Mientras tanto, en las tierras del clan vengermen…
El gran duque Cafmen, escuchaba el informe dado por su secretario. Entre tantas cosas, el nombre del pueblo donde estaban los peregrinos llamo su atención.
—¿Durken?—Su rostro lleno de asombro, sorprendió a su secretario, quien siguió su informe.
Según lo ya mencionado. Este año el templo arribo en durken y no en la capital de ameli. Cafmen suspiro pensando. Si el templo arribo en durken lo más probable sería que su pupilo visite ese lugar. Viéndolo tan alterado, el secretario se cuestionó las razones. ¿Qué clase de problemas podría llegar a tener un hombre como él?
Cafmen vengermen, tiene dos de los puestos más poderosos del imperio. Siendo líder del clan más fuerte, también posee el puesto de general de defensas mágicas. Como si esto no fuera suficiente, también posee grandes lazos de hermandad con el emperador. Habiendo Sido su maestro desde muy temprana edad, cafmen es como un tío para karyun. Actualmente, posee - años, su cabello grisáceo y sus ojos marrones, combinan a la perfección con su tez clara.
Interrumpiendo su concentración, el secretario anuncio la llegada de una carta enviada desde la capital, claramente proveniente de su preciada hija. Había pasado mucho tiempo desde que recibió noticias ella. Sin embargo, el contenido, más que alegría, le causó disgusto.
Suspiro intentando tranquilizar su mente perturbada. Hace más de dos años, su única hija había desobedecido su deseo de desposarla con alguien digno de ella. Como si esto fuera poco, había arribado en el palacio como una concubina. A pesar de ser la renombrada futura emperatriz. Cafmen sabía muy los inconvenientes de este falso rumor.
Su hija nunca sería una emperatriz, pues, una relación entre ellos, era imposible si no había amor de por medio. Tarde o temprano, sufriría el dolor de un amor no correspondido. Y claramente no sería de parte de su pupilo.
Siendo un padre sobre protector, crio a su bebé con amor y felicidad, la idea de verla sufrir por hombre, le partía el alma en dos. Pero… ¿Cómo culpar a su pupilo? Cuando claramente solo está en medio de todo el problema.
Tomo la pluma llena de tinta y escribió su respuesta lo más rápido que pudo y entrego la carta para que fuera enviada. Los golpes de la puerta sonaron, para dar paso a un hombre joven de aspecto similar al suyo.
—¡Padre, he escuchado que su majestad el emperador llegará en una semana!—El hombre de aspecto similar era su hijo mayor, Ren vengermen.
El joven tomo asiento cerca de su padre. Escucho la confirmación a su pregunta, siendo el próximo heredero, era su deber planificar todo el evento. Habiendo aclarado sus ideas, recordó el segundo motivo por el cual visito la oficina de su padre. Ya habían pasado unas horas desde que el marqués, había llegado a la mansión.
Este hecho dejo constipado a todos los presentes, según el informe imperial, su llegada estaba planificada entre una semana.
—¡He adelantado mi llegada por orden del emperador!—Confirmo el hombre. La atmósfera del estudio se tensó al ver al sujeto entrar sin ser anunciado. Entro cerrando la puerta. Tomo puesto a un lado de Ren, soltó los botones de su chaqueta relajándose puso los pies sobre el centro de mesa. Un hombre de poco afecto y estilo rudo. Sus cabellos eran caoba y sus ojos de un color intensamente negros.
… … …
Mientras tanto. Parada justo en la entrada de hywaryun, pensaba un fundamento para entrar sin ser anunciada. Camino de un lado al otro, buscando una escusa creíble. Después de un tiempo, palmeo sus mejillas tomando coraje, entro por el portón principal. Casi al mismo tiempo que ella, se anunció la entrada de un carruaje. Bajaron mujeres cubiertas por un vestido. No, mejor dicho, trozos de telas, estaban despeinadas y sus rostros cubiertos por suciedad. Bajaron una por una en fila, sus manos, cuellos y pies, estaban sujetados por una soga. ¡Son esclavas!
