Al llegar al hospital caminé rápido para llegar a la habitación de mi padre. Llevaba en mis manos algunas frutas, agua pura, mantas y ropa interior para que se pudiera cambiar.
—Hola papá.— Saludé al verlo sentado revisando su celular. Procedí a quitarselo. —Deja de revisarlo o de lo contrario me lo llevaré. Son órdenes del doctor.— Mi padre suspiró y luego soltó una sonrisa.
—Hola cariño.— Bajó su celular para luego dejarlo al lado de su mensa de noche. Dejé lo que llevaba en un mueble que estaba al lado de su cama a unos metros de distancia y después me acerqué para darle un fuerte abrazo.
—¿Cómo te sientes?— le pregunté.
—Estoy mucho mejor.— Sonrió mostrándome sus ojos cansados.
—Te traje fruta y agua pura. También ropa interior limpia y unas toallas.— Mi padre apretó mi mano con
