La recámara real de reuniones se había quedado en un incómodo silencio, debido a la noticia que ambos príncipes escucharon de su padre. Al notar Heng, que sus hijos no dijeron comentario alguno, se dispuso a proseguir. —Y por supuesto, el compromiso no puede ser con cualquier muchacha casadera, no; deberá ser con señoritas de clase y poder, que pertenezcan a otras ciudades vecinas, porque, está claro que después de esta guerra debemos tener alianzas ahora más que nunca. Así que ese es otro asunto que les dejó a su cargo, hijos. Dentro de los oídos de Yun, aún hacía eco aquello último que su padre soltó hace un par de segundos. Lo dijo tan seguro y simple igual que si se tratase de contar dinero o decir una orden simple como: "toma asiento". Su cabeza le daba vueltas, pero aún así trató d