CAÍDA CATORCE Héctor apoyó su cara en sus manos. “¿Qué estoy haciendo?” Murmuró. La mujer estaba inconsciente sobre su cama, el algún momento debió haber sido muy bonita. Era imposible decir algo más, bajo las cicatrices y los moretones, su cuerpo estaba lleno de callos, la mitad de su cara eran reemplazos cibernéticos al igual que su brazo izquierdo, desde la mano hasta el codo. Una rodilla había sido completamente reemplazada con titanio y plástico, los tobillos estaban reforzados con algún tipo de protección para evitar heridas y la caja torácica estaba encerrada en láminas de armadura superpuestas. Héctor revisó el trabajo hecho corriendo sus dedos a lo largo de los bordes de la armadura. No era algo repulsivo, sino pura apreciación profesional, de la misma forma en que revisaría la