Capitulo 8

3404 Words
Me estaba moliendo las manos de los nervios, mi padre y Cecilio me miraban de reojo mientras esperábamos a que Danilo regresa con Agostino y compañía. Se escucharon pasos en el pasillo y mi padre se paró tranquilamente de su silla y camino hasta pararse a mi lado. Me levante muerta de miedo, agarre la mano que mi padre me ofreció y la apretó en consuelo. _ Tranquila bellissima no muestres tus nervios enfrente de ellos _ Asentí La puerta se abrió y sin querer aprete la mano de mi padre con fuerza, el me regreso el apretón y me soltó. _ Don Adriano _ dijo mi padre con alegría estirando los brazos. _ Don Manrico _ respondió Adriano con la misma alegría y se tomaron en un abrazo, se separaron de inmediato, se tomaron las manos en un saludo y se dieron un beso en la mejilla izquierda y después en la derecha. Todos los hombres hicieron el mismo procedimiento de saludo, excepto por el abrazo. Yo estaba parado con las manos sobre mi estómago, aunque ya no las estaba amasando por los nervios las tenía apretadas en un agarra mortal. Podía sentir la mirada de Cecilio, voltee a verlo y le regale una sonrisa nerviosa, pero tranquila y fría. _ Agostino te has convertido en un buen hombre _ escuche que mi padre dijo _ Serás un buen esposo para mi hija, ven, te quiero presentar a tu prometida. Quite la mirada de Cecilio y mire a mi padre, puse una sonrisa nerviosa en mis labios. Agostino se paró enfrente de mí y mi padre me agarro de la espalda. Agostino era un hombre guapo hasta cierto punto, aunque no tanto como Luigi. Su piel era blanca, pero un poco bronceada, su cuerpo era esbelto, pero musculoso, que puedo notar por su traje de tres piezas gris que le quedaba como un guante, su altura era de 1.80 a 1.85, su rostro era rectangular con los pómulos hundidos, tenía cejas tupidas negras y una nariz recta y ancha al frente, su cabello era n***o con un corte corto, pero un poco largo al frente, sus ojos eran color verde claro y tenía una mirada fría e intensa. _ Esta es mi hija mayor Deianira Parisi _ Me dio un empujo en la espalda y di un paso adelante hacia Agostino que solo me miraba con una expresión fría. Agache mi mirada hacia su pecho y me quede quieta, sin decir nada. Agostino estiro su mano y le ofrecí la mía de inmediato. _ Un placer conocerte _ dijo con una voz carente de emociones y le dio un casto beso al dorso de mi mano y me soltó con delicadeza_ Admito que tu belleza no se compara con la foto que me dieron. _ Gracias _ susurre con nervios _ Tu hija es una verdadera belleza Don Manrico _ le dijo Agostino a mi padre _ No esperaba menos de tu parte. Mi padre asintió orgulloso. _ Deberíamos de dejarlos solos _ dijo Adriano _ No _ respondió fríamente Danilo _ Ellos aún no están casados. Mi padre asintió _ Pero Agostino es un buen muchacho, dejémoslos solos _ dijo mi padre de pronto y levante la mirada de golpe y lo mire sin ocultar mi sorpresa. Danilo tampoco se veía muy feliz. _ Te daré cinco minutos a solas con ella, nuestro ejecutor estará afuera esperando _ dijo mi padre mirando a Agostino con advertencia, si me tocaba era hombre muerto. Salió de la habitación sin decir nada más y los hombres lo siguieron dejándonos solos. No pude evitar mi miedo y nerviosismo, miré a todos lados menos a él. _ No te preocupes, no te hare nada _ Está bien _ respondí con timidez. Metió su mano en su bolsillo del pantalón de vestir y saco una caja de terciopelo negra. La abrió y saco un anillo de compromiso de oro puro con un diamante central, la forma del anillo era entrelazado y tenía diamantes más pequeños a los lados del anillo. Le ofrecí mi mano y coloco el anillo en mi dedo, se sentía frio el metal contra mi piel más cálida. Agostino