Las cosas se calmaron a la mañana siguiente. En el comedor y los pasillos Alex y Elias sonrían como siempre como si no hubiese pasado nada ayer. No vi a Alan en todo el día y tampoco hubiese sido conveniente encontrarlo. Aún estaba enojada y si lo veía podría llegar a matarlo o lanzarle un hechizo de tortura (accidentalmente por supuesto). Lo único que me despejaba la menta era el soccer mágico. James tenía razón: era un deporte que poco a poco se estaba convirtiendo en una indescriptible pasión. Volar es dejar tus pensamientos y problemas en la tierra para sentirte completamente libre en el aire. Eso era lo que necesitaba en ese momento. —¡Raquel! ¡Espera, vas muy rápido! — me gritó Roxan desde un poco más abajo. Quizá si estaba yendo un poco rápido pero eso era exactamente lo que querí