Capítulo 21 Martha tiene algo en su interior

1702 Words
Capítulo 21 Martha tiene algo en su interior —¡¿Qué?! ¡No! Claro que no, no creo que haya sido eso —¿Entonces qué? ¡Abre los ojos, José! ¡Mira a tu alrededor! No están, mira su casa, su cabaña, no están, no están, están muer… —¡No se te ocurra decirlo! —le gritó y la miró—, ellos no están muertos, ellos no están muertos, ¿De acuerdo? Solo, solo están, solo… —José, no busques palabras cuando no las hay —Papá ¿Dónde está mi tío Josué, mi primo Manuel, mi prima Cristina y la señora pájaro? —preguntó Samuel triste —Es Mirla, hijo —Exacto papá, la señora Mirla —Hijo, todos ellos están bien, te prometo que… —¡Basta! ¡Basta, José! Ya no le mientas al niño, deja la terquedad —Martha no te metas, estoy hablando con mi hijo —También es mi hijo —Cuando hablas con él no intervengo, así que te voy a pedir el favor, que no lo hagas tampoco, ¿Okey? Martha se quedó callada, enfurecida miró el suelo, observó a las pequeñas hormigas caminar, pensó un momento en todo aquello que le confesó José del pasado, pensó que actuó como una tonta al no gritarle, al no reclamarle, regañarle y decirle cuantas cosas naciera de su mente y de su corazón, sin embargo sabía que era normal, que su persona era tan buena que perdonaba todo lo que su esposo le hiciera, a pesar de que sintiera furia y dolor que la quemaban por dentro. —No —dijo ella y levantó la mirada —¿Disculpa? —Me acabas de decir hace un momento que me fuiste infiel en el pasado y que por eso estoy en este maldito lugar con miedo y decís que no intervenga cuando veo que también engañarás a mi hijo, no, no José, Samuel no —Mamá, ¿Qué sucede? Por favor, no discutan, por favor, no quiero verlos pelear —dijo Samuel triste, dolido y asustado —Samuel hijo, tu tío, Mirla y tus primos están muertos —¿Qué? —reaccionó Samuel sorprendido y se echó a llorar —¡Martha! —gritó José con los ojos abiertos—, ¿Qué acabas de hacer? —Hablar con la verdad, ¿Para qué más mentiras, eh? Dime —Mira lo que has hecho mujer —dijo él molesto. Y caminó hacia donde su hijo para consolarlo—, no tienes corazón, no tienes perdón de Dios —¿Perdón de Dios? ¿Corazón? ¡Ay, por favor! Lo dice el hombre que engañó a su novia con su ex amiga, eso no tiene perdón de Dios, eso es no tener corazón, deberás que a veces me pregunto cómo es qué actúas como idiota —¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡¿Qué no ves a nuestro hijo sufrir?! —le gritó enfurecido —¡Ya no griten más! ¡Por favor! ¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo! ¡Ya no griten más! Por favor mamá, por favor papá —les gritó Samuel tapando sus oídos Martha y José se miraron, sus caras se pusieron tristes, bajaron sus cabezas y empezaron a pensar en sus actos, sus acciones, sus palabras, sus expresiones y sobre todo, la discusión delante de su hijo que lo hizo sentir mal, tristeza, dolor y más miedo del que los tres ya sentían, por las cosas extrañas sin explicación que habían vivido, haciéndolos pelear entre sí, aunque un secreto del pasado se había colado en el presente, las cosas anormales que se encontraban viviendo en el bosque Araback. —José, creo que debemos parar, nuestro hijo sufre —¿Es enserio lo que me estás diciendo? ¿Parar? Si la del problema eres tú —¡Bueno ya basta! ¡Basta ya! Después de hacer la pases como pareja que eran, perdonarse los unos a los otros y tratar de olvidar lo ocurrido, como aquel secreto liberado y las discusiones que había herido gravemente a du pequeño hijo. José Domínguez con un dolor que rompía su alma se tiró al suelo llorando, había aceptado que su esposa tenía un poco de razón en cuanto al árbol que había descubierto con su hermano, porque descubrió que este que encontraron él y su hermano en el pueblo loma roja, les había traído la calamidad, el miedo entró a sus casas, destruyó el amor entre la familia, por momentos hizo perder la confianza entre ellos y ya habían al parecer, muertos. Allí en llanto comenzó a recordar el pasado, años atrás cuando su hermano Josué lo defendió con quien él peleaba, cuando jugaban entre ellos, cuando se despidieron en el bosque dándose un abrazo y cuando encontraron el árbol en el pueblo Loma Roja, aquellos recuerdos solo quedarían ahora en su memoria, sin ninguna fotografía que hiciera ver esos recuerdos, aunque los creía muerto a todos a pesar d que no había c*******s, no sabía que Mirla y Manuel estaban vivos y que por desgracia Josué si murió junto a su tesoro, la niña de sus