Al parecer no era a la púnica a la que le parecía un buen prospecto el doctor Guerra, por que en cuanto cruce la puerta mamá Mabel me esperaba con junto a León en la sala. —¿Qué paso? ¿Cómo te fue, hija? —Bien. —dije tratando de ocultar mi sonrisa. —¡¿Y…?! —Nada. —dije encogiéndome de hombros y desviando la mirada, mentirle a mamá Mabel no era sencillo así que me escabullí a la cocina para tomar agua, evitando así la mirada interrogativa de mi tía. —¿Lo besaste? Casi escupo el agua por la pregunta repentina que me hizo, pero traté de contenerme y volví a mentir. —No. —Ay, ese doctor Guerra es muy guapo hija, ojalá le des una oportunidad, imagina que te casarás con él, sus hijos serían muy guapos. —¡Pero que cosas dices tía! —dije casi gritando— me voy a dormir, tengo sueño. En