Capítulo 8 Beso

2012 Words
Los cambios se avecinaban, ya eran inminentes. En los últimos días Yamel estaba contenta porque había conseguido el certificado y ya se iba a divorciar de Eduardo, solo estaba esperando a que este decidiera el día para firmar el divorcio. ¡Él tenía que firmar! No sabía porque estaba tardando tanto sí supuestamente no la amaba y se casaría con Sabrina porque no le quedaba mucho tiempo de vida. Debía ponerle un fin al baile de ida y vuelta en que se había metido desde que Eduardo conoció a esa mujer. Yamel tomó el certificado y salió rumbo al trabajo y allá se encontró con Enrique como si este la hubiese estado esperando. —¿ Viste el mensaje que te envié? — preguntó Enrique acercándose a Yamel. — No tuve tiempo. Pero puedes decirme que necesitas. — Yamel no quería estar muy involucrada con su jefe. Aquello solo era un acercamiento entre jefe y empleada, nada fuera de lo común, meramente laboral. Sentía que lo estaba encontrando en todas partes. Si salía de la oficina, para ir a comer, o en cualquier otro lado de la empresa. Era como si Enrique estuviera muy pendiente de lo que ella hacía. Empezaba a ser un poco incómodo, después de todo era su jefe, no quería que se malinterpretaran las cosas, eso no era posible. Sería lo peor que podría pasa. — No era algo importante luego lo miras, pongámonos a trabajar.—sugirió Enriqueta al cabo de unos segundos de estar mirándola. Yamel estuvo de acuerdo con esto ultimo inmediatamente se puso a preparar lo que debía decir para el programa que iniciaría en unos momentos. Cuando se terminó de grabar volvió a recibir felicitaciones del encargado del programa y también de Enrique por hacer un buen trabajo. Yamel sonrió agradecida, por lo menos algo de su vida si estaba yendo de acuerdo a sus decisiones. Rato después esta recibió una llamada de Eduardo — Quiero hablar contigo sobre el divorcio, te pasaré a buscar al trabajo. — dijo Eduardo al otro lado de la llamada, era la única excusa que tenia para verla. Yamel aceptó inmediatamente ya que se trataba sobre el divorcio como ya tenía el certificado de matrimonio solo estaba en espera de que Eduardo dejara de actuar tan indeciso. Era momento de presionarlo para que firmara, dejar las cosas para después era jugar a un juego sucio y no era justo que él hiciera aquello. ¿Qué pretendía? Yamel no lograba entender a ese hombre. *** Por otro lado Eduardo estaba sentado en el bar junto con Jael. Tenía la gran necesidad de desahogarse pero no podía hablar con su amigo y decirle que últimamente se estaba sintiendo cansado y que tenía el sentimiento de que si se reunía con Yamel a firmar el divorcio cometería un grave error porque sabía que este solo se regodearía al saber que tenia razón. No quería admitirlo. No quería renunciar a ella. Tampoco podía dejar tirada a Sabrina en la condición que se encontraba. Aunque la había llamado y citado para firmar el divorcio ese no era realmente su plan. Claro está que no podía dejar que Jael se enterara de lo que iba a hacer o si no este comenzaría con su discurso y no estaba de humor para escucharlo. Lo que menos necesitaba era sermones. Jael miró con sospecha a su amigo y continuó bebiendo sin argumentar nada de su llamada con Yamel. Cuando Eduardo estaba a punto de despedirse de su amigo recibió un mensaje de Sabrina para que fuera a verla, no entendía que ella estaba tratando de hacer últimamente pero su comportamiento se habían vuelto el de una novia quisquillosa que le preguntaba a cada rato por su paradero, lo que estaba haciendo o al igual que Yamel cuando firmar el divorcio. Eduardo se excusó diciendo que debía organizar algo en la empresa y se despidió de su amigo. Su aspecto no era el más adecuado para ir a ver a Yamel. Así que antes de