Mi teléfono timbró, aprovecha para contestar sin dudarlo, tomando ese momento para recomponerme de la impresión que Silvana había causado en mí, me giré bruscamente para hablar con la persona que del otro lado hablaba.
—¡Amor! ¿cómo estás? Te extraño mucho… —la voz de Aimeé surgió del otro lado de la línea, respiré con mucha más clama, y sonreí al escucharla— No sé como le haces mi vida, para hacerme llegar tantas cosas, acaba de llegar mi desayuno, no sabes cómo te lo agradezco.
—Tu no tienes nada que agradecer, lo hago con todo el gusto y amor que te tengo. —respondí más tranquilo, y soltando lentamente mi respiración contenida— Espero que lo disfrutes, son tus favoritos.
—Muchas gracias, enserio. ¿Estas ocupado? —infirió.
—Pues viene a entregar algunos retratos, en este momento
