Capítulo 3

1612 Words
Como desconocía la ubicación del lugar donde podría estar ese antipático sujeto, recurrí a preguntar a cualquier empleado con el que me encontraba, debido a esto finalmente pude ubicarlo, sin embargo, la manera en la que estaba aparentemente en medio de una llamada de alguna manera me hizo sentir avergonzada, aunque antes hubiese visto hombres en ropa interior, de alguna forma el verlo de ese modo me hizo sentir extraña, de tal magnitud que la maleta que sujetaba cayó al piso, ocasionado con esto que se girara y me mirara con expresión de descontento. —Luego te llamo Frank y espero podamos acordar esa salida —con esas palabras que escuche decir mientras recogía la maleta finalizaba el contacto que mantenía—. ¿Se puede saber qué haces espiándome? —No lo hacía, solo estoy aquí para empezar con mi trabajo, además, debería cubrirse un poco ¿no lo cree? —¿No me dirá que nunca has visto a un hombre en ropa interior? —Lo decía por respeto y desde luego que he visto personas en ropa interior. —Si pregunte no era para que me respondiera. Regla número uno, lo harás cuando yo lo pida… —Pues usted lo pregunto —con esa respuesta que daba al interrumpirlo se aproximó a mí, ocasionando con ello que notara lo alto que es, asi como la destacada belleza que posee a pesar de la actitud que tiene sobre mí. —Regla número dos, odio que me interrumpan, asi que no se te ocurra volver a hacerlo y la última y fundamental de todas mis normas, acataras todo lo que te diga asi se te indique otras directrices. ¿Lo comprendes? Ante su pregunta asentí con la cabeza, de esa manera se alejaba para cubrirse con una bata que traía estampada su nombre y apellido. —¿Cuál es tu nombre? El que preguntara eso me molestaba, como olvidarlo si Bob al haberme hecho el llamado lo pronuncio, no obstante, debía volver a hacerlo. —Claire Henderson, tengo veintiséis años y… —Solo pregunte tu nombre, el cual ahora será otro, te llamare sol, pienso que… —No es mi nombre, ¿porque debe llamarme asi, es que acaso no escucha lo que digo? —como si hubiese provocado de nuevo el enojo en él, se aproximó nuevamente hacia mi. —La que veo que no escucha nada eres tú, para empezar te llamo como me plazca, serás mi empleada y yo tu jefe y en segundo lugar me volviste a interrumpir, de seguir con esa actitud no llegaras a cumplir la semana. Evitando más inconvenientes me abstuve de refutar al respecto. Aprovechando que se ubicaba en el asiento donde aguardaba por mí empecé a situar mi maleta para disponerme a hacer mi labor. Notando que me observaba con detalle al sacar el maletín donde llevo todo lo necesario pregunte al respecto. —¿Sucede algo? —Estoy esperando a que me diga que hace, aunque veo que no lo hará. Su comentario me parecía extraño, a que venía esa pregunta cuando era obvio. —Ubico mis implementos y lo que usare para su arreglo personal. —Pues ahórrese ese paso, tengo lo que uso y no necesito otros implementos que no sean los míos, no pretendo tener una alergia o brote en la piel por usar implementos usados por otros. —Disculpe que discierna de lo que dice, pero no es asi, tengo una correcta higiene con cada implemento que uso, además, evito mantener el contacto directo con los productos que aplico. —Por lo visto estas haciendo méritos para no durar como mi empleada ¿cierto? No has parado de refutar y de no acatar mis reglas que ya impuse. Como ya lo dije antes harás lo que diga y entre eso esta no usar lo que traes, asi que para mañana no pierdas tu tiempo con todo lo que trajiste. Observando que se había levantado para dirigirse hacia una especie de armario, sin poder evitarlo proferí una palabra que tenía en mente. —Malvado, ¿quién se cree? No sabría porque hacia esas cosas, pero era evidente que por ello seguiría ocasionando problemas, hecho que era evidente al haberse aproximado con un maletín con algunas semejanzas al mío. —Que sea la última vez que me irrespetas de la manera como lo acabas de hacer, soy más que tú y por mi tendrás un empleo. Esto que acabo de sacar de mi armario personal es lo que usaras para mi cuidado y arreglo diario, tal cual como está lo mantendrás, de sucederle algo o no mantenerlo pulcro tendrás muchos problemas. Hasta el momento no había tenido un empleo como maquillista, por ello debía aguantarme todas las exigencias de alguien como él ya que de lo contrario mi alacena continuaría en declive y el dinero del