— Duque, la joven dama está bien — menciona con seriedad.
— ¿Pero a qué se debió su desmayo?— pregunta con seriedad.
— No hay nada, fuera de lugar parece estar muy sana solo sus nervios está un poco descontrolados lo recomendables es que descanse y no tenga emociones fuertes.
— Está bien — responde.
— Le dejaré una receta para que se la den en las comidas, y los más importantes es que no se exalte es mejor que se quede en cama por unos días.
— Está bien — responde.
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—Penélope que bueno que estés aquí quiero darte las buenas noticias — menciona su Eleonor con una sonrisa y eso es algo que la pone inquieta y más ver la mirada de victoria de Elena.
— ¿Padre que sucede?— pregunta con seriedad.
— Quería decirte una noticia siéntate por favor — indica.
— ¿ Padre?— llama mirándolo.
— Penélope, hoy llegó otra pedida de matrimonio para tu hermana — menciona el con un poco de incomodidad al mencionar.
— ¿ Si?— mira a ambas mujeres — eso es bueno Elena.
— El que mando la petición es el príncipe Cedric — menciona con seriedad.
— El príncipe siempre ha estado interesado en mi pequeña Elena espero que no te molestes a saber esto ya sabes usted está comprometidos desde que era niños amanece espero se enamorada de Elena espero que no tomes medidas contra tu hermana.
— ¿ Medidas contra Elena? ¿ Porque lo haría segunda dama? — pregunta con confusión.
— Bueno hermana pues tú estás enamorada del príncipe Cedric y has estado desvastada por rompimiento de su matrimonio — menciona con suavidad — se que lo amas, lo siento mucho queríamos decir que no pero es una petición del emperador padre y no podemos rechazarla.
— ¿ Enamorada del príncipe? Elena, padre y segunda dama yo no siento nada por él príncipe Cedric — suspira — el no me gusta, solo me gusta el duque Harold Dankworth
— ¿De verdad no te gustó? Es extraño ya que siempre me perseguiste y existe estupideces¿ Porque no te gustó?— pregunta una voz fría
— ¡Su alteza príncipe heredero! — toda la familia se levanta y saluda.
— Su excelencia no lo esperábamos tan temprano— menciona con una sonrisa tensa en su rostro.
— Si, es cierto tengo cosas que hacer más tarde por eso vine a ver a Elena antes de ocuparme — menciona con los ojos puestos en Penélope. La cual le sigue desagradando pero el hecho de decir que no lo amaba le es molesto.
— No lo amaba su excelencia — menciona con suavidad — estábamos en un compromiso político establecido por nuestros abuelos. Pero usted no quería y yo tampoco y lo rompimos.
— No querías y deliberadamente me humillaste frente a todos ¿Por qué no querías casarte?—
— Su excelencia debería calmarse— habla con seriedad el duque Edwin.
— Calmarme quiero una explicación su hija hizo todas estupideces dejando que todos se burlaran de mi y marchando la reputación de Elena solo por qué quería casarse.
— Su excelencia yo no hice nada para humillar lo deliberadamente solo
— Penélope — llama su padre.
— Padre tu sabes que yo no quería casarme con su excelencia, en primer lugar todo fue por el contracto. Y su excelencia yo no lo amaba y tampoco hice cosas contra usted pero si mi comportamiento llevo a cosas extremas le pido disculpas por ello. Yo espero que pueda perdonarme.
— ¿ De quién estás enamorada?— pregunta con seriedad pues siente un poco de curiosidad.
— El duque Harold Dankworth siempre ha tenido mi corazón — responde con tranquilidad.
— ¿ Dankworth? ¿Harold Dankworth?.
— Si, lo es siempre me ha gustado él, cuando quise comprometerme con él pero existía el contrato de matrimonio pero usted quiso romper por qué quería casarse con mi hermana y solo acepté que el peso del rompimiento solo por la oportunidad de casarme con el duque Dankworth y ahora somos prometidos y estoy bien con eso. Bueno su excelencia príncipe Cedric, fue un gusto saludarlo— hace una reverencia —padre me retiraré para que hablen más a gusto. Cuando el duque llegue bajaré— se despide y trata de irse pero es detenida por Cedric.
— No he terminado contigo ¿ Como te atreves a irte sin mi permiso?
— Ah, duele — se queja mirando a Cedric con un poco de disgusto mal contenido.
— Estoy cansado de tus estupideces — grita sacudiendo la.
— Su alteza— grita el duque.
— Esposo por favor cálmate — lo toma del brazo.
— Suéltame Eleonor, su excelencia suelte a mi hija — grita con preocupación viendo como su excelencia sacude a su hija. No entendía por qué de su reacción. Pero sabía que no podía permitir que saliera lastimada.
— Te atreves a levantarme la voz — pregunta con los ojos rojos de rabia.
— Mi hija, sueltela— responde con seriedad.
— Yo soy el futuro emperador yo no recibo sus órdenes así que cállese.
— ¡Suéltala!— se escucha una voz fría que hace que todos se queden congelados.
— Duque Harold — llama.
— No te atrevas a volver a tocar a mi prometida o haré que te arrepientas.
— ¿ Tú? No me hagas reír parece que se te olvida con quién estás hablando. Yo estoy sobre ti.
— ¿ Sobre mi?— se ríe.
— Claro que estoy sobre ti — menciona con voz altanera.
— Esto lo pagarás muy caro— sus ojos lo recorren con frialdad.
— Harold — murmura antes de desmayarse.
— ¡¿Penélope?! — llama alterado al verla desvárense en sus brazos.
— Llamen a un médico rápido — grita desesperado.
La joven dama es muy frágil de salud y los movimientos que recibió fueron muy brusco y esto la alteró y hizo que perdiera la conciencia. Pero estará bien después de descansar.
— Cedric prepárate para pagar por esto— menciona con ojos llenos de odio.
— Es un alivio de que esté bien — responde con seriedad.
—
Harold no te molestes por favor — súplica.
—
Llámame duque Dankworth, no somos tan cercanos — menciona con seriedad.
— Duque Dankworth por favor no se moleste más con este asunto — responde el duque con seriedad.
— Penélope se irá a vivir conmigo al ducado Edwin en el plazo de un mes — menciona con seriedad.
— P…pero usted no puede — interrumpe las palabras de Eleonor.
— Claro que puedo señora— sus ojos la atraviesa como si fueran dagas—espero que nada malo le pase a mi prometida durante este tiempo dejaré a alguien para que la cuide.
— ¿Duque Dankworth?— llama dudoso.
— Duque — responde dándole una mirada seria.
— Mm, bueno espero que mi hija esté de acuerdo con su decisión.
— No dudo que no lo esté — responde con seriedad.