- ¿Qué? - dije sin entender bien
- ¿Quién te crees que eres como para hacerte llamar la "octava" m*****o de BTS? - habló la más alta mientras me daba un empujón en el hombro.
- Si me disculpáis – respondí mientras apartaba a la chica bajita que se encontraba delante de mí y continué mi camino.
No quería, ni me convenía, seguir su juego y hacer de esto una discusión. O peor aún, que llegue a los medios de comunicación.
- ¡Te va a ir muy mal! – gritó una.
- Ya verás, ¡te arrepentirás de haber entrado en ese grupo!
Ignorándolas por completo, me dirigí a mi casa.
Pero, a pesar de pasar de ellas, mi cabeza empezó a hacerse un completo lío. ¿Esto me traerá más problemas? Suficientes había tenido ya durante todo este tiempo como para empezar otra vez. Además, no quería volver a preocupar a los chicos ni al resto.
Pensaré que solo he tenido mala suerte y me he encontrado precisamente con las tres chicas a las que no les gusto. Con un suspiro largo intenté olvidar este peculiar e incómodo momento.
Sin darme cuenta, había llegado a la entrada de nuestro hogar. Entré en casa apresuradamente, el frío se hacía cada vez más presente mientras la noche se iba posando sobre nosotros.
- ¡Hola! – saludé a quienes se encontraban en la cocina-sala de estar: Jungkook, Jimin y Tae.
- ¡Hola! – respondieron a coro mientras pausaban lo que hacían.
- ¿Dónde has estado? ¡Podías haberme llevado! – se quejó Jimin.
- Solo he ido a la tienda a comprar galletas – respondí sonriendo mientras levantaba la mano que sostenía la bolsa de plástico para mostrarles.
- Dame – pidió enseguida V.
- De acuerdo, yo COMPARTO CON VOSOTROS – respondí lo último en voz alta para que Suga, esté donde esté dentro de la casa, me escuche.
- ¡SI ES DE LA CASA ES DE TODOS! – escuché al rapero gritar.
- Suga hyung te quitó las galletas, ¿verdad? – dijo un Jungkook sonriendo.
Yo asentí mi cabeza a la vez que iba abriendo el paquete de aquel snack.
El trío, que se encontraba rebuscando en los armarios y nevera para encontrar algo que llevarse a la boca, se sentaron conmigo para comernos la merienda y hablar sobre temas triviales a la vez que hacíamos alguna que otra broma.
> era lo único que rondaba por mi cabeza. Pero, como dije antes, esto solo crearía problemas. Además, tampoco había pasado nada grave.
Poco después nos pusimos a recoger la mesa y nos tumbamos en los sillones para jugar juntos al UNO....muchas amistades se romperían en este momento.
Todo BTS se encontraba allí echando el rato, unos más felices que otros, pues los "+4", los "prohibido tirar" y los "cambio de sentido" estaban arruinando el humor de algunos.
Sobre todo, el de Yoongi.
Y aquello era una oportunidad que yo no podía dejar escapar para meterme con él y molestarle un rato más.
- Hoy te mato (TN) – fueron las palabras que soltó por su boca.
Pero más que temor, me estaba causando gracia.
- Igual que a mi última galleta, ¿verdad? – reí.
- Era de todos.
- Bueno pues si tanta agonía tienes, toma – dije mientras soltaba un "+4" detrás del "+2" de Namjoon – comete esas también.
Sin poder evitarlo, las carcajadas empezaron a inundar la sala al ver la cara del rapero.
- Os odio – soltó resignado mientras cogía sus nuevas cartas.
El resto de la tarde se pasó más rápido de lo pensado. JHope ganó la partida y Suga perdió. La segunda la ganó Jungkook y la perdí yo y por último, la tercera la ganó Jimin y la perdió Namjoon.
Por último, encargamos pollo. Nadie tenía ganas de cocinar - tampoco nos quedaba mucha comida - tendríamos que ir pronto al supermercado.
Ver una película de ficción mientras nuestras manos se llenaban de aceite y nuestras barrigas de colesterol era uno de los placeres de la vida. O al menos para mi parecer.
Gran parte de los chicos no aguantó toda la película y se quedaron rendidos en el sofá.
- Tae, despierta, vamos a dormir – le dije mientras le daba toques en el hombro – Jungkook, tú también – esta vez tocaba el brazo del antiguo maknae de BTS.
- No quiero – respondió este somnoliento.
Jin, junto con Namjoon quienes fuimos los únicos tres que vimos el largometraje completo, se acercó a sus menores y subió sobre su espalda a uno de ellos.
- No van a querer despertarse, es esto o dejarlos aquí – comentó el mayor mientras daba un pequeño saltito para colocar bien sobre su espalda a Jungkook.
Yo miré al resto que quedaba.
- Pues vas a tener que dar unos cuantos viajes. Creo que yo solo puedo llevar a Jimin y Yoongi ya que son los más bajos y, por tanto, de los que menos pesan.
- Perfecto, yo llevo a Jungkook y JHope, líder – dijo mirando a este – tu te encargas de Tae y Jimin y, por último – esta vez se dirigía a mi – tú llevas a Yoongi ya que es el más enano – rio.
- ¡Vale! – asentimos al unísono.
Siguiendo las instrucciones de nuestro mayor, nos acercamos a por nuestros "chicos asignados".
- ¡EH! ¡Despierta! – dije empujando un brazo de Yoongi.
Ante esto, él solo se dio la vuelta quejándose en sueños. Noté como la mirada del líder y Jin se clavaban sobre mí.
- ¿Qué? Tenía que intentarlo – dije resignada mientras me encogía de hombros.
Llevándose a Jungkook y Tae fue como me quedé sola y a cargo de Yoongi.
Me acerqué a él y lo senté.
>, pensaba.
Con cuidado, me senté delante de él y cogí sus brazos para ponerlos sobre mis hombros. Una vez situados, me levanté agarrándole de la parte de atrás de los muslos y di un pequeño saltito para colocarlo bien sobre mi espalda.
En realidad, pesaba menos de lo que imaginaba. Pero, aún asi, eso no hizo que el camino al dormitorio de los chicos fuera más leve, pues aquel tonto idiota no paraba de moverse.
- Estate quieto – me quejé con un chasquido de lengua.
En mi duro camino hasta el dormitorio me encontré con los dos chicos que volvían al salón para recoger a los miembros restantes.
Una vez dentro del dormitorio, me senté en la cama del chico que llevaba a mis espaldas y lo dejé caer hacia atrás para que se quedara acostado en esta.
Algo me heló la sangre.
Iba a morir.
Me despido de la vida.
- ¡CÓMO PUEDES SER TAN TORPE! – dijo esté sobándose la cabeza - ¡No ves que está la pared!
- ¡Lo siento! – me apresuré a decir. Aunque he de decirlo: me estaba aguantando la risa– No me había dado cuenta de que la pared estaba tan cerca – me cubrí la boca para ocultar mi sonrisa.
En realidad, era cierto, había sido un fallo de cálculo por mi parte.
- ¡Agh! – seguía quejándose - ¡Te vas a enterar!
- Y qué harás, ¿comerte el nuevo paquete de galletas? – sonreí desafiante.
- Sí.