arriendo jamás lo tendría. A medida que hacia lo que me indicaba continuaba quejándose por cada cosa, teniendo que ser paciente como nunca antes lo he sido. Como parte de mi trabajo recalcaba que debía estar al pendiente de su vestuario y de su cabello, labores que no me correspondían en lo absoluto. —Me parece que no comprende, solo seré su maquillista, no su asistente. —Sol, tu eres la que no entiende, para mí las maquillistas deben hacer todo eso, no me interesa cómo funcionan con el resto, pero conmigo es asi y de no aceptarlo puedes retirarte. —De acuerdo, lo hablare con Bob, me parece que he terminado hay alguna… —¿Terminado? Nada de eso, tengo mucho trabajo hoy y tú estarás conmigo, no planeo verme mal en ningún momento, asi que vamos, andando. Tal como lo avecino asi fue, fueron muchas horas las que estuvimos de un lado para otro y en cada toma no paraba de indicar que retocara su rostro, acomodara su cabellera e incluso que buscara agua ya que tenía sed. En pocas palabras me sentía como esclava y no como una profesional del maquillaje. Con el pasar de las horas estaba agotada, el tener que estar detrás y buscar cualquier cosa que necesitara era muy agotador, por ello pensaba si realmente soportaría todo esto. Meditando sobre ello escuchaba su voz nuevamente, llamándome por un nombre que ni siquiera era el mío. —Sí, ¿qué necesita? —Para empezar bájale a tu tono. —Solo estoy cansada. —Descansaras cuando te marches, de momento te informo que mañana tendré un vuelo a California, grabaran algunas tomas de mí para un perfume, asi que te necesito muy temprano en el aeropuerto. Como comprenderás eres mi empleada y deberás acompañarme a donde vaya. —De acuerdo. —Odio la impuntualidad, asi que no incumplas lo que digo. Asentí y con ello obedecía para esperar por los minutos que restaban. Minutos más tarde mientras sacaba la maleta que había traído para retirarme finalmente llegaba otro sujeto. —¿Donde esta Dominic? —Se encuentra ocupado, ¿quién lo necesita? —Soy su novio ¿y usted? —aunque supiera que Dominic era gay no terminaba de caer en esa realidad. —Su maquillista, aunque más que eso diría que soy como su asistente. —Ya veo, por favor indíquele que Frank está aquí, tengo prisa. Aunque ya era mi hora de retirarme acate lo que había dicho, para mi fortuna terminaba de asesarse como me había indicado por ello no tuve que demorar esperando. —¿Todavía aquí? creí que se había retirado. —Lo siento es solo que alguien afuera aguarda por usted. —¿De quién se trata? —Dijo que era su novio, Frank —Hazlo pasar y por favor retírese. Otra cosa, no quiere ver ese atuendo de nuevo, no admito los vaqueros y mucho menos con un cárdigan como el que porta, por lo que veo no tiene idea de cómo vestirse, asi que para mañana la espero con algo decente. —Sí señor. El salir definitivamente de esa habitación que era del uso exclusivo de Dominic me daba un respiro, sin embargo, el tener que llevar todo lo que había traído, asi como lo que había ordenado que llevara para su uso me parecía una exageración. En vista de que aún no posea vehículo no me quedo de otra que esperar por mi hermana, estaba muy agotada, a tal punto que donde me había ubicado quede rendida por unos minutos, Al cabo de ese lapso de tiempo en el que sin percatarme había quedado dormida era despertada por Frederick, quien en esta ocasión se encontraba solo. —¿Que se supone que haces aquí dormida? —Lo lamento, estoy muy cansada y sin darme cuenta me quede dormida. —Pues no deberías volver a hacerlo, es contra las normas, además, porque no te has marchado, ¿pudiste conseguir el empleo? —El peor de todos por cierto, no soy vista como maquillista sino como esclava de sus excentricidades. —Pobre, otra miserable que cae en las manos de Dominic, solo espero no te ocurra lo que le sucedió a Merry y a Sarah. —¿De qué hablas? —Las muy tontas terminaron profundamente enamoradas de él y cuando las despidieron tuvieron que asistir a terapia, tal parece que cayeron en el encanto gay. —¿Encanto gay? ¿Qué es eso? —Es la definición para referirse a aquellas bobas que se enamoran de alguien que jamás les corresponderá. —Entiendo y créeme, eso no me ocurrirá. Lo dije tan firme en mis palabras como si asi fuese, sin embargo, no podía negar que alguien como él exceptuando sus rarezas y pésima actitud era el sueño de cualquier mujer.
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