Allí frente a ellos y en medio de todo el equipo de sanadores, se encontraba Siu de pie y con una sonrisa ladina. Yun abrió sus ojos y sintió que su corazón estallaría de felicidad al verla allí, viva y bastante recuperada. No pudo evitar verla directamente con sus ojos agrandados por aquello que sentía en ese momento. —Altezas, tenemos que hablar con ustedes —dijo la señora Ling, con un gesto que los dos príncipes no pudieron descifrar. —Por supuesto —respondió Jin y volteó a ver a la muchacha, la analizó de pies a cabeza. Aún se veía bastante débil, pero no pudo ignorar que su belleza sobrepasaba la de muchas jóvenes nobles que hubiese podido conocer. —Buenos días —musitó Siu mientras hacía una reverencia. —Muy buenos días —respondió un entusiasta Yun, seguido del saludo de su herman