me soltó después de acariciar mis nudillos levemente, mire el anillo. Este anillo en mi mano representaba mi cadena y Agostino era quien sostenía la cadena entre sus manos, por el momento. Un leve toque sonó en la puerta. _ Se acabo el tiempo _ dijo Agostino, me ofreció su brazo y lo tome delicadamente enredando mi brazo con el suyo. Salimos de la habitación y caminamos por el pasillo en silencio, cuando llegamos a las escaleras me soltó. Coloco su mano derecha en mi espalda y con la izquierda agarro mi mano izquierda y así bajamos todo el tramo de las escaleras. Los invitados ya nos estaban esperando abajo. Mi padre me recibió abajo y me separe de Agostino con una sonrisa, Agostino asintió y me dejo ir. Mi padre me llevo hacia un hombre mayor que me regalo una sonrisa de abuelo cuando me vio. Le regrese la sonrisa con amabilidad y un poco tímida, este hombre era Don Felippo Giordano el Don de Dones de la Cosa Nostra o eso decían los rumores. _ Don Felippo, mi hija mayor Deianira Parisi _ Señor _ dije con respeto _ Querida, por fin pude conocerte _ Me rodeo con sus brazos metiéndome en un abrazo no deseado y me tense, un ligero olor a colonia y tabaco llego a mi nariz. A pesar de sentir mi cuerpo tensarse no me soltó, al contrario, me abrazo más fuerte, pero sin agresión, parecíamos más una nieta abrazando a su abuelito después de mucho tiempo sin verlo, le regrese el abrazo con torpeza. Me separo de golpe de su cuerpo y me miro con curiosidad y cierta emoción. Don Felippo era un hombre mayor de unos 60 años aproximadamente, sus hijos, aunque eran hombres adultos el mayor, que era Luigi, tiene apenas 19 años, los tubo a una edad de cuarenta años aproximadamente, un poco tarde y fue con su segunda esposa, la primera murió a una edad temprana y no pudo darle ningún hijo lo cual dejo a Don Felippo con la necesidad de buscarse una segunda esposa más joven que él y le dio cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres que se llevan a lo mucho por dos años de diferencia. Era un hombre bien conservado, delgado, pero no demacrado, se veía sano y fuerte, su altura llegaba casi a los 1.90 lo cual no era sorprendente mi padre también media lo mismo, su piel era blanca ya tocada por los años, su rostro tenía la forma de un triángulo invertido marcado por una vejez bien conservaba y cubierto por una barba y bigote teñidos de blanco, sus ojos color azul cielo estaban un poco hundidos y protegidos por dos cejas tupidas color n***o claro, su nariz era recta, pero picuda al frente, su cabello estaba bien recortado de un color n***o con toques blanquecinos. Vestía un traje azul marino de tres piezas con una camisa blanca y con una corbata a rayas color azul claro. Se veía impecable. _ Eres una mujercita muy hermosa. _ Gracias _ dije en agradecimiento con una leve sonrisa _ Solo digo la verdad querida. Don Manrico definitivamente tuviste hijas muy agraciadas, su belleza es incomparable. Mi padre asintió orgulloso por los halagos de Don Felippo. _ Estoy de acuerdo contigo Don Felippo _ respondió mi padre _ Es una verdadera lástima que ya estés dada a otro hombre _ dijo el Don con cierto pesar. Yo solo sonreí amablemente con una expresión en blanco. Don Felippo se hizo a un lado y una hermosa mujer de piel apiñonada con unos impresionantes ojos café claro cubierto por unas pestañas negras y largas, sus cejas eran tupidas, su cabello era n***o azabache que en estos momentos estaban apretados en un moño sobre su cabeza, tenía labios gruesos color rojo cereza en un rostro de diamante, su cuerpo era delgado y bien conservado, traía un vestido n***o largo, su parte superior era de tela transparente y de manga larga, el final de la manga tenía