Habían pasado dos días en los que ninguno de los dos se había visto, se habían ocupado en su trabajo y sus actividades diarias. Ian estaba como loco por dejar todo perfecto, habían tomado el sábado para arreglar la casa del árbol y tener todo en orden para el domingo. Ni Emma estaba tan ansiosa por el picnic, si quería verlo ya, pero Rafael exageraba mucho con los detalles. - Debo admitir – dijo Emma al ver cómo había quedado todo – Tu obsesión porque todo quedara perfecto, valió la pena. - Tiene que estar todo perfecto – la miró – No te imaginas cómo me pondré el día de tu boda, ese día estaré más loco aún. - Si puedo imaginarlo – sonrió divertida – Bueno, debo ir a comprar la botana y todo lo demás. - Vale, mañana paso por ti y dile a tu amado novio que iremos por él – le dio un beso