Había pasado una semana desde que supo de la fidelidad de Sabrina, ignorando todas sus llamadas y aquellos inútiles intentos por llamar su atención, porque Eduardo no quería saber nada de ella, desde que recordaba su nombre…ya le entraba dolor de cabeza.
Llevaba tres días quedándose en la mansión con su familia, pero allí no se sentía bien, porque…todo le recordaba a Yamel y eso lo hacía deprimirse.
Bajó las escaleras para desayunar, no es que compartiera mucho con su familia a menos que estos requirieran su presencia, estaba prefiriendo estar solo, porque se sentía de tan mal humor que realmente todo le molestaba.
Era sábado.
Se escucharon las voces en la cocina, su padre no dejaba de charlar con su madre y todos guardaron silencio cuando él entró a la cocina.
Extraño verlo allí,
