Al llegar a casa, sentí un gran alivio, ya que mamá y yo llegamos al mismo tiempo. Me salvé del interrogatorio, ya que ella con sus hermanas habían ido a visitar a una tía que vive en el campo, así que, durante la cena, nos dedicamos a conversar sobre eso. Una vez en mi dormitorio, me tiro en la cama pensando en Felipe. Y como si el destino me intentara decir algo, entra un mensaje a mi móvil. Felipe: Hola Emilia ¿Has llegado bien a casa? —Suspiro como boba. Emilia: ¡Hola! Sí, todo bien, ya estoy lista para dormir, ¿y tú? Felipe: Llegué hace unos minutos, pero algo me falta… —No recuerdo que hayamos olvidado nada sobre la mesa. Emilia: ¿Has perdido algo en el café? Felipe: Así es… —¿Qué será? Felipe: Creo que te llevaste algo que me pertenece… —No recuerdo haber tomado nada… Em