encaje n***o que combinaba con el encaje en su escote. Ella era Donna Giordano la esposa de Don Felippo Giordano. _ Les presento a mi esposa Donna Giordano _ dijo Don Felippo El saludo que compartimos fue de medio abrazo con dos besos en las mejillas. _ Te vez hermosa, querida _ susurro en mi oído _ Gracias, usted también se ve hermosa Nos separamos con una sonrisa de complicidad en nuestros rostros. Las presentaciones continuaron y parecía que era el nuevo animal anormal de un circo, todos mirándome de pies a cabeza y murmurando, que mi piel era demasiado blanca, mi cabello será teñido o normal y si era normal que mejor me lo tiñera, que debieron haber cambio de bebes cuando nacimos mis hermanos y yo porque no me parecía a ellos y eran trillizos. Mi hermana estaba tensa a mi lado y mi madre, aunque aparentaba estar tranquila y atendiendo a sus invitados podía ver la rigidez en sus hombros, Getto permitió en silencio por la advertencia que le di, pero no estaba mejor que Danilo, Agostino me tenía agarrada de la cintura mientras platicaba con hombres que no eran de los nuestros. Sonreí cuando tenía que sonreír y hablé cuando tenía que hablar, la madre de Agostino me miraba con el ceño fruncido, al parecer algo de mí no le parecía bien. Solté un suspiro interno. Todos los comentarios o las miradas me daban lo mismo, admito que estaba un poco entretenida, muchas de las mujeres que me juzgaban me miraban con envidia, los celos eran bastante entretenidos. Yo seguí con mi papel y sonreí en toda la fiesta, agradecí los piropos que no dejaban de llegar a espaldas de Agostino y las miradas discretas que me daban los hombres cuando pasaba junto a ellos y eso era suficiente para callar a todas las víboras que solo sabían parlotear. Denisse entro a mi habitación hecha una furia horas después de que la fiesta de compromiso terminara, estaba caminando de un lado para otro mientras yo la miraba sentada en la cama leyendo de lo más entretenida. Volteo a verme de golpe y levante la mirada. _ ¿No estas molesta? _ me pregunto casi con un gruñido. _ ¿Debería? _ le pregunte regresando la vista a mi libro. _ Pues te ofendieron y dijeron cosas…. horribles y luego que no eres nuestra hermana… ¡haaa! quería sacarles los ojos a las víboras esas _ dijo con frustración. _ Tranquila piccola no será ni la primera ni la última vez que hablaran de mí. Hay que aprender hacer oídos sordos y solo observar. _ Hermana ¿Siempre has soportado esto, las ofensas de los demás? _ me pregunto con tristeza y preocupación. La mire. _ Estoy acostumbrada, no es algo nuevo para mí Me encogí de hombros _ Simplemente los ignoro, si yo permitiera que todo lo que dicen de mi me afectara ya estaría loca ¿No crees? Tranquila, se tratar con ese tipo de gente. Denisse soltó un suspiro enojado y se metió en mi cama debajo de las cobijas y se tapó hasta arriba. No era nuevo que Denisse se quedara conmigo a dormir desde que regrese a Las Vegas y mi papa, aunque no lo ve correcto porque ya no somos unas niñas no ha dicho nada, a veces he llegado a pensar que pasa por alto muchas cosas por lo que hizo cuando era una niña, pero me daba lo mismo, mientras no tocara a Getto me era más que suficiente. Los días pasaron buscando vestidos de novia de tienda en tienda, pero ninguno era suficiente para mi querida suegra, el vestido tenía que ser como la iglesia y nuestra religión lo establecía, un vestido recatado para una señorita digna del señor. Yo solo las seguía y me probaba todo lo que me daban, aunque unos vestidos eran horrendos. El vestido que estos momentos me estaba probando parecía de monja. Me cubría hasta el cuello y era de manga larga, aunque era encaje, pero se veía muy soso y el largo