Algunas personas dicen, que cuando el tiempo pasa, aquello que inicialmente nos emocionaba en un primer momento, va perdiendo fuerza, nitidez y sonido. Los días siguientes fueron menos interesantes, ya Ricardo no iba con tanta frecuencia o mejor dicho, pocas veces nos topábamos en algún pasillo. Quizás nuestros impulsos racionales, estaban enviando vibraciones distintas y evitábamos ese encuentro. No le había escrito para no parecer ansiosa y para no hacerlo sentir acosado. Pero moría por decirle que lo extrañaba. Llegó nuevamente el viernes, la rutinaria semana no tuvo ni el menor pico de emoción, excepto... Comienzo a recordar sus manos, sus dedos largos y finos, su suavidad y tibieza; sus ojos mirándome, intentando decirme cuanto me desea; sus labios no modulan ni una palabra, pero
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