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1413 Words
Los copos de nieve caen lentamente, como si fuese una cámara lenta en un paisaje pintado de blanco, los caminos abarrotados de la blancura invernal al igual que los árboles que con el más mínimo movimiento de sus copas meciéndose al compás del viento dejan caer la frialdad blancuzca lucen inmensos a los ojos de cierta pelinegra; Evelyn sonríe desde su alcoba, pegada a la enorme ventana observa sonriente lo que hay afuera, para ella no hay mejor época del año que ésta y le trae tantos recuerdos de su niñez inocente y pura. La puerta del cuarto se abre para dar paso a la figura masculina de su compañero quien al cerrarla detrás de sí rápidamente llega hasta la pelinegra abrazándola por detrás mientras las sonrisas de ambos nacen en un mar de profundo silencio, no es necesario hablar, no hacen falta los gestos, no hay necesidad de nada; lo saben todo, claro y fuerte, su vínculo así lo permite. ― Buenos días ― susurra Ivoh rozando sus colmillos en el cuello de la muchacha intentando no verse demasiado ansioso. ― ¿Dormiste bien? ― pregunta ladeando la cabeza dando aún más espacio a su acompañante a hacer de las suyas en su piel. ― Qué graciosa, yo no duermo ― sonríe mientras el aroma de su piel entra por su nariz. ― Bueno, no dormiste pero sí te pude dar algunos mimos, ¿No? ― suspira al sentir las manos del vampiro sobre su cintura. ― ¿Tienes sed? ― Lo conoce a la perfección y a sus acciones aún más. ― ¿De ti? ― se detiene para susurrar ― Siempre. Acto seguido los colmillos del inmortal se incrustan con cuidado atravesando la piel, logrando que las primeras gotas de sangre emerjan abundantes para ser atrapadas por su boca sacándole un suspiro a la fémina, las manos de ambos se unen con cariño y es que ya pasó un buen tiempo desde que las mordidas de Ivoh dejaron de causar incomodidad en la mestiza y viceversa; afortunadamente ese período de adaptación para la pareja vampiríca es corto y pronto deja de molestar.. En el pasillo de la mansión Draco chequea algunos papeles de sucesión de su padre, desde su muerte él y Calendra quedaron a cargo de varios emprendimientos familiares mientras que su hermano menor –apenas por meses en edad humana si tuviéramos que darles una apariencia basándonos en esos parámetros- mantiene el control de otras empresas en las principales ciudades vampíricas del mundo. El muchacho voltea a ver a Evelyn y a su hermano en cuanto escucha sus voces y risas saliendo de la habitación, observa atento y sonriente como esos dos han logrado compenetrarse a la perfección, recordando lo mucho que les costó llegar a esas instancias, pero, hay un deje de envidia si debe ser sincero consigo mismo –de la sana como diríamos muchos– cuando los ve; recientemente el mayor de los varones Coll se ha percatado de que desearía poder tener a alguien a su lado también, quiere que una persona lo observe de la misma forma en que Eve lo hace con Ivoh, con tanto amor... con tanta devoción... Sabe perfectamente que eso solo lo conseguirá si dicha compañera fuese la indicada para él pero hasta el momento el ansiado encuentro no se ha dado, parece hacerse esperar con maldad y capricho haciendo que el joven muchas veces se pregunte si realmente él tiene una compañera destinada, o deberá permanecer solo siempre debido a su condición de hijo bastardo -tales injurias suele escucharlas seguido cuando viaja a la ciudad-. ― ¡Ev! ― Calendra se apresura a alcanzarlos para jalar a la muchacha de los brazos de su prometido con fuerza ― Lo siento hermano, preparativos para la boda y necesito a mi cuñada. ― ¿Cuánto más van a preparar? ― pregunta el aludido sorprendido mientras gesticula. ― Calendra hará que se fundan nuestras empresas si no la controlas ― agrega Aléh divertido mientras entrega unos papeles a su amigo -recientemente han formado una sociedad-. ― Lo dices porque no estoy planeando tu boda, no seas celoso ― suelta ella irónica. ― ¿Y con quién me casaría? ¿Contigo? ― ladea la cabeza, mostrándose divertido. ― Dudo que seas digno de tan maravilloso privilegio ― responde la vampiresa acomodando su cabello mientras se marcha con elegancia por los