La noche había pasado entre luchas por encender una fogata, líos para poder dividir entre tres la comida para una sola persona y las peripecias que representaba dormir en el duro suelo. Al final terminó siendo una noche tormentosa, pero de lo que Yun estaba seguro, era de que lo hubiera pasado mucho peor en el exterior, allí donde los animales feroces rondaban con mayor frecuencia y las ráfagas heladas amenazaban con congelarlos de cuerpo completo, para posiblemente morir de hipotermia. Ese momento en el que Yun comenzó a juntar la madera para la fogata, Mei se había asomado para ver lo que hacía. Observó aquella reverencia que él había hecho por alguna razón, pero no quiso preguntarle cuando volviera, solamente le pareció demasiado curioso su comportamiento. Durante el transcurso de la