CAPÍTULO 30 ELIJAH DONOVICK —Es delicioso —admite, con el rostro tan rojo que no sé si me causa gracia o ¿Ternura? Me he encontrado a mí mismo recurrentemente en la posición de sentirme hechizado ante sus pequeños gestos inocentes. De vez en cuando, me sorprendo a mí mismo haciendo alguna que otra cosa para provocarle… En la empresa todos hablan sobre mi mal carácter y poca flexibilidad. Noté que cada vez que llegaba a un nuevo día laboral de mal humor Olivia volteaba los ojos con inercia y me veía cómo si yo fuera una especie de tirano que detestaba en lo más hondo de su ser. Era la forma en que ella volteaba los ojos y movía con cuidado los labios lo que me llamaba la atención en sobremanera, hasta que un día la capté arrugando la cara detrás de mí, sacándome la lengua. Tuve que tene