era liso, un vestido sencillo y francamente feo. Me mire en el espejo y se amoldo a mi figura, mi pecho era un poco más grande y me apretaba, era simplemente incómodo. Mi madre me miro con el ceño fruncido y negó rotundamente sin disimulo, las demás mujeres también negaron, pero mi suegra, Fabrizia sonrió. _ ¿No le queda encantador Nicoletta? _ le pregunto Fabrizia a mi madre. Mi madre solo la miro incrédula. _ Para ser sincera, no va con ella y el vestido simplemente no amolda correctamente a su figura, Fabrizia, escogeremos otro vestido. Fabrizia la miro molesta. _ ¿No querrás que use uno de esos vestidos reveladores? _ le dijo Fabrizia alterada _ No, pero hay vestidos recatados más bonitos que este _ le contesto mi madre de lo más tranquila. _ Fabrizia, Nicoletta tiene razón, busquemos otro modelo más bonito _ dijo Donna Giordano. Fabrizia se fue molesta a buscar otro vestido. Las mujeres suspiraron. _ Esa mujer me sorprende _ dijo Donna _ ¿No tendrá sentido del gusto? _ pregunto disimuladamente y mi madre sonrió. _ Al parecer no _ contesto mi madre. _ Parece que escoge los peores vestidos para molestar a mi hermana _ dijo Denisse _ Entonces será mejor que encuentres un vestido antes que ella piccola _ le dije risueña. Denisse asintió y se fue a buscar un vestido. Después de tres horas de estarme probando vestidos por fin mi madre encontró uno que dejara medio satisfecha a Fabrizia. El vestido se amoldaba a mi figura a la perfección, era sencillo, pero bonito. El corte era liso de la cadera hacia abajo y en la parte superior era de encaje con manga larga media, aunque se veía un poco de mi piel por el encaje, pero me veía recatada y sencilla. Compramos el vestido y nos fuimos a buscar los zapatos de novia. Llegamos a una zapatería donde vendían zapatos hermosos, sencillos, pero quedaban con el vestido de novia, pero como siempre Fabrizia pasaba, escogió zapatos exagerados, me hizo probarme unos que traían piedras a rebosar, caminaba y las piedras sonaban a cada paso que daba, me dio otros de encaje que se amarraban a mi tobillo, pero parecía que tenían un mini vestido en cada zapato. El vestido era sencillo y de encaje, unos zapatos sencillos con encaje discreto quedarían a la perfección, pero a la señora no le parecían. Donna y Giulia llegaron con dos diseños sencillos, pero adecuados. Los de Giulia eran unos tacones de encaje con una flor de encaje enfrente y en medio perlas, los de Donna también tenían encaje, pero eran pequeñas flores que adornaban el zapato, los que trago Denisse eran parecidos, pero la diferencia es que estaba más tupido el zapato de flores y en cada flor había una perla pequeña, a los lados de cada zapato estaban tres cadenas de plata, pero pegadas al zapato por lo tanto no sonaban al caminar, eran hermosos y quedaban con el vestido por el encaje, para combinar unos aretes y una pulsera de perlas quedaría bien. Así que esos escogí en contra de Fabrizia. Pasaron dos meses donde me dieron paz interior, Fabrizia regreso a Italia y mi madre y yo suspiramos de alivio. Mi vestido llego impecable y dentro de la fecha establecida, ahora adornaba mi armario con su color deslumbrante, lo puse en el fondo del armario. Se acercaba la fiesta de cumpleaños de Enrico y quería darle un regalo especial. Me senté en el banco que se encontraba junto a la mesa de armería, tomé en mis manos el cuchillo serrato que le pensaba regalar a Enrico, era parecido a los cuchillos Bowie 9001022 que utilizaba la marina, pero el mío estaba mejorado, escuché de Getto que al parecer le gustaba el uso de cuchillos y que mejor regalo que uno hecho para el combate, estaba extremadamente afilado, por mí. Su filo estaba hecho de tal manera que