—Oh, Dios mío, ustedes dos —. Addison se sienta a nuestro lado con un plato lleno de tacos y totopos. —Yo no habría llamado así. Pero debería haberlo hecho. Los opuestos se atraen, ¿verdad? Eres adorable. Verdadero. ¿Tus padres están cagándose como locos por esto?
Marysha no se inmuta ni retrocede ni se ahoga con el aire.
Ella simplemente le dirige el ceño fruncido a Addison. —¿Por qué mis padres estarían molestos por las decisiones que tomo como el adulto racional, competente y adulto que ellos me criaron?—
Mi estómago gruñe en el silencio en el que Addison se congela de confusión con el taco a medio camino de su boca.
Ella no se equivoca. Los padres de Marysha me odian .
Probablemente debería confesar ser responsable de ese graffiti en su auto poco después de la conversación de deja