ojos, Cristina. —Los amo con toda mi alma —dijo en su mente y cerró sus ojos Al abrir sus ojos con sed de venganza, limpió sus lágrimas, entonces se levantó llenó de rencor y valentía, diciendo que le echaría fuego a la cabaña que había construido, para que el mal no se saliera con la suya. Martha se sorprendió al escucharlo decir eso, entonces le dijo que no volviera, que no actuara como idiota y que no quería perderlo, más él le gritó furioso que mirara al frente y viera la cabaña de su hermano vuelta cenizas, que una muñeca o lo que sea que creó su hermano acabó con él y con toda su familia, —Martha, ¡Mira! ¡Mira! Mira a tu alrededor, mira el humo de esa cabaña vuelta polvo, estamos en el bosque, sin protección, estoy sin mi hermano, está muerto, Manuel, Cristina, Mirla, todos están muertos, no quiero que alguien más muera —le dijo llorando —José, nadie más va a morir —¿Y tú cómo lo sabes? ¿Cómo lo sabes? ¿Qué acaso eres bruja? —No lo sé, solo lo siento —Pues lo que sientes no es suficiente, debo acabar con esa maldita cosa Decidido a ir por venganza y quemar la cabaña que había construido, José se despide de su esposa e hijo para poner en marcha su objetivo, cuando ya llevaba cinco pasos, escuchó el suspiro y el llanto de Samuel, así que se regresa, lo acarraza fuertemente y le da un beso en la mejilla diciéndole que volverá, y que saldrán del bosque en busca de un nuevo hogar, Samuel se limpia sus lágrimas y le dice que se cuidara mucho, entonces cuando se levanta para ya irse, dio un paso y Martha lo sujeta por el brazo rogándole que no se fuera, lo que provocó un serio enojo en él. —¡Ya basta, Martha! —le gritó y la empujó fuertemente hacia un lado En ese instante Martha comienza a sentir un dolor terrible en su interior y enseguida algo empieza a moverse, José se tiró al suelo y la tomó entre sus brazos pidiéndole perdón, pero ella comenzó a gritar que no podía más y que algo en su interior se movía. Samuel se asusta tanto que se echó en llanto, entonces Martha se alza el vestido que llevaba consigo y vieron los tres como el estómago de ella se movía por si solo, el estómago lo tenía morado e hinchado y de la nada comenzó a vomitar, todos pudieron observar que vomitaba una horrible cosa negra que parecía brea, asustada le preguntaba a José qué era lo que pasaba, más ni siquiera él sabía que era lo pasaba, pues era una pregunta que él también quería hacerle. Por el dolor que se hacía más grande, Martha gritaba como si estuviese dando a luz, así que le pidió a José que la cortara con una navaja y él aceptó, aunque lo pensó por unos minutos por miedo a perderla, pero no tenía una navaja consigo, entonces ella decidió meterse los dedos en la boca para tocar la ovula que reflejaba el vómito, y así fue, Martha logra vomitar nuevamente esa cosa negra espesa que parecía brea, pero esta vez contenía unas plumas negras, sin saber que eran del cuervo que se le introdujo por dentro cuando estuvo desmayada en el ataque de los cuervos. —¿Qué es esa cosa? —se preguntó así misma sintiendo asco —No lo sé, pero me da miedo, me da miedo Martha—dijo su esposo Los tres estaban sorprendidos al ver las plumas negras que Martha había vomitado, aunque a la vez estaban asustados, para José y su hijo no había sido normal de los que fueron testigos, Martha pensando que nada más pasaba después de lo ocurrido se levantó diciendo que ya se sentía bien, mientras, José Domínguez junto con su hijo se asustaron al verla como si nada, entonces Martha les decía que era ella que no tenían porque temerle, y también les preguntó por qué la veían así, José un poco miedoso se le acercó, la miró a los ojos y la abrazó pidiéndole perdón, más él aún tenía en mente ir a quemar la cabaña para acabar con el mal que lo había hecho pasar tan horrible momento. Sin dudas la evolución de los hechos causados por aquella semilla habían sobrepasados los límites, Satanás ya no se había presentado en cuerpo y alma a través de algún animal, pero Dios desde los cielos que siempre ve todo permanecía observando todo hasta la última pizca, aunque ninguno lo podía ver cómo era realmente, siempre estuvo con ellos sin ni siquiera saberlo, ignoraban su presencia por su aspecto, pues una ave de color blanco y con un pedacito de paja en su pico era un animal más del bosque Araback, lugar en el que vivieron casi diez años y del que querían salir lo antes posible para no pisarlo más y volverlo leyenda.

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