Había firmado. Su mano jamás había temblado tanto en toda su vida, como cuando tuvo que empuñar aquel bolígrafo para firmar el divorcio, incluso pensó que iba a llorar cuando vio aquella firma de Yamel y el espacio en blanco de que solo faltaba la suya. Pero lo hizo. Firmó. A quien primero llamó fue a su abuela. —Lo siento, por todo. Ya he firmado. —Es a Yamel a quien primero tienes que llamar y darle la maravillosa noticia, seguro que ahora respirará con normalidad y dormirá mejor. También tiene que significar paz para ti y tu amante, que ahora será tu esposa. Solo te pido que no nos invites a la boda, no pretendemos ir, eso que lo tengas claro. Si querías introducir a esa mujer a la familia debiste hacerlo de la manera correcta, ella jamás ocupará el lugar de Yamel. Y que sep