Durante esos dos días no vi a Ricardo, eso me mantenía algo preocupada, no saber de él me generaba una sensación de vacío. Regresé a casa luego de mediodía. Afortunadamente, Mauricio ya había regresado y preparado el almuerzo. Entré a la habitación, él estaba organizando un bolso de playa con algunas ropas. Me acerqué y le di un beso, por la delicadeza de haber preparado la comida, a fin de cuentas, él no tenía nada que ver con mi desánimo. –¿Vas de viaje?– le pregunté mientras lo abrazaba por detrás. –¡Sí, reina! Voy a un torneo de voleibol de playa. ¿Quieres venir conmigo? Pude haber dicho que sí, e intentar despejar de mi mente aquella situación. Pero preferí quedarme en casa. –¡No mi amor! Estamos terminando clases con los de 5to, y debo hacer informe, revisar evaluaciones pendi