Su rostro se contorsionó al ver tal escena reprochable. El hombre, de carácter despreciable, parecía contento de ser llamado dueño de las esclavas presentes. Sentir empatía era lo común, pero simplemente fueron observadas con asco y desprecio. ¿Acaso son siquiera considerados seres humanos? Sus rostros reflejaban la costumbre de ser tratadas igual a una basura desechable, no sé opusieron a ser vendidas, Cualquier cosa era mejor que regresar junto a ese asqueroso ser.
El deseo de empuñar su espada y tomar justicia por su propia cuenta, le fue arrebatado, en el momento de recordar el porqué estaba en hywaryun. Suspiro profundamente antes de ignorar la situación.
Con pisadas grandes se encaminó dentro de la mansión, ¿Como describir lo que sus ojos estaban viendo? ¡El edén! Todo esto sobrepaso su imaginación. Un paraíso encarnado, árboles de todo tipo, al igual que plantas de diferentes colores, un estanque lleno de peces, caminos forrados de roca y como olvidar la fragancia del vino que permaneció en el lugar. Detrás de ese bello y amplio jardín, se divisaba una mansión de un color blanco y rojo.
Su admiración fue cortada, por fuertes risas provenientes de un sinfín de mujeres que rodeaban a un hombre que parecía extrañamente incómodo por la situación, su rostro no era muy notorio desde la distancia, pero su cabello era rubio brillante.
UNA HORA ANTES…
Markus, intento convencer de todas las maneras posibles, de no ir a hywaryun, considerando su puesto como emperador, ser visto en un sitio de entretenimiento no sería bueno para él.
—¡Tienes muchas mujeres! ¿Por qué ir a HYWARYUN?—Las comisuras de sus labios se ampliaron soltando una sonrisa burlona, Claramente su intención no era disfrutar de un buen tiempo y claramente ninguna de esas mujeres le pertenecían.
—¿Le tienes miedo a las mujeres?— Pregunto sin más dilución.
La incoherente pregunta, le causo gracia. Si un hombre le tuviera miedo a una mujer, entonces que sería, ¿Tal vez un sodomita?. Respondiendo a su pregunta anterior, intento ser lo más franco que pudo. Su intención en visitar hywaryun tenía un significado más grande.
—¡Aquí se encuentra la Nana!—¿Qué?
Claramente, sabía de quién estaba hablando. Pues, fue esa mujer quien prácticamente los crío a ambos. Claramente desconocía su paradero. Karyun, metió su mano en el bolsillo de su saco. Una horquilla de oro, con bellas perlas incrustadas y un pequeño pergamino enrollado en él.—¿Qué es eso?—Pregunto extrañado.—¿No lo reconoces?—pregunto.
Observando mejor la horquilla no le fue difícil reconocerla, esa pieza pertenecía a la difunta Emperatriz y madre de karyun, siendo una mujer con buen gusto, ella misma creaba sus piezas. Su último trabajo antes de su muerte, estaba inspirado en su mejor amiga, sin embargo, nunca pudo terminarla debido a su enfermedad. La intención de su hijo fue terminar la pieza y entregarla a su original dueño.
Habiendo deducido todo esto, entendió las razones de su amigo, sin objeción acepto acompañarlo. ¿Cuánto tiempo paso desde la última vez que vimos a la Nana?
—¡No debemos llamar la atención!—Expreso con un rostro muy confiado.
Suspiro perdiendo toda esperanza. Conociendo su carácter, sus palabras fueron tomadas como bromas. El mismo representaba el escándalo hecho persona.
Acercándose a él, con un rostro tétrico, fue tomado por los hombros y con una voz desesperada, Markus, sugirió desesperadamente no llamar la atención. Por su lado lo miro con un rostro opaco. ¡Claramente, su amigo no confiaba en él!
