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1077 Words
La joven accedió a hablar con el empresario para continuar la conversación sobre ella y así darle la oportunidad de sentirse seguro al contratarla. Todo esto le pareció extremadamente extraño; era muy sorprendente encontrarse repentinamente con la persona que estaba buscando una niñera en la calle, frente a frente. No era lo que esperaba: pensaba que sería un hombre mayor y nunca imaginó que fuese tan atractivo.
El hecho de que fuera tan guapo la ponía nerviosa y sentía que no estaba manejando bien la situación. Se esforzaba por no demostrar que ese desconocido la hacía temblar de pies a cabeza. No sabía cómo explicar lo cerca que se sentía de ese hombre y la forma en que le afectaba.
Su interior se estremeció de una manera desafiante, como si no pudiera controlarlo.
La decisión del hombre de llevarla a un restaurante lujoso fue exagerada, y era la primera vez que Valeria se encontraba en un lugar así. Se sentía fuera de lugar, como si no encajara en ese ambiente. Observaba a todas las personas con remilgos y delicadeza en cada gesto, sintiéndose juzgada por los demás comensales que la miraban curiosos, a pesar de sus intentos por disimularlo.
—¿No te sientes cómoda aquí?
—Yo... estoy bien.
—¿Qué te apetece comer?
—Estaré bien con lo que elija.
El bochorno que sentía la joven era tal que no podía ni pensar en comer en ese momento. El apetito parecía haber desaparecido, pero se esforzaba por ser educada y aceptar la comida que seguramente le ofrecería el hombre. Aunque deseaba rechazarla, se contenía para no parecer mal educada.
Afortunadamente, estaban sentados en una mesa apartada de los demás comensales, lo que le permitió sentirse un poco más tranquila. Sin embargo, los nervios seguían presentes debido al ambiente desconocido en el que se encontraba. La presencia del hombre la ponía aún más nerviosa, generando una colisión interna en sus emociones. Nunca antes había sentido algo así cerca de un hombre, pero intentaba atribuirlo a la expectativa de conseguir el empleo o no.
La joven estaba preocupada por lo que el hombre pudiera estar pensando de ella, lo cual la hacía actuar con cautela, aunque la incertidumbre la estaba consumiendo. Se sentía más insegura que nunca y la negatividad invadía su mente, a pesar de haber intentado alejarse de esos pensamientos. Empezaba a creer que quizás no era lo que ese hombre buscaba.
En un momento de distracción, la muchacha observó a su alrededor y notó lo hermoso y lujoso que era el restaurante. Estaba segura de que el hombre con el que estaba compartiendo mesa era un visitante habitual, ya que el mesero parecía conocerlo. Sin embargo, de repente vino a su mente la idea de que tal vez solía traer a muchas mujeres a cenar allí, aunque sabía que no era correcto pensar de esa manera.
—Todo aquí es tan perfecto —susurró por lo bajo.
A pesar de su curiosidad, la muchacha intentó concentrarse en el ambiente del lugar. Al ser abordada por el mesero, no sabía qué elegir y dejó que el hombre decidiera por ella. Aunque no le había revelado su preocupación, él parecía comprender su situación y seleccionó un plato que sabía le gustaría.
—Con permiso —se retiró el empleado.
La comida llegó a la mesa, solomillo con salsa verde, salmón a la plancha con arroz y espárragos, seleccionada por el hombre. Aunque era algo nuevo para ella, la muchacha se sorprendió gratamente por el sabor del plato.
—Gracias —se dirigió al mesero.
Agradeció el gesto del hombre y disfrutó de la deliciosa comida, aunque no estaba acostumbrada a esos sabores.
Mientras comía no podía evitar mirar al hombre y sus gestos excesivos en remilgos. Era tan perfecto.
La espera de las preguntas por parte del hombre la estaba poniendo nerviosa, sintiendo que su corazón latía con fuerza en su pecho. Estaba ansiosa por saber en qué momento comenzaría la conversación que tanto temía enfrentar. El hombre notaba la timidez y la inseguridad de la joven, algo que le resultaba encantador.
Valeria se sintió incómoda cuando Paul pidió un postre, pero aceptó por no parecer mal educada. Le preguntó sobre el empleo de niñera y el horario, ya que está estudiando en la universidad y no quiere conflictos. Paul le dijo que podía llamarlo por su nombre y que quería que se sintiera cómoda.
—Señor...
—Por mí, está bien que me llames solamente Paul, la formalidad podría ser un poco incómoda y si vas a ser la niñera de Abril, quiero que te sientas más familiarizada, en confianza para contarme lo necesario.
—Oh, bien, Paul, quiero saber si tengo el empleo, discúlpame si todavía no me está quedando muy claro el asunto. Solo me quiero asegurar si realmente me estás dando el empleo de niñera y también me encantaría saber el horario, ya que actualmente estoy estudiando en la universidad. No quiero que haya conflictos de horarios. Entenderé si después de saber qué estudio cambias de opinión, porque quizás me necesites mucho para cuidar de tu hija y también tengo que...
—Descuida. Yo he pensado en eso. Tomaré en cuenta tu horario, ¿te parece?
A Valeria le parecía que estaba siemdo demasiado comprensivo.
—Yo... Me siento avergonzada, digo, no estoy en posición de exigir nada o de pedirle que adapte el horario de trabajo para mí conveniencia, gracias.
Él sonrió.
—En estos días es un poco complicado conseguir a una persona que sea responsable y que inspire esa confianza en otra, es difícil conseguir a alguien en la que puedas confiar a ciegas y aunque no te conozco me das la impresión de que eres una buena chica, y por lo tanto yo te puedo dar la oportunidad para que se seas la niñera de Abril. ¿Qué dices? Te voy a dejar mi tarjeta de contacto, así podrás escribirme y darme el correo electrónico para poder pasarte todo lo concerniente a ello.
—Perfecto, está bien.
Era una buena oportunidad, y no la tenía que desaprovechar.
Después de un rato había salido de allí, le mintió al sujeto sobre tener un auto, ya que no quería que él le diera el aventón, no queria ser una molestia, y para evitar eso, prefirió decir una mentira. Ni siquiera para un taxi tenía dinero. Por lo que coger el bus era más a su pesar, la única opción.
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