Nicoletta dio un grito desgarrador, a pesar de la alegría que le proporciono el saber que traería al mundo a 3 bebes, el dolor era inimaginable.
Soltó un gran grito cuando por fin salió el primer bebe y escuchó su hermoso llanto, sonreía de satisfacción ya agotada. Sabía que eran bebes grandes como su padre, robusto y de un metro noventa como la mayoría de su familia.
Manrico, su esposo y Don de la familia Parisi de las Vegas miró fijamente al bebe mientras los doctores lo checaban, le dijeron que era una niña, así mismo le aseguraban que estaba bien, la envolvieron en una pequeña cobija rosa y se la entregaron para que la inspeccionara. Ansiaba tenerla en sus brazos, pero no se le permitió ya que el dolor empezó de nuevo.
Alcanzo a ver cuándo él la acepto y la miro, a su primogénita, vi cuando su mirada se ablandó por unos segundos, que solo yo noté por conocerlo muy bien. Él se la regreso a la enfermera para darle los cuidados adecuados que necesitaba un recién nacido bajo una mirada dura, penetrante y desconfiada.
Sentí otra contracción y gemí dolorosamente de nuevo.
_ Se viene el segundo, Signora, puje _ dijo el doctor rápidamente.
Aunque estaba ya muy cansada puje con todas mis fuerzas hasta que mi segundo bebe salió con su llanto de guerra. Realizaron el mismo procedimiento y se lo dieron a su padre; escuche, es el niño y me alegre por mi esposo, tenía a su adorado heredero. Tal vez por eso mi cuerpo fallaba; me dolía todo, y sentí que mi cuerpo se rendía.
_ Solo falta uno Signora _ quise sonreír, pero ya no me quedaban fuerzas.
_ Nicoletta _ escuche muy lejos el susurro de mi nombre. Manrico trataba de ayudarme a su modo.
Otra fuerte contracción me invadió y solté un grito de dolor, pero ya no podía pujar, mi cuerpo estaba demasiado débil.
_ Tiene que pujar, Signora
Solté un sollozo _ no puedo _ me escuche decir _ ya no puedo
_ Signora, solo un poco más, ya está casi afuera, haga un esfuerzo.
Y con la poca fuerza que me quedaba puje, solté un grito de dolor, lagrimas rodaban por mis mejillas. Hice una aspiración profunda para tener más fuerza y volví a pujar.
_ Ya salió _ grito el doctor; es la segunda niña.
Pero no escuche ningún llanto, mi bebe no lloraba.
_ ¿Porque no llora? _ me escuche preguntar con desesperación y miedo.
_ Manrico ¿Por qué no llora? _ volví a decir entrando en la histeria.
Después de unos minutos llenos de terror en mi mente, se escuchó un leve llanto; no tan estridente como los dos primeros, pero ahí estaba, diciendo que estaba viva y bien.
Me rendí a la inconciencia, ya no importaba nada, mis hijos vivían.
3 años después
Hoy cumplían dos añitos mis trillizos. Escuche el grito de alegría de Denisse que venía corriendo por el pasillo, escapando de su hermano y hermana mayor Danilo y Deianira. Se escondió entre mis piernas riendo con esa alegría inocente y alegre, Deianira llego y me abrazo las piernas en su intento de atrapar a su hermana, casi me caigo.
_ Deianira, basta, me vas a tirar _ Deianira me soltó de golpe y retrocedió dejando pasar a su hermano.
_ Mis disculpas madre _ dijo con su pequeña voz de bebe.
Siempre fue así desde sus primeras palabras; era como si en su pequeño cuerpo habitara un alma vieja.
Le sonreí.
_ No te preocupes cara mía. Ven y dame un abrazo _ Ella se acercó a mí, me puse de rodillas y sus pequeños bracitos me rodearon el cuello, olí su cabello con olor a frezas.
Desde que mis trillizos nacieron Deianira se destacó.
Al principio la miraban con admiración ya que su belleza es sin igual, su cabello largo hasta las nalgas era platinado, más blanco cada vez, mientras a sus hermanos se les fue poniendo dorado, como tocados por el sol.
Ella, mi primogénita, destacó; fue la primera en todo; hablar, caminar y esa mirada violeta y a veces rojiza llena de una inteligencia que parecía leerte el alma. No falto la matrona que se fijara en ella y comentara estos pequeños detalles y corrieron los chismorreos. Empezó a no ser bien aceptada a espaldas de nosotros, su familia; la primogénita del Don.
Al pasar el tiempo su color no cambio fue permaneciendo blanco como una nube, para mí un ángel, pero para los demás, familias supersticiosas, no era natural; una aberración sobre todo por el tinte rojizo que a veces, con la luz adecuada aparecía en sus ojos.
La llevamos a varios especialistas y nadie encontró nada malo que decir de ella solo una afección alérgica al sol y le recomendaron protector solar de muy alta graduación y que su inteligencia la elevaba a un genio; lo cual lleno de orgullo a mi esposo. Ahí acabo todo con respecto a mi esposo, su hija, un genio en la familia que pondría en alto su nombre.
Pero con los años empeoro al marcarse más las diferencias con sus hermanos que eran de cabellos dorados y con los ojos azules de mi familia. En cuanto a mi primogénita su cabellos suave y largo tomo una blancura como la nieve brillante de la mañana y su piel se volvió translucida y sus ojos grises que pensamos igual a su padre, se aclararon cada vez más hasta tornarse violetas casi rojizos ahora.
Pero los problemas estaban lejos de terminar con mi pobre niña; con su inteligencia y arrojo era difícil de ser engañada, sabía que no era querida por las demás familias, era tolerada por ser la hija del don. Escuchó a la familia del Consigliere y del segundo de su padre calificarla de una abominación.
Nunca lo dijo, pero su padre se enteró por las cámaras de vigilancia; quiso matarlos, pero sabía que no era posible si quería seguir en el poder.
Siempre fue muy protectora con Denisse, mi pequeña nació débil, nada preocupante, pero de una constitución delicada, más también muy inteligente, como sus hermanos. Danilo mi hijo y orgullo de su padre por ser su heredero también se centró en proteger a su pequeña hermana; pero al crecer y darse cuenta del rechazo a su hermana mayor a la que admiraba, no por ser la mayor ya que mi pequeño heredó la arrogancia de todo varón italiano; era su inteligencia, sabiduría y madurez gracias a ese lazo que compartían al ser trillizos.
Instintivamente sabían que necesitaban cada uno del otro.
El problema se agudizo conforme fueron creciendo, Deianira tenía una personalidad fuerte y rebelde, nunca desobedecía a su padre o a mí, pero cuando se trataba de la demás gente era reservaba tratando de pasar desapercibida lo cual no ayudo a su popularidad y fue confundida con arrogancia y desdén.
Conforme la fueron rechazando, ella se hizo más reservaba y callada. Ahora las familias ni siquiera la volteaban a ver. Claro está, cuando su Don no los veía, porque cuando estaba Manrico, la mimaban y la saludaban, pero cuando se volteaba en su mirada solo había desprecio, desprecio que mi niña entendía a tan poca edad y era reciproco y multiplicado a pesar de ser pequeña.
4 años después
_ ¡No! _ le grite a Manrico _ ¡No te llevaras a mi niña, ella no tiene la culpa de ser quien es, yo la amo sin importar como sea!
_ Entiende, cara mia, es por su propio bien. Deianira crecerá llena de odio hacia su propia gente y Danilo ya empezó a ser más agresivo con los hijos de las familias por el rechazo a su hermana y sabes que eso no lo ayudara a cimentar su poder cuando tome mi lugar. Denisse sufre y enferma por lo mismo (éramos un matrimonio afortunado, que, a pesar de ser arreglado desde pequeños, nos habíamos enamorado)
Manrico me miro con pesar:
_ Deianira no puede seguir aquí, la mandare a Hong Kong, tengo un conocido que cuidara de ella, diremos que por su inteligencia estará interna en el extranjero, quedara en secreto para que no corra peligro; eso se le informará a la familia.
Lo mire horrorizada
_ ¿Hong Kong? Esta al otro lado del mundo ¿Piensas mandar a mi niña tan lejos? No, tú eres el Don, tú tienes que ponerles un alto a todos.
_ ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué los mate a todos? Son casi todas las familias, ellos la miran… mal
_ Dilo Manrico, di como miran a tu hija ¡Dilo! _ grite _ di que a tus espaldas la llaman monstruo, porque tiene una belleza fuera de lo normal y tiene carácter y fuerza para pelear, porque ella no es la típica principessa mafiosa que todo mundo quiere que sea por ser tu hija, rechazan a Denisse por tener un cuerpo débil, pero la toleran porque es tímida y hace lo que quieren, siempre tratando de encajar.
Manrico me miro con su mirada fría. Algo que no hacía con frecuencia.
_ Se hará lo que yo diga
Me dijo con voz glacial.
_ Mañana Deianira saldrá en el primer avión a Hong Kong y esta discusión termino.
_ Esto jamás te lo voy a perdonar
Manrico se quedó mirándome con tristeza por mis palabras, sabia en mi fuero interno que no podía hacer nada y me fui de su oficina destrozada. Una pequeña voz llena de tristeza me detuvo.
_ Mama _ baje la mirada.
¡Deianira había escuchado todo!
Cuando mi pequeña me miro con tristeza, aceptando su destino, caminé hacia ella, la jale a mis brazos y llore a gritos.
Soy su madre. Pero no pude protegerla.
Desde ese día una nube negra lleno mi corazón.