—¡No llames la atención de las mujeres solo para dejarme con ellas!—No era difícil para el adivinar el plan macabro que su amigo estaba concebir. Sin embargo…
Una hora después de llegar a hywaryun…
Karyun, termino dejando solo a markus, después de llamar la atención de todas las mujeres presentes. Sonrió, como estúpido, había caído en la trampa de su amigo. Viéndose envuelto en una situación desventajosa, solo pudo mal decirlo en todos los idiomas conocidos.
… … …
Entrando en la residencia, fue llevada hasta la oficina de la dueña. Junto a ella estaban las esclavas y otras mujeres postulantes al igual que ella. La dueña era una joven señora de treinta años de cabello y ojos color negros. La voz ronca y aguda de una de las encargadas explico todo lo necesario.
Levantando su cuerpo del escritorio, analizó el aspecto de cada chica, su gesto cambio al ver las cuerdas en las manos de las esclavas.
—¡Como osas traerlas amarradas!
Viéndose casi intimidado, el hombre se apresuró a cortar las cuerdas. No fue hasta después de recibir su p**o, que se retiró de la habitación. Sin decir más, fueron enviadas a un cuarto de baño, donde fueron inspeccionadas, para después ser vestidas con trajes limpios y decentes. El estilo de la ropa era todo menos de su agrado, pero no tuvo más que vestir igual que las demás.
Habiendo entrado en hywaryun lo difícil era probar tu valía. ¿En qué eres buena?
¿Baile, canto o instrumentalmente? Muchas bailaron, otras cantaron y otras solo tenían buenos modales. Esperando su turno camino hasta la ventana observando el jardín reflejado desde la ventana abierta. La brisa era agradable y suave. Las mujeres pasaban su tiempo libre en el jardín. Uno que otro hombre amablemente las cortejaban con impaciencia. Una sonrisa cálida se reflejó en ella, al ver el gracioso espectáculo. Cosas como el cortejo, nunca fueron sus prioridades, una vida llena de normalidad, ser femenina, vestidos frondosos y caros, perfumes, joyas y como olvidar el ajetreado mercado matrimonial, escoger un hombre por conveniencia, son cosas que nunca había pensado.
El viento azotó el jardín moviendo las ramas de los árboles, las flores de cerezos revolotearon por todo el lugar y un aroma agradable se posó en su nariz.
¿Qué es ese aroma? Era un olor a césped mojado por la lluvia. ¡No! Era diferente. Este olor ya lo había conocido antes. Aspiro al aire igual que cuando fumas una pipa. El aroma entró en ella dándole un sentimiento de frenesí. Serró sus ojos mientras disfruto de la fragancia.
Los gritos ahuyentaron el sentimiento de paz en ella. Al mirar desde la ventana, El fuerte viento había hecho volar el parasol de una joven dama. Sonrió cubriendo sus labios para no hacer sonar su risa. Ver a la joven dama correr detrás de su parasol era el mejor chiste que pudo recibir. Nuevamente, el viento soplo, esta vez en su dirección. El parasol parecía estar viniendo hacia ella. Sin embargo, se detuvo cerca de su ventana. Nuevamente, el aroma hipnotizador llegó a ella. Esta vez miro buscando hacia el lugar proveniente. Sus ojos centellaron ante la figura conocida. Un largo cabello blanquecino y unos ojos rojos sangre.
Parpadeo ante la impresión, el hombre acariciaba las flores de cerezos con un rostro tranquilo. ¿Qué es esto? Ese bello hombre parecía sacado de un cuadro ilustrado. Más allá de eso, su parentesco con cierta persona innombrable era inmensa. ¡Debo haberme vuelto loca del cansancio! Pensó. Rasco sus ojos intentando eliminar esa engañosa ilusión. No era la primera vez que sus ojos le engañaban. Abriendo sus ojos. Justo, como predijo, la figura había desaparecido. Claramente estaba aliviada. Sin embargo, un sentimiento de vacío la invadió. ¿Y si no fue una ilusión?
CONTINUARÁ…