CAPÍTULO 8 Nos dirigimos a la recepción. Es un castillo mágico digno de la boda de una futura reina, no me cansaré de pensarlo. El ilustre lugar está decorado con vegetación y flores en color blanco con toques dorados y de colores, luciendo como un bosque encantado en la vida real. Los novios bailan su primera canción, completamente enamorados, devotos el uno al otro. La mesa que nos ha tocado, por suerte es “exclusiva” veo los nombres de Nico y el señor Donovick están en los asientos desocupados. El verdadero señor Donovick, padre de mi jefe, no asistió. Nico tampoco. Sade se aproxima con una gigante sonrisa, mi jefe se incorpora, entonces, ella se echa a sus brazos con emoción. —¿Se puede saber por qué no viniste desde hace una semana? —le reclama—. Te perdiste la cena de ensayo, l