FELIPE Voy en el autobús de vuelta a casa de mis padres. Todavía estoy boquiabierto con lo que pasó con Emilia. Mi Emilia. Llevaba días como león enjaulado con ella. Esperándola. Sin presiones, cómo yo mismo lo pedí, pero realmente, me tenía loco. La deseaba, aún la deseo, con tanta urgencia y verla así, tan desinhibida, tan sensual, jamás imaginé que fuese así en la cama y ahora no la dejo de sentir en mi piel. Sus besos, esa forma tan jodidamente sexy en la que jadeaba mi nombre. Aún siento su lengua repasar y saborear mi m*****o y su mirada tan intensa, que en un minuto la desconocí por completo. Ya no estaba más mi chica tímida con ojos de cachorro, ahora era una tigresa ávida por su presa, por mí. Estaba extasiada y eso me da a entender que me tenía tantas ganas, como yo a ella,