no perdiera su efectividad, lo pulí con mucho cuidado y le di el brillo que un buen cuchillo debe de tener. Lo guarde en su funda también fabricada por mí. La mayoría de mis armas estaban hechas por mi mano o pulidas y cuidadas por mí, no podía tener en mis manos un arma sin saber su efectividad o me podría costar la vida y la de Getto como mi gente. La fiesta se realizó en el jardín de la casa de mis padres, los hombres estaban más emocionados porque en esta noche seria la iniciación de Enrico en la Camorra y le darían el tatuaje que todo camorrista debe de tener. Lo llevé a un rincón del jardín. _ ¿Qué pasa sorella? _ me pregunto intrigado mi pequeño hermano Getto me dio el cuchillo que estaba en su funda y se lo ofrecí. _ Escuche que te gustaban los cuchillos y mande a comprar este, espero te guste, no conozco mucho de cuchillos, pero Getto me dijo que este era bueno _ me encogí de hombros _ espero sea de tu agrado. Enrico lo saco de su funda con suma delicadeza y cuando lo vio sus ojos brillaron de éxtasis y sonreí internamente. _ Es una belleza, sorella ¿Dónde lo adquiriste? _ me pregunto asombrado, mi pequeño hermano aun no sabía controlar sus emociones. _ En realidad Getto lo compro _ mire a Getto _ Lo mande a pedir de china _ respondió Getto simplemente. _ ¿Con que distribuidor? _ pregunto Enrico. Getto negó. _ El fabricante es muy quisquilloso, ese cuchillo es especial, cuídalo, porque es el único en su clase. Enrico asintió aun mirando el cuchillo y eso fue suficiente para mí. Ya más entrada la noche toque el piano y cante una canción en nombre de mi pequeño hermano, todas las personas quedaron embelesadas por mi actuación y sonreí en agradecimiento, pero no me perdí una mirada que significo para mi más que cualquiera de toda la noche. La fiesta paso sin problemas y al día siguiente Enrico apareció con un rostro pálido por los acontecimientos de la noche, se sentó a la mesa con clase, pero cuidando su brazo izquierdo que es donde el tatuaje es colocado porque es el brazo que conecta con el corazón y el juramento es que siempre debes de llevar la Camorra como parte de ti, tú eres la Camorra, esa es la ley. La iniciación costa de una reunión donde todos los camorristas se reúnen en una gran fiesta privada, los principales que deben de estar presente son; El Don, el Sottocapo, el Consigliere y los Caporegime, aunque no se solicitan todos, pero si tienen que estar presentes tres a lo mucho. La ley principal de la mafia sin importar su origen es la Omerta, el juramento del Silencio, es ante todo lo primero que deben de jurar como si juraran ante la biblia, después se les da una pistola y un chuchillo grabados con el símbolo de la Camorra y se dicen las palabras de unión. “Ahora vives por el arma y el cuchillo y mueres con el arma y el cuchillo, te bautizo como hijo mío por tu sangre y por la mía, jura por tus hermanos que te acompañarán en tu camino de sangre y muerte, serán tu familia y tú serás su familia. Ellos son la Camorra, nosotros somos la Camorra, tú eres la Camorra” Mi padre toma el cuchillo y corta la palma del que va a ser iniciado, esa sangre se pone en un recipiente donde la sangre de mi padre ya está esperando, al mezclarse ambas sangres es cuando ya eres llamado su hijo y dices el juramento: “Juro por la Omerta que será mi ley. Soy el arma y el cuchillo y moriré con el arma y el cuchillo. Soy Camorra y moriré como Camorra” El iniciado debe de tomar su arma y su cuchillo y mantenerlos a su lado hasta el día de su muerte, después se procede a ponerle el tatuaje de la Camorra en su brazo izquierdo sellando la iniciación y naciendo como nuevo Soldato de la Camorra.
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