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1846 Words
Valeria, sin haber revelado aún que había sido despedida de su trabajo, veía cómo sus ahorros se agotaban rápidamente. No podía seguir fingiendo que iba a trabajar cuando ya no tenía empleo. Había perdido su trabajo por llegar tarde, descuidando el horario sagrado por culpa de Orlando, un hombre que la distraía y la llevaba a perder el empleo, porque no salía de su cabeza todo ese asunto de su madre y él. Ahora, se veía en apuros y la necesidad de conseguir un trabajo se hacía urgente. Mientras Sofía se levantaba del sofá para continuar con las tareas del hogar, su teléfono comenzó a sonar. Al ver que era Orlando quien llamaba, su corazón se aceleró. Sabía que él llamaría para intentar convencerla de nuevo, pero Sofía no estaba dispuesta a ceder más ante sus exigencias. Asegurándose de que no hubiera nadie cerca que pudiera escucharla, decidió contestar la llamada. —Orlando. Sé perfectamente lo que vas a decir, así que no entiendo por qué sigues llamando. ¿Acaso has cambiado de opinión de repente? - dijo Sofía, con firmeza. Orlando se rió al otro lado de la línea, provocando escalofríos en Sofía. Sabía que él estaba decidido a hacerle daño, como una forma de venganza por su negativa a seguir a su lado. Era una obsesión por mantenerla a su lado, aun cuando no había amor de por medio. —No vives en un cuento de hadas, querida. No lograrás persuadirme con lágrimas. Te pido una vez más que te quedes conmigo, o enviaré nuestras fotografías a tu esposo. Tengo el dedo sobre el botón de enviar en este momento. Las amenazas de Orlando provocaron que Sofía se sintiera atrapada en un abismo de desesperación. Sabía que su esposo descubriría la verdad si esas fotos llegaban a él, y eso sería devastador. —No, por favor, no hagas eso. Te ruego, no... Sofía se desplomó en el suelo, dejando escapar sus lágrimas en silencio. Temía que su hija la encontrara en ese estado. Se levantó rápidamente, intentando recomponerse. —No creo que puedas conseguir lo que quieres de esa manera. Debemos llegar a un acuerdo, por favor. —Negociar contigo no está en mis planes. No aceptaré ningún trato. Estoy perdiendo la paciencia, y no bromeo. —Por favor, detente. No ganarás nada enviando esas fotos. ¿Qué quieres que haga para evitarlo? —¿Dinero? No se trata de eso. No aceptaré tus ofertas. Si aprieto este botón... —¡Espera! Horas después... - Valeria, pase lo que pase me gustaría saber si perdonarías a tu madre. Sé que tal vez no lo merezca de tu parte o de tu padre, pero no te apresures en dar una respuesta. Lo siento, yo... Lamento mucho haberte decepcionado. Sinceramente, no pensé en las consecuencias de mis actos y ahora estoy aquí como una tonta, sabiendo que tu padre probablemente ya esté enterado si vio ese correo. - ¿De qué estás hablando, mamá? Ella la miró y suspiró. - Hablo del correo electrónico que Orlando envió a tu padre, donde hay fotografías. Por eso me ha llamado para amenazarme y decirme que si no vuelvo con él, enviará unas fotos a tu padre donde estamos juntos. Me siento mal, ya pensaba contarle todo a Daniel, pero no lo hice, y ahora lo sabrá todo por esas fotos. Me odia, nuestro matrimonio se irá al traste. No puedo soportar esto, realmente me siento mal por todo esto, sé que es mi culpa, pero aún así estoy segura de que no debió haber sucedido todo de esta manera, hija. - De cualquier manera, todo es un desastre y mi padre se sentirá mal. No hay forma de que lo sepa y no se sienta decepcionado y traicionado. Así que en lugar de seguir aquí, deberías estar de camino para verlo y pedirle perdón. Deberías hacerlo, mamá. Su madre comenzó a llorar. - Lo siento mucho. Y sí, esperaré a que tu padre llegue, le diré todo, le pediré perdón. Pero si no lo hace y me amenaza con irse de casa, lo haré yo. Después de todo, él no ha fallado, he sido yo —se apresuró a decir. Ella asintió. Cuando las cosas se complicaron, ella decidió que no quería estar en casa. Por eso había salido antes de presenciar la pelea que se avecinaba. Aunque la noche era fría y debía estar en su habitación, optó por enfrentar el frío exterior en lugar de estar en un ambiente cálido. En el fondo, deseaba que todo saliera bien, ya que amaba a ambos padres y temía la posibilidad de una separación que le rompería el corazón. Tenía miedo de lo que pudiera ocurrir, pero albergaba la esperanza de que su padre pudiera perdonar a su madre por sus acciones. Sabía que si realmente la amaba, era probable que lo hiciera, o tal vez se alejaría para poder procesar lo que estaba sucediendo. Decidió no regresar a casa hasta después de las diez de la noche. Finalmente, se encontró dentro de una cafetería, sintiéndose apenada por no haber traído dinero consigo para poder comprar algo. Mientras ocupaba una mesa, notaba que la mesera la miraba de forma extraña, y temía que en cualquier momento le pidiera que se fuera si no iba a pedir algo. Justo en ese momento, Lilian, una compañera de clase con la que apenas había hablado en su vida, se acercó de manera amigable, deteniéndola. —Lilian... Lilian, quien había estado con ella en esa reconfortante cafetería, recibió una llamada y tuvo que irse. —Fue agradable pasar el rato contigo, nos vemos. —Gracias por