pasillos con su cuñada. ― Bueno, creo que ese privilegio me encantaría ― susurra observándola. ― Te costará ― agrega Ivoh desde detrás. ― Ella ya tuvo a su compañero, sabes que no es fácil volver a conectar con otro luego de que el original desaparezca. ― Lo sé, ambos nos encontramos en la misma situación ― suspira dando un giro sobre su eje y marchándose por el pasillo opuesto. Calendra obliga a Evelyn a tomar asiento entre los mullidos almohadones que yacen en el enorme sofá doble, toma algunos catálogos de adornos, vestidos, luces, y demás cosas necesarias para una boda "decente" según la joven inmortal; la pelinegra toma el primer libro, las fotos de elegantes, finos y hermosos vestidos blancos comienzan a dejarse ver, uno más bello que el anterior y no hay manera de poder elegir uno solamente, la tarea realmente le levará tiempo. ― Son bellísimos ― susurra la mestiza. ― Sí, son todos un sueño. Creo que lo mejor es que te pruebes todos y así sabrás cual elegir ― añade Lendra entusiasmada a más no poder. ― ¿Todos? ― voltea a verla asombrada, pensaba elegir entre algunos de los que más habían encandilado sus gustos sin dar tanto rodeo al tema... ― O como desees ― sonríe. ― Bueno, podemos hacerlo mañana por la tarde ― asiente ― Durante la mañana iré a la villa de los Parias, quiero saber cómo lo están tomando, como les está yendo con los preparativos para la inspección de los puros y si ha habido algún problema. ― Te esfuerzas demasiado ― suspira su futura cuñada viéndola con cariño, esa chica realmente se convirtió en parte de su familia. ― No, siento que aun cuando hago infinidad de cosas por ellos no llega a ser lo suficiente ― su mano cubre sus ojos ― Quiero ayudarlos pero es tan lento el proceso que siento que no llego a ningún lado nunca, que pasarán décadas para que seamos reconocidos como es debido. ― ¿Has hablado con Lyon? ― pregunta Calendra abrazándola. ― Seguramente puede darte algunos consejos, ayudarte en alguna tarea o simplemente darte su perspectiva... ― No, no he podido, parece estar ocupado firmando los papeles necesarios para poder asumir su puesto en el Nuevo Consejo ― responde ― No quiero molestarlo. ― ¿Milo? ― susurra. ― No ha vuelto a aparecer, no lo he sentido, tal vez está demasiado lejos ― se encoge de hombros. ― Todo irá bien ― responde la vampiresa al ver a su amiga estresada y frustrada. Ivoh suspira tocando su pecho, tiene una extraña sensación enterrada en lo más profundo de su ser que no lo abandona, como si estuviera dando aviso de algo pero no sabe exactamente de qué; lleva algunas semanas sintiéndose de esa manera, pareciera tener dos personas viviendo en su mismo cuerpo pero sabe que eso es imposible, que ya no hay enemigos cerca pues Armes desapareció de la faz de la tierra, el Consejo ha sido formado por nuevas generaciones dispuestas a fomentar la paz entre las especies y Evelyn se encuentra sana y salva a su lado, entonces, ¿Por qué tiene la sensación de estar ahogándose en un mar de pensamientos ajenos? ¿Por qué siente que en cualquier momento dejará de ser él mismo? ¿Por qué teme enfrentarse al mundo ahora? ¿Qué hay allí afuera que crispa sus sentidos y amenaza su vida? Tantas preguntas, pocas respuestas y el deseo de no atormentar a su joven prometida con ideas que tal vez solo están en su mente debido al estrés de los nuevos cambios, una carga demasiado grande y pesada lleva sobre sus hombros. Ojalá Ivoh siguiera más sus instintos e intuiciones, la vida que ha logrado obtener al lado de su mestiza le ha hecho bajar la guardia, quedarse tranquilo en casa pero pronto los acontecimientos le mostrarán que un vampiro no puede dejar de ser feroz y letal o el mundo aprovechará esto para destruirlo.  ― ¿Estás bien? ― Draco lo observa atento, intuye que algo ocurre pero no desea leer los pensamientos de su hermano, no desde la vez en que tuvo una gran reprimenda por parte de este y casi arruina la sorpresa que estaba preparando para Evelyn. ― Sí, pensaba nada más ― responde asintiendo. ― Bien, andando, el Consejo espera ― añade saliendo de la habitación dándole una última mirada desconfiada a su hermano.
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