Mi padre fue dado de alta finalmente y obtuvo dos semanas de vacaciones, por lo que podría relajarse en casa mientras estábamos nosotros en la universidad. Por las mañanas Jude y yo salíamos a correr y bueno, a pesar de mi sedentarismo logré alcanzar a correr 8 kilómetros, eso sí, me sentía desfallecer al llegar. Lo que más me sorprendía es que mis heridas del accidente del auto habían mejorado bastante, incluso Jude ya no tenía ningún rasguño. Era realmente increíble. —Vamos Adria, debes llegar a los 10 kilómetros. —¿Crees que no lo intento?— pregunté casi que hiperventilando. Sabía que Jude sería un entrenador con mucha disciplina, pero yo no podía alcanzar su ritmo. Debo admitir que es muy difícil. —¿Quieres que viajemos al pasado?— Lo miré intentando controlar mi respiración y lueg