irse pasó por su departamento y se duchó y cambió el traje. Todo estaba en orden lo único que no podría ocultar era los ojos rojos de haber pasado esos últimos días en vela Eduardo midió el tiempo para saber en qué momento podría ir a pasar a buscar a Yamel y salió a toda prisa al darse cuenta de que ya se está haciendo un poco tarde. Esta era la primera vez que corría a ver a Yamel con tanta prisa. Así que se sintió extraño cuando llegó frente al trabajo de Yamel. Se sintió indeciso por un momento, realmente no iría a firmar el divorcio con Yamel. No sabía por qué no podía dejarla ir, necesitaba comprobar algo. Pero sabía que no importara el resultado de lo que quería comprobar, aún así necesitaba tener a Yamel en su vida así que sin pensarlo más salió del auto. *** Yamel iba de salida con Enrique charlando entre ellos. Aunque últimamente tenía un extraño presentimiento sobre su jefe, no quería dejar de hablarle de un momento para otro. Sería incómodo, eran compañeros de trabajo. Además de que era su jefe se sentía cómoda hablando con él por lo tanto al momento de ya despedirse lo miro con gran aprecio y le dio una sonrisa. Le agradaba tener un amigo, siempre y cuando solo fueran amigos. Enrique se despidió de Yamel y dio la vuelta para volver a entrar a la oficina pues aunque quisiera irse realmente tenía mucho trabajo que hacer. Eduardo esperó hasta que Yamel se despidiera por completo de ese hombre con el que había tenido varios encuentros para luego llamarla y hacerle seña de que subiera al auto. Como Yamel tenía el pensamiento de que iría al buffet de abogados firmar el divorcio no pensó mucho en eso solamente se subió al auto y esperó a que Eduardo pusiera el auto en marcha. El tiempo apremiaba, ella quería que firmaran ya. ¡Cuanto antes! Eduardo condujo hasta su apartamento diciéndole a Yamel que debían pasar a buscar algo antes de ir al buffet de abogados, cuando llegaron al apartamento ella lo acompañó adentro y este le invitó a tomar asiento en lo que iba por unos supuestos papeles; cuando Eduardo volvió de su habitación realmente salió con unos papeles Pero se quedó observando a Yamel sin decir nada, no sabía como proceder. — Realmente no vas a considerar el trabajar en la empresa de la familia. — le pregunta Eduardo a Yamel tratando de hacer tiempo. No quería que ella volviera a mencionar lo del divorcio, porque eso lo irritaba mucho. Pero se sentía aún más irritado cuando Yamel mencionaba a Sabrina. Eso sí que lo disgustaba. — Ya hemos hablado de esto Eduardo, no cambiaré mi trabajo y no necesito que me ayudes a conseguir otro.—expuso, molesta porque él volvía a sacar el tema.—Si ya conseguiste lo que tenías que buscar mejor vámonos. — dijo Yamel levantándose del sofá y caminando hasta la puerta. Tenía prisa. Quería ser libre. Eduardo al ver cómo está hacía el intento de irse la agarró del brazo y la acercó a su cuerpo. Yamel no supo cómo reaccionar, solamente se quedó mirando a los ojos de Eduardo un poco confundida y a la vez asustada, nunca había tenido un contacto tan cercano con su esposo, todos habían sido mientras él la miraba llena de ira y desagrado, pero ahora había otra mirada en él. —¿Qué estás haciendo?—Yamel interpuso la mano entre ella y Eduardo intentando alejarlo. Lo hacía con mucho afán, pero no daba frutos. Eduardo hizo caso omiso al intento de Yamel por separarse de él y la acercó aún más estaban tan juntos que las respiraciones de ambos se entrelazaban sin esperar a que Yamel pusiera más resistencia Eduardo bajó la cabeza y depositó un beso en los labios de Yamel; al principio fue un leve toque pero fue aumentando la intensidad intentando abrir los labios de Yamel, esta comenzó a forcejear y empujar a Eduardo para que la soltara, no estaba viendo que lo