Regresé a casa con una alegría desbordante, mi corazón latía con emoción. No me importaba que mi esposo estuviera esperándome; lo único que importaba era que Julius me había mostrado un nuevo aspecto del amor, algo que superaba cualquier otra cosa.
—Emanuel, ¿cómo estuvo tu día? — me recibió como siempre, pero desde aquel día en que sufrió aquel incidente, había cambiado por completo.
—Mi amor, traes una expresión muy feliz. ¿Qué tal estuvo tu día? —, preguntó con una sonrisa.
—Fue bueno, querido. Perdona si llegué un poco tarde; la sesión de gimnasio se alargó—, respondí.
—Comienzo a sentir celos, te ves cada día más hermosa—, bromeó.
—No tienes por qué sentir celos, cariño. Me arreglo así solo para ti, y hay grandes cambios en camino—, intenté persuadirlo, haciéndole creer que mis transformaciones eran solo para él, y que nuestra familia era lo más importante para mí. Parecía convencido, especialmente porque estaba comenzando a controlarlo, especialmente en el ámbito s****l, algo que no habíamos explorado mucho durante nuestro matrimonio.
Esa noche, tuve un encuentro íntimo casual con Emanuel, y me di cuenta de que me estaba convirtiendo en una especie de ninfómana desde que conocí a Gerónimo. Cada pensamiento sobre mis experiencias pasadas me excitaba enormemente. Aunque aún no había sido completamente suya, el trato cariñoso y amoroso que me brindó el día anterior me dio esperanzas de que pronto lo sería.
Por la mañana, me preparé para ir a la oficina, optando por un pantalón de cuero que resaltaba mis curvas, tacones altos y un sencillo top. Llevaba el abrigo colgado en mi brazo, y aunque mis senos pequeños parecían separados, eran naturales; aunque tenía en mente que Julius pronto me proporcionaría una mejora.
Al llegar a la oficina, nuevamente atraje todas las miradas. Caminaba con coquetería, sin entender del todo por qué actuaba así. Era como si siempre sintiera la presencia de Julius sobre mí, lo que desencadenaba un alboroto hormonal interno que me hacía sentir vulnerable.
Mi asistente quedó boquiabierto al verme, a punto de dejar caer los papeles que sostenía.
—Buenos días, señora Martins —saludó Mauro.
—Buenos días, Mauro. Por favor, cierra la boca y dime, ¿qué tenemos para hoy? —respondí, notando su mirada extasiada. Cuando finalmente recuperó la compostura, comenzó a detallarme la agenda del día. Sabía perfectamente que Julius me estaba vigilando, tanto en casa como en la oficina. Él mencionaba con precisión cada uno de mis movimientos. Mientras Mauro me hablaba, empecé a masajear suavemente mi pecho, deslizando mis manos hacia mis senos libres de sujetador, mientras lo miraba con seducción.
—Señora, eso es todo para hoy. Con su permiso, debo irme —dijo Mauro, visiblemente perturbado, y se retiró rápidamente. Sabía que se dirigía al baño para desahogarse después de verme. Me burlé internamente y continué con mis labores.
Casi al mediodía, mi teléfono sonó. Era un número desconocido, pero sabía quién era. Respondí con cautela.
—Hola —saludé.
—Hola, preziosa —su acento italiano me volvía loca.
—Hola, Julius. ¿Cómo estás? —respondí, intentando mantener la compostura.
—Bien, viendo lo hermosa que estás esta mañana y cómo has dejado impactado a tu asistente. Eso me ha dado una idea genial —dijo con entusiasmo.
—¿Una idea? —pregunté con voz suave y seductora.
—Sí, puedo ver que tienes a ese hombrecito loco por ti. Si logras que sea tuyo en la oficina antes de que termine el día, te juro que serás mi reina —propuso.
—¿Qué? —me quedé atónita. Lo que me pedía podía costarme mi trabajo, y no estaba segura de si Mauro estaría dispuesto. Además, nunca había estado con otro hombre que no fuera mi esposo. Julius estaba yendo demasiado lejos. Aunque había hecho muchas cosas por él, nunca había llegado a este extremo.
—No, estás completamente loco. No pienso hacer eso. Pídeme otra cosa —respondí firmemente, tratando de contener mi ansiedad.
—No te hagas la difícil ahora. Si haces lo que te pido, esta tarde seré completamente tuyo —insistió Julius antes de colgar.
Cuando mencionó esas palabras, "completamente tuyo", sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Imaginé cómo sería la primera vez que él me poseyera por completo, y la idea me emocionaba profundamente. Anhelaba estar bajo su dominio, besarlo, acariciarlo, y por supuesto, sentirlo dentro de mí.
La excitación comenzó a apoderarse de mi entrepierna de inmediato. Levanté el auricular de mi teléfono y llamé a mi asistente. Afortunadamente, mi oficina estaba bastante apartada de las demás, y rara vez alguien se acercaba. En ocasiones, pasaban días enteros en los que solo entraba mi asistente, así que esta podría ser una buena oportunidad.
