Prahla: Peter llegó muy temprano, se tomó en serio lo de venir a ayudarme con el jardín, traía de todo, plantas, una pala, abono, cubetas, guantes, como si supiera que yo no tenía nada de eso aquí y así era. Apenas me estaba tomando una taza de té cuando tocó a mi puerta, venía sonriendo. –¿Y bien, pequeña? –dudó –. ¿Por dónde empezamos? –Son las seis de la mañana –me quejé. –La mejor hora para la tierra. –Creí que estarías triste o algo así –comenté. Él sabía a lo que me refería, pero solo me miró y encogió los hombros. –Me gusta la jardinería. No me quedó de otra que colocarme ropa cómoda para salir afuera, había mucho frío, la tierra se sentía algo húmeda y era fácil de manejar, hablamos de la forma en qué podía quedar, tenía mucha imaginación para eso, fue un alivio cu