esto. —Claro. Le dedicó una sonrisa antes de marcharse, y la joven se quedó allí, reflexionando un poco. También sabía que tendría que irse, a pesar de no querer hacerlo. Tenía miedo de lo que pudiera encontrar. Definitivamente no deseaba presenciar una escena espantosa. Su corazón se aceleraba solo de pensarlo. Comenzó a salir de allí, camino a casa. De repente, un folleto informativo salió volando hacia su cara. Se sorprendió, pero luego se dio cuenta de que era acerca de un trabajo. No sabía si debía tomarlo como una señal, pero lo que decía en el folleto le pareció bastante interesante. Sin dudar, decidió llamar al número de teléfono que aparecía. Mientras caminaba, se frotó los ojos, preguntándose si estaba soñando. Parecía demasiada coincidencia. Todos los requisitos parecían encajar perfectamente con ella. —¿Será esto verdad o una ilusión? —murmuró incrédula. "Se busca joven de 20-30 años para cuidar a una niña, debe cumplir con estos requisitos para considerar el trabajo: 1. Ser responsable y dispuesta a cumplir con las tareas de cuidado de la infante. 2. Comprometerse a acompañar a la niña, incluyendo llevarla al colegio. 3. Estar dispuesta a quedarse en la casa de la persona a cuidar si es necesario. 4. Disponibilidad para viajar con la familia en ocasiones. Si cumples con estos requisitos y estás interesada, ponte en contacto con el siguiente número de teléfono: 682-68383-887." Todo lo que se enumeraba en el folleto parecía más como beneficios que como requisitos, desde la perspectiva de la joven. No podía creer que siendo niñera, además de cuidar a la niña, tuviera la oportunidad de viajar y conocer lugares. Sonaba realmente divertido, aunque también era una gran responsabilidad cuidar de una niña. Aunque tal vez ya tuvieran a alguien para el puesto, decidió que valía la pena intentarlo. Si el folleto había volado hacia su rostro, debía haber una razón. Así que sacó el teléfono de su bolsillo, lista para llamar. Paul salió de la heladería con Abril, quien había insistido en ir allí. Él la amaba profundamente y siempre quería verla feliz, por lo que accedió sin dudarlo. —¿Te gustó el helado de chocolate? —preguntó Paul mientras caminaban juntos. —Mucho, papá. ¿Podemos volver otro día? —respondió Abril emocionada. —Claro, podemos venir cuando quieras, cariño —respondió Paul, cargando a su hija en brazos. —Papi, te quiero mucho —dijo Abril tiernamente. Paul se conmovió con sus palabras. —Y yo te quiero con locura, ¿sabes cuánto te quiero? —preguntó Paul, y Abril asintió. —¿Es mucho? —preguntó ella. —Supera las palabras, así te quiero yo a ti, Abril. —Entonces yo también te quiero hasta el infinito —dijo Abril emocionada, y Paul la besó en la frente. —Eres una niña tan inteligente, me sorprendes todos los días, cariño. En ese momento, el teléfono de Paul sonó y él respondió la llamada. —¿Hola? —H-hola... Soy una chica interesada en el trabajo de niñera, ¿sigue disponible? —preguntó la desconocida al otro lado de la línea. Paul notó la voz dulce e insegura de la chica y se distrajo. Mientras hablaba por teléfono, chocó con Valeria, una mujer hermosa que estaba frente a él. —¡Oh, lo siento! Estaba distraída —se disculpó la joven... —Descuida. Sí, el trabajo de niñera sigue disponible. ¿Quieres hablar sobre él? —le ofreció Paul luego de darse cuenta de haber chocado con la chica de la llamada. Valeria se mostró interesada en el empleo y ambos comenzaron a conversar. Abril, curiosa, se presentó a Valeria y mostró entusiasmo por tenerla como niñera. Valeria y la niña se quedaron cara a cara, observándose con curiosidad y una chispa de emoción. Valeria se agachó a la altura de Abril y le ofreció una dulce sonrisa. —Hola, Abril. Soy Valeria y sería genial ser tu niñera —dijo Valeria con cariño. Los ojos de Abril brillaron de alegría al escuchar esas palabras y asintió rápidamente. —¡Sí, sí! ¡Serías la mejor niñera del mundo! Podríamos jugar, bailar y hacer muchas cosas divertidas juntas —exclamó Abril emocionada. Valeria se rió con ternura ante la entusiasmo de la niña. —¡Claro que sí, Abril! Paul, observando la escena, no pudo evitar sentirse agradecido por haber encontrado a Valeria, quien no solo cuidaría de su hija, sino que también sería una compañía increíble para ella. —Un placer, Valeria. Soy Paul Romano —se presentó Paul finalmente al darse cuenta que no lo hizo antes. Ella se incorporó y lo miró. Al estrechar sus manos, Paul sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo, una sensación de calidez y emoción invadir su corazón. En ese instante, sus miradas se encontraron y se detuvieron en un silencio cómplice, como si el universo hubiera conspirado para unir sus destinos en ese preciso momento. Valeria, con una sonrisa suave y una mirada profunda, parecía transmitirle un mensaje oculto a través de sus ojos brillantes. Paul sintió que el tiempo se detenía a su alrededor y que, de alguna manera inexplicable, su vida estaba a punto de dar un giro inesperado hacia la felicidad. En ese instante, en medio de la magia del momento, Paul supo que Valeria no solo sería la niñera perfecta para Abril, sino que también despertaría en él un sentimiento desconocido pero poderoso: el amor.
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