Ajusté mi top para que mis pezones fueran visibles, y cuando él entró, casi se desmayó. Era evidente que era un joven bastante inocente, lo cual facilitaba las cosas.
—Mauro, ven siéntate aquí— le señale el gran sofá que decoraba mi oficina
—Señora ¿paso algo?
—Si, quiero hablar contigo de algunas cosas que he venido viendo en los últimos días—
—Discúlpeme por favor, si cometí algun error, sería bueno que me lo hiciera saber—
—He visto cómo te has puesto emocionado cada vez que me ves, y tambien sé que tienes que salir corriendo al baño, dime exactamente ¿a qué sales tan rápido al baño?
Mauro se sonrojo ante mis preguntas y su voz temblorosa ni siquiera le permitía modular palabra.
—Señora, es que…yo…yo
Puse mi mano sobre su entrepierna, y el pobre estaba más flácido en ese momento, supongo que, por los nervios, comencé a frotarlo con delicadeza, y él me miraba como si estuviera viviendo un sueño, o una pesadilla, realmente no lo tenía claro en ese momento, sin embargo, la reacción de su entrepierna no se hizo esperar.
Cuando ya estaba lo suficiente duro, me pare frente a él, y me quite lentamente la ropa, el chico simplemente tragaba saliva.
—¿Me deseas? — le pregunte con una voz sensual
Él asintió con la cabeza. Su mirada me recorría de arriba abajo, estaba como hipnotizado, le costaba demasiado modular palabra, eso se estaba tornando hasta divertido.
—Quítate la ropa
—¿Que?
—Si, quítate la ropa de inmediato, si tanto me deseas demuéstramelo
El chico se quitó la ropa, efectivamente tenía el cuerpo de un pobre hombre de su edad, algo inmaduro para mis gustos, pero estaba como yo necesitaba en ese momento, completamente erecto para mí, y mis necesidades, yo sabía que Julius me iba a ver, ben fuera en vivo o en video, así que simplemente levanté a Mauro del sofá, y me recosté abierta de piernas frente a él.
Mauro dejo un poco la timidez, y cuando yo le señale con mis dedos la parte donde quería sus besos, él se puso de rodillas y como un perro comenzó a lamerme, no lo hacía nada mal, empecé a sentir como su lengua se incrusto sobre mi flor, y cada movimiento suyo lo imagine como si fuera de Julius .
Comencé a gemir olvidando por completo en donde estábamos, pero abrí los ojos y vi mi oficina, y comencé a reprimir la pasión, pero sin dejar de disfrutar.
Cuando ya estaba lo suficiente sensible para tener un orgasmo, sin dejar que el chico me besara la boca, simplemente le señale mis senos, él subió como un gato a chuparme cada uno de ellos, encantado comenzó a succionar uno por uno, yo estaba completamente loca y deseaba que metiera su m*****o dentro de mí, así que salvajemente me zafe de su agarre, y me puse en cuatro patas en el sofá para él.
El chico saco un preservativo de su billetera, lo infundo en su m*****o y comenzó a devorarme salvajemente, sentía su m*****o demasiado profundo, mientras que una mano que tenía libre comenzó a acariciarme el clítoris, yo me estaba volviendo completamente loca.
Él me empotraba cada vez más duro y rápido, mi cabeza apenas chocaba contra el sofá.
De repente siento como unas cosquillas atraviesan mi vientre bajo, y ahí venía, toda una explosión de sensaciones, me dejé llevar por la pasión del momento y me vine como una perra, haciendo que mis contracciones pusieran el muchacho a mil, y tambien llego dentro de mí.
Me quité de su lado, y me senté en el sofá, le di una pequeña sonrisa.
—Señora, por favor discúlpeme, yo no, yo no quería hacer esto, no me vaya a despedir por favor— Mauro estaba nervioso, su m*****o se escondió del miedo que sentía en ese momento.
—No te voy a echar, pero debes prometer que será un secreto entre los dos, ah y esto no va a volver a pasar—
—Señora, usted es deliciosa— él se vistió rápidamente y se fue de la oficina, yo aún estaba desnuda y deseosa, quería satisfacer mis ganas, asi que no sé porque comencé a tocar mi flor con desespero, con una mano me frotaba y con la otra me metía los dedos, pensaba en todo momento en Julius , unos cuantos minutos más tarde me estaba provocando el segundo y delicioso orgasmo del día.
Me limpie como pude, me organice y seguí con mis labores, pero esa tarde y esa noche no recibí ningun mensaje por parte de Julius .
¡maldito desgraciado! Simplemente me utilizo, y de lo que había prometido no me había dado nada, me sentí frustrada y desolada, mi genio se puso n***o es noche, que hasta discutí con Emanuel, esta situación me estaba volviendo completamente loca.