Rivalidad.

1863 Words
La brisa fresca de Mérida acariciaba el rostro de Amelia mientras permanecía de pie en el auditorio de la Universidad de los Andes. Era el día que había esperado durante años, su graduación en letras mención Escritores. Amelia, con su cabello oscuro liso sobre sus hombros y sus ojos verdes brillando con emoción, relucía entre los orgullosos graduados, sosteniendo con orgullo su diploma, mientras sus manos sudaban y su mente no paraba de pensar en lo que vendría a partir de ahora, era evidente su emoción, pero también lo era su nerviosismo al dar un paso más hacia un futuro incierto. El rector de la universidad, un hombre de porte imponente, pero de rostro feliz al ver a sus jóvenes adultos estudiantes logrando esta gran hazaña, subió al escenario para dar el discurso final de la tarde. Pero todos seguían ansiosos sabían que el momento más esperado era el anuncio de los mejores promedios, aquellos que recibirían una oportunidad única de viajar a Miami, Estados unidos, para participar en la edición de una famosa revista dirigida a la comunidad latina en norte América. Eso abriría camino a sus esplendorosos futuros como profesionales de la escritura, ese era el verdadero objetivo para muchos, incluyendo a la hermosa Amelia. Amelia estaba ansiosa, había trabajado arduamente durante años, y confiaba en que su nombre sería mencionado. A su lado, una buena amiga, Carolina quien esperaba la misma oportunidad, y al otro lado su novio, Pablo quien había avanzado hasta el final y también había tenido buenas calificaciones al igual que su hermosa novia Amelia, en realidad todos compartían la misma expectativa. Los tres habían soñado con esa oportunidad, y entre casi once personas solo para tres sería esa una escapatoria de la realidad opresiva que vivían en Venezuela, un país asfixiado por un gobierno totalitario que había limitado sus esperanzas y sueños de la mayoría desde hacía muchos años atrás. El rector hizo una pausa antes de anunciar los nombres. Amelia sintió que su corazón latía con gran intensidad y mucha fuerza. Entendía que había trabajado duro y esperaba con ansias escuchar su nombre junto al de Carolina y el de Pablo por supuesto. Su cuerpo comenzaba a transpirar a causa del nerviosismo que se apoderaba de ella. — El primer lugar. —Anunció el rector con una sonrisa en su rostro por la gran admiración hacia esa persona, no podía ser alguien más que ella. —Es para Amelia Valentina Hernández. Felicidades señorita Amelia, muy merecido, reconocimiento a su arduo trabajo. —Agregó el rector, con una característica sonrisa en su rostro por la felicidad de saber que una de sus antiguas alumnas había alcanzado la meta soñada. El auditorio estalló en aplausos. Amelia, con una mezcla de sorpresa y alegría, subió al escenario para recibir su reconocimiento. Sus manos temblaban ligeramente mientras estrechaba la mano del rector, sintiendo que todo el esfuerzo había valido la pena, sintió un peso apartarse de sí misma en ese momento, pero aún faltaba Pablo. — El segundo lugar es para Carolina López, felicidades señorita Carolina, creo que siempre lo esperé de usted, excelente en la práctica, Miami le espera. —Comentó el rector, feliz y alegre por dar aquel anuncio a quien fue una gran trabajadora en prácticas y tuvo las mejores calificaciones sostenidas durante la mayor parte de la especialización. Una carga menos sintió Amelia y la misma Carolina sin duda alguna. Carolina, radiante de felicidad, siguió a Amelia, abrazándola brevemente antes de recibir el reconocimiento especial. Ambas se miraron emocionadas, compartiendo un momento que habían imaginado durante años, ya todo parecía estar listo, solo faltaba Pablo. Finalmente, el rector tomó un último sobre y lo abrió lentamente. Amelia se tensó, esperando escuchar el nombre de su novio Pablo, pero cuando el rector habló, el nombre que salió de sus labios dejó a todos atónitos, era impensable aquello. — El tercer lugar es para Alan Sebastián Martínez. Felicitaciones señor Alan, creo que me sorprende, nunca esperé mucho de usted, pero ha sabido callarme, sus notas y su desenvolvimiento en la práctica hablan por usted. —Expresó el rector, enseñando una buena sonrisa hacia Alan. El auditorio quedó en silencio por un instante y Amelia parpadeó, incrédula por lo que escuchaba. — ¿Alan? —Amelia no podía creerlo. Miró a Pablo, cuyo rostro se había endurecido al instante. La decepción era palpable en su expresión, fue un duro golpe a su orgullo y a su corazón, Amelia comprendía que esto complicaba en gran manera las cosas para sus planes a futuro. Alan Sebastián, el hijo del hombre que había sometido a parte de la ciudad durante tantos años, había conseguido el último puesto. La sangre de Amelia comenzó a hervir, sentía que esto debía de ser una broma o algo por el estilo, para ella, Alan no necesitaba ninguna oportunidad, su padre ya les había robado la oportunidad a miles en la ciudad y esto era injusto a su criterio. Alan se levantó de su asiento, caminando hacia el escenario con la seguridad que siempre lo caracterizaba. Su cabello n***o oscuro y sus ojos marrones reflejaban una tranquilidad que irritaba a Amelia profundamente. Mientras él aceptaba su reconocimiento, Amelia no pudo evitar recordar todas las injusticias que su familia había sufrido por culpa del padre de Alan, un hombre corrupto con fuertes lazos con el gobierno, uno de tantos políticos que solo robaban para él y su familia. — No puede ser… —Murmuró Pablo entre dientes, claramente frustrado y enojado, había dado por hecho ese puesto para él, y ahora todo se derrumbaba frente a sus ojos en un segundo, su frente sudaba y sus puños los apretaba con gran furia intentando contenerse, tuvo una sensación de desaire que no esperaba. Amelia sintió una oleada de rabia mezclada con impotencia. Esta era su oportunidad, la de su amiga y la de su novio. Y ahora, un "niño ricachón" que podía salir del país cuando quisiera, les arrebataba esa posibilidad de las manos. El resentimiento hacia Alan se profundizaba con cada segundo que él se acercaba al escenario, si antes no lo pasaba, ahora muchos menos que le había arrebatado la opción una vez mas de ser feliz a Amelia junto a su “futuro esposo Pablo”. Cuando llegó el momento de posar en el escenario, Amelia se sintió obligada a ocultar su decepción. Pero cuando pasó junto a Alan, la ira que había intentado reprimir salió a la superficie de un momento a otro, demostrando su personalidad explosiva e irritante, cosa que le caracterizaba y razón por la que era bien conocida. — Espero que estés feliz, Alan. —Dijo Amelia, con un tono cargado de sarcasmo y una mirada directa que demostraba esa furia contenida por dentro, ante los ojos de Alan parecía que ese enojo la consumía lentamente. —Tu padre estará orgulloso de ver cómo su hijo sigue arruinando la vida de los demás, tal cual como él le enseñó, supongo. —Vociferó Amelia un poco entre los dientes, intentando que el rector no escuchara lo que ella tenía para decirle a Alan. Alan solo se limitó a observarla y reír por sus palabras. El silencio que siguió fue palpable, y Amelia sintió un nudo formarse en su garganta. Alan Sebastián, el hijo del hombre que había causado tanto sufrimiento a muchas familias, había superado a Pablo su novio. La sorpresa se mezcló con una creciente frustración entre los tres amigos. Pablo, sentado junto a los demás, mantenía una expresión estoica, pero Amelia conocía demasiado bien el dolor que él sentía en ese momento. Sus planes de estar juntos en Miami ahora se desmoronaban por culpa de Alan, el "niño consentido" que tenía todo y que aun así les arrebataba esa oportunidad que pocos podrían lograr. Cuando Amelia bajó del escenario, cruzó su mirada con Alan una vez más, quien la observaba con una mezcla de orgullo y desafío. La rabia que había intentado contener se desbordó en Amelia en aquel instante abajo del escenario. — Deberías rechazar este programa, Alan ¿Me oyes? —Replicó Amelia en un tono bajo pero lleno de veneno, sin duda alguna parecía decidida a atacar a Alan hasta hacerlo desistir. —Eres hijo de un corrupto que arruinó la vida de muchas personas, incluyendo la de mis padres. Y aun así eres capaz a quitarle esta oportunidad a alguien que realmente la necesita como Pablo, eres un egoísta. —Concluyó Amelia, con su mirada llena de enojo hacia Alan, quien solo observaba con una distintiva sonrisa de burla hacia Amelia y sus palabras. Pero en realidad era ese silencio en Alan lo que sacaba de sus cabales a Amelia, no lo soportaba. Alan la miró, sus ojos estaban reflejando una breve chispa de incomodidad e ironía por aquel bochorno, antes de recuperar su habitual frialdad. No respondió, pero su silencio fue más irritante para Amelia acompañado de esa sonrisa socarrona, eso irritaba más que cualquier palabra que pudiera haber dicho. El resentimiento hacia él se arraigó aún más en el corazón de Amelia, quien esperaba al menos una palabra de parte de Alan, pero él era astuto y prefería callar. — Ya veremos quién realmente logrará estar allí. —Agregó Amelia antes de girarse y marcharse de un lado de él con una determinación renovada por hacer lo que fuese para sacar a Alan de ese puesto, el cual, merecidamente, sí había obtenido. Amelia se alejó de un lado de Alan, dejándole en medio de un mar de miradas acusatorias de los demás estudiantes, quienes ya le traían idea a causa de su propia familia. La jornada que debería haber sido de pura alegría estaba ahora teñida de conflicto y decepción para algunos. La rivalidad entre Amelia y Alan había nacido en ese mismo instante al parecer, o solo se dejó ver algo que ya existía, plantando las semillas de un enfrentamiento que se desarrollaría mucho más allá de las fronteras de Venezuela de no cambiar esta decisión del rector. Alan la miró sorprendido por la dureza de sus palabras, mientras ella se apartaba de su lado, pero no respondió, su silencio solo hizo que la rabia de Amelia aumentara más como si eso fuese posible. Los aplausos que siguieron se sintieron vacíos, carentes del entusiasmo que había al inicio de aquella ceremonia de premiación. Amelia sintió el peso de la mirada de Alan sobre ella mientras seguía caminando, pero no le importó. Las palabras que tenía dentro salieron con una furia que había contenido desde hacía mucho tiempo, según ella, alguien debía haberlo puesto en su lugar desde hacía algún tiempo. El ambiente entre los estudiantes se tornó tenso, muchos compartían el descontento de Amelia y Pablo. Alan, a pesar de su logro, se encontraba en una posición incómoda, rodeado por un ambiente hostil que no podía ignorar por mucho tiempo. Así comenzó la rivalidad entre Amelia y Alan, una que estaba destinada a ser mucho más que una simple competencia profesional. El resentimiento, el desprecio y los prejuicios sembraron las primeras semillas de un conflicto que iba a definir sus vidas en los días venideros de seguir ambos por el mismo camino.
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