera lo que había sucedido, y tendría que hacerlo, pues ahí estarían sus padres y sus tías, ellos estaban organizando la boda, querían que fuera la mejor que se hubiera visto.
Poco después el abuelo preguntaba por ella, ya estaban reunidos todos en torno a la mesa.
—¿Dónde está Emma?
—Aquí estoy abuelo. —Después de tranquilizarse decidió bajar a la cena.
—Pero hija, anda, siéntate aquí a mi lado, es poco tiempo el que estarás soltera. —Emma obedeció al abuelo, se lo diría después de la cena, no quería arruinar el momento.
Emma había olvidado un gran detalle, en la cena estaría presente su prima Lena, la mujer con la que Noah la había engañado, minutos después la mujer llegó, camino para tomar su lugar en la gran mesa, la acompañaban sus padres, Lena al ver a Emma, la miró con altivez, la sonrisa de burla en su cara enfureció a la chica.
—Hola primita, siempre es un gusto verte. —Se acercó para depositar un beso en su mejilla a manera de saludo. —Emma apretó los puños bajo la mesa, no era el lugar ni el momento indicado para hacer un escándalo, hablaría con su abuelo más tarde.
Cenaron mientras escuchaban las aventuras de uno de sus primos, era un eterno viajero, se dedicaba a visitar diferentes lugares alrededor del mundo, por lo que siempre tenía muchas aventuras que contarles.
Poco antes de terminar la cena, la voz de un hombre se escuchó, todos voltearon a ver al recién llegado.
Emma no podía creer tanto descaro, Noah Taylor estaba parado en la entrada, Lena se levantó para recibirlo, Emma temblaba, no quería hacer un escándalo, pero su paciencia era limitada.