Durante su hora de almuerzo, Jelena se quedó un buen rato palpando la suave tarjeta negra con el contacto personal del dueño de la compañía Petrovleum. El símbolo de aquella importante empresa era una P gris con unas serpientes de fuego que se enroscaban en ella. Jelena bufó y volvió a guardar la tarjeta en uno de los bolsillos de su bolsa de danza, y siguió almorzando, sentada en la comodidad del sofá de su camerino, con los ya lastimados pies metidos en una cubeta con agua y hielo. Si los duros ensayos ya tenían lastimados sus pies, no se quería imaginar cómo sería ahora que empezaran los recitales. -No es bueno que Lucifer esté tras de ti, alteza - escuchó a Jerathel tan de repente que por poco y deja caer su pote de almuerzo. -¡Jesús! - exclamó la azabache, sobresaltada, viendo a