que estaban haciendo no estaba bien, que este la besara sin permiso de ese modo tan brusco y sin previo aviso. — Suéltame. — pidió Yamel contra los labios de Eduardo Este aprovechó y profundizó el beso, aferrándose a la boca de Yamel como si no hubiera mañana, realmente él no estaba sintiendo los golpes o los empujones que Yamel le estaba dando, solamente estaba concentrado en disfrutar el sabor de su esposa. Era la primera vez que la besaba de verdad desde su boda. Se aferraba a sus labios como si no hubiera mañana, aprovechando esa oportunidad que la vida le daba, habiendo tomado a la mujer desprevenida. En un último intento por salir del agarre de Eduardo, le dio un pisotón y lo empujó logrando soltarse. Su respiración estaba súper agitada y sentía que el cuerpo le temblaba —No vuelvas a hacer eso.—dijo, nerviosa, enojada, sintiendo muchas cosas en aquel momento. Yamel subió la mano y le dio una cachetada a Eduardo en respuesta a el beso que había recibido sin consentimiento y de aquella manera, con tanta fuerza, no supo cuando empezó a llorar pero se limpió los labios y no le dio una última mirada Eduardo antes de salir por la puerta e irse. Eduardo al principio no sentía ningún remordimiento por la acción que había realizado, solamente cuando vio como Yamel salía corriendo con lágrimas en los ojos fue que reaccionó y supo que se había equivocado nuevamente. Que aquello no fue lo correcto, que se dejó llevar por su severo impulso y la había ofendido. ¿Qué intentaba? ¿Era ese su plan? ¿Qué creyó que pasaría después? Yamel salió corriendo del apartamento de Eduardo, las lágrimas iban resbalando por sus mejillas; se sentía completamente decepcionada. Podía Escuchar el llamado de Eduardo detrás de ella para que volviera pero aún así corrió lo más rápido posible hasta encontrar un taxi y desaparecer de la vista de Eduardo. Por más que intentó calmarse, las lágrimas seguían rodando por sus mejilla y sentía un nudo en la garganta extremadamente fuerte que casi le impide dar la dirección al taxi cuando este se la pidió. Solamente había quedado encontrarse con Eduardo para firmar el divorcio no podía creer que este se hubiera aprovechado así de su confianza. Cuando llego a su casa se trancó en su habitación y llamó a su amiga — ¿Qué pasó Yamel? ¿Por qué suenas así?— preguntó Liah preocupada por su amiga — Hoy me encontré con Eduardo.—comenzó a decir, soltando gimoteos por todo el llanto. Fue lo único que respondió Yamel antes de empezar a llorar de nuevo. Liah se quedó en silencio escuchando los gritos de su amiga esperando que ésta se desahogara y brindándole su apoyo aunque no estuvieron diciendo absolutamente nada. Cuando Yamel volvió en sí, verificó la llamada y tenía alrededor de quince minutos llorando, por un momento se sintió apenada con su amiga por escuchar sus gritos pero realmente no se sentía bien. Se sentía engañada por Eduardo, este seguía jugando con sus sentimientos A pesar de que tenía otra mujer. — ¿Me contarás lo que sucedió? Si tengo que ir a darle una paliza a Eduardo, iré de inmediato. No puedes llorar por alguien que no vale tus lágrimas. Le apenaba haber sido tan tonta de meterse tan inocentemente al apartamento de Eduardo, cuando lo que debió fue esperarlo en su auto, más eso no le daba el más mínimo derecho de besarla de ese modo, mentirle y usar el divorcio para verse a solas con él. Estaba decepcionada, pero también era algo que podía esperar de Eduardo, llevaba las últimas semanas jugando sucio, sin aclarar lo que quería, sin decidirse, su indecisión tenía a Yamel demasiado estresada, al punto de lo locura. Al menos tenía a alguien con quién desahogarse o no sabía lo que podía hacer. Realmente se sentía muy mal.
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