CAÍDA VEINTIDOS “Necesito entrenar y tú no tiene un jodido gimnasio”, se quejó ella con la mano en la cintura. “No siquiera un par de pesas mariconas”. “Haz algunas lagartijas, corre alrededor de la cuadra, déjame jodidamente tranquilo”, replicó Héctor. “Estoy armando una pieza de armadura líquida que quedará completamente arruinada con el más mínimo error y la verdad es que no podemos darnos ese lujo”. Finalizó la delicada tarea y admiró su trabajo. Muy bueno. Luego se dio cuenta que algo estaba mal. Todo estaba muy callado. Patty. Buscó por todas partes, se había ido. No era que estuviese apegado a ella pero se había dado cuenta que había un problema serio con eso. Presionó las teclas de su teléfono y llamó a Tony. “El violador al habla”. “Tony, hey, quería preguntarte ¿Qué pasa si