Fue inevitable para el sombrerero no sentir como su virilidad masculina era provocada por lo que Avery acaba de hacer, a pesar de todo no era de papel, sino de carne y hueso, un cuerpo, un corazón y una mente que únicamente buscaba poseer a Avery, aunque lo cierto era que él nunca pensó estar en esa posición ni situación. Él había conocido a Avery una tarde de invierno hacía tres años atrás. En ese tiempo él trabajaba como mercenario a sueldo y por lo general no aceptaba trabajos tan simples como el de un guardaespaldas, pero en aquella ocasión lo había hecho por el dinero implicado, el cual no iba a caerle mal a su bolsillo, ademas de que el trabajo consistía en cuidar del trasero de un rico empresario francés de apellido Roux. El tipo al que debia cuidar